Nueva lápida Vadiniense en el Museo Etnográfico de la Montaña de Riaño

Las gestiones de los investigadores riañeses Evelio González Miguel y Pedro Luis González Manuel han dado como resultado que desde el 10 de agosto, el Museo de Riaño cuente con una lápida funeraria más, dentro de su cuidado y amplio espacio dedicado a la epigrafía vadiniense. La nueva estela vadiniense se encontraba en la localidad de Verdiago, León, en el domicilio de D. Carlos Sánchez, sirviendo de cargadero en el hueco de una alhacena en la cocina del edificio. Esta Lápida ya era sobradamente conocida, e incluso ha sido estudiada con anterioridad por M. C. González y J. Santos.

La Estela, al igual que otras dos halladas, proceden del “Castro” próximo a la actual localidad de Verdiago; la insistencia de Pedro Luis González Manuel ha tenido al fin el éxito de conseguir que D. Carlos Sánchez cediera la citada Lápida al Museo riañes.

Se trata de una piedra de las llamadas “de río” en cuarcita de color ocre oscuro con granulación fina; su altura total es de 1,14 m., con una anchura media superior a los 34 centímetros y un grosor de 22. La piedra se halla en parte muy ahumada debido a un incendio en el edificio del que procede, motivo por el cual también presenta algunos daños que afectan al texto de la misma.

La transcripción de la lápida es la siguiente:

M

TVRROM

VA. COM

AN. XXV

PVDES FR

POS

H S E

La traducción llevada a cabo por el investigador D. Evelio González Miguel, toda una referencia a nivel nacional e internacional en el campo de la epigrafía vadiniense, es la siguiente; Monumento de TURROMO, Vadiniense, hijo de COMO, de XXV años. Lo puso (el monumento), su hermano PUDES. (o PUDESO)? Este es el sitio (de su sepultura).

Para el citado investigador, una de las novedades aportadas por esta lápida, reside en su originalidad, ya que es la primera vez que en la epigrafía de la Montaña de Riaño aparecen nombres como el del difunto (Turromo), así como el de su padre (Como) y el del hermano dedicante (Pudeso), por lo que es posible que se trate de un clan emigrante, como ocurre con otra lápida también de Verdiago, en la que los figurantes pertenecen a la gentilidad de los Orgenomescos, oriundos del bajo Sella, lo que reforzaría la teoría sostenida, por el insigne investigador, de una mutua migración entre las gentes de allende y acuende de la Cordillera Cantábrica, apoyada también por esas terminaciones del genitivo (orum-annum), según fueran aquellas más o menos tempranas y en qué dirección se produjeron.

En cuanto a TURROMO, este pertenece a la familia onomástica de los TUR-OS integrada por el prefijo o raíz TURR- y el sufijo -onno, esta vez con la “R” germinada. Aunque no tengamos estos antropónimos en la montaña, si existen varios de sus “parientes”: TURANNO, precisamente en una de las lápidas halladas en Riaño, TURANTO, TURRANIO, TURRANIA, TURRANIUS, etc.

En cuanto a la datación, esta es imprecisa, asegura el investigador, entre otras cosas debido aparentemente a la discrepancia entre los nombres indígenas, en principio primigenios, en comparación con la buena realización de las letras que intuyen una romanización avanzada, de cualquier forma se encuentra entre finales del siglo II y el IV.