Martín Guevara presenta su último libro, con guiño a León: “Me gusta su frío y todo a lo que invita”

Martín Guevara y la portada de su nuevo libro, 'La paz de los gorriones'.

Carlos J. Domínguez

La primera incursión plena de Martín Guevara en la literatura tiene una fecha marcada en el calendario: la presentación de su nuevo libro, 'La paz de los gorriones', este jueves 22 de junio en León, la ciudad y provincia que lleva 16 años dándole agradable cobijo. La cita es el salón de actos de la Fundación Sierra Pambley a las 20.00 horas y el autor estará arropado por el escritor Pedro García Trapiello y la poeta Ana Ibis Sánchez.

En tal compañía verá la luz por primera vez un libro que se estructura en diez relatos, diez cuentos de muy diversa condición. El primero de larga extensión casi novelesca y el último, muy íntimo, protagonizado por un hombre acorralado y paulatinamente aislado, a punto de morir en una selva aunque todavía no lo sepa, que no son otros que Bolivia y su tío, Ernesto 'Ché' Guevara, pero “a los que no se nombra” sino que se intuyen.

Si hay protagonistas centrales en este libro son los escenarios, los numerosos países y ciudades donde transcurren las diez historias: de Sicilia en Italia a Cuba, de México a Rusia, de Argentina a Japón, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y, por supuesto, León. No podía faltar el hogar en que se ha cobijado el nómada Martín Guevara, que ya no se siente sino que 'es' leonés: “Llevo aquí 16 años. Ya hay muchas partes mías que, aunque no me dé cuenta, se las debo a León. En Madrid, el segundo día te sientes de allí, te acogen, pero porque no hay unas características tan marcadas. Aquí son cerrados y hay que ir con paciencia, pero son (gente, amigos) para siempre. Yo me saturé de Cuba, todo el mundo en la casa de todo el mundo, y de aquí me gustó el frío, por la temperatura, sí, pero también me gusta a lo que invita, genera una forma de ser más tranquila y un buen gusto natural y universal. Y creo que en parte le viene de su historia”.

El río de la historia

El relato 'leonés' se titula 'Bernesga', como el río que atraviesa la capital. Es un relato atravesado también por la historia, con personajes de la Legio VII romana fundadora de la ciudad, con leoneses medievales en la corte del Rey Ramiro II, con represaliados y venganzas en el monumento de San Marcos que el dictador Franco convirtió en campo de concentración y hoy es Parador Nacional.

Los 'fantasmas' de esas tres épocas son encontrados por la protagonista, Liz, una mujer australiana que “es real, que tuvo un problema serio, vino y ahora vive en Asturias pero yo la imaginé quedándose”. Y evocando en la ciudad rincones, paseos y pensamientos en los que “yo he volcado mi relación personal y mi sentir con León”, admite el autor. Como su fascinación por Palat de Rey, que Ramiro II construyó para su hija Elvira, junto a su palacio: “Un monumento que casi nadie conoce, ningún turista y pocos leoneses, y que, en una ciudad repleta de religión Semana Santa, sirve hoy para exposiciones de pintura... ¡En la primera iglesia de León, con un capitel de 931, es algo genial!”.

'La paz de los gorriones' hila los diez relatos con otra característica, otro nexo que los une: “En todos hay un personaje de un cuento que aparece en otro. No de manera principal, sólo aparece, como en la realidad. De viajar tanto me he dado cuenta de que eso ocurre”. Porque “el mundo ha cambiado, somos globales, pero todos tenemos 24 horas al día, todos queremos dormir bien, ser queridos, en Corea y en una aldea de África”.

Hasta ahora, Guevara sumaba tres hitos en su bibliografía, bajo los títulos 'A la sombra de un mito', 'Triángulo Guevara' y 'Los niños del Habana Libre', centrados de alguna manera todos ellos en su periplo personal. Entre medias, artículos, opiniones, ensayos... “Pero este es literatura. Estoy muy satisfecho, asumiendo, eso sí, que por mucho que me esfuerce le voy nunca a llegar ni a la suela de los zapatos de lo que yo le exijo a un escritor que me gusta”, dice. Pero “yo me siento bien si quedo satisfecho con un buen párrafo, unas líneas dignas. Lo demás es oficio”. Un oficio en el que Martín Guevara ha decidido también quedarse a vivir.

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