CIENCIA
Biología molecular

Un estudio con una investigadora leonesa detecta que el cerebro de las mujeres produce estrógenos para regular el apetito

Investigación sobre el cerebro humano.

Agencia EFE

Un equipo internacional de neurocientíficas ha demostrado que el cerebro femenino produce estrógenos que regulan el apetito, el peso corporal y la motivación por la comida, en un hallazgo que podría cambiar la comprensión de la obesidad y sus tratamientos, especialmente en mujeres.

El estudio, publicado recientemente en la revista Molecular Metabolism, revela que la amígdala cerebral —una región clave en la gestión de emociones y recompensas— sintetiza estradiol, una hormona tradicionalmente atribuida a los ovarios.

La inhibición de esta producción cerebral, mediante fármacos o manipulación genética, provoca un aumento significativo de la ingesta y del peso en ratas hembras, incluso en aquellas que ya no tienen ovarios.

La investigación ha sido liderada por Karolina Skibicka, profesora en la Universidad Estatal de Pensilvania y en la Universidad de Gotemburgo, y cuenta con la participación de la investigadora Lorena López-Ferreras, del Instituto de Biomedicina de la Universidad de León (ULE).

“Este trabajo demuestra que los estrógenos cerebrales no son un mero reflejo de los producidos por los ovarios, sino que tienen un papel autónomo y esencial en el control del comportamiento alimentario”, han indicado las investigadoras.

El equipo utilizó dos estrategias: por un lado, inhibió la enzima aromatasa —responsable de la síntesis de estradiol— en todo el cerebro mediante el fármaco Letrozol, y por otro, diseñó un virus para bloquear específicamente la producción de estrógenos en la amígdala.

Efecto en ratones hembras y no en machos

Los efectos fueron claros: las ratas hembras comieron más, ganaron peso y mostraron mayor preferencia por alimentos grasos, mientras que los machos no presentaron cambios significativos.

Además, las hembras con inhibición de aromatasa mostraron alteraciones en la temperatura corporal y en la grasa visceral, sin que se detectaran cambios en la actividad física. “Esto indica que el aumento de peso no se debe solo a comer más, sino también a una menor capacidad de gasto energético”, añade la investigadora leonesa.

El estudio también analizó el comportamiento motivacional hacia la comida. Las ratas hembras con menor producción de estrógenos en la amígdala trabajaban el doble para obtener recompensas alimentarias, como pellets de chocolate, en comparación con las ratas normales. Esta conducta no se observó en los machos.

Para confirmar que el efecto se debía a la falta de estrógenos y no al aumento de testosterona —hormona que se acumula cuando se bloquea la aromatasa—, las científicas administraron un antagonista de los receptores androgénicos. El resultado fue que la motivación por la comida no disminuyó, lo que refuerza la hipótesis del papel clave del estradiol cerebral.

Implicaciones relevantes

El hallazgo tiene implicaciones clínicas relevantes. Los inhibidores de aromatasa, como el Letrozol, se utilizan ampliamente en el tratamiento del cáncer de mama en mujeres postmenopáusicas. “Hasta ahora se pensaba que estos fármacos no afectaban al metabolismo porque las pacientes ya no producen estrógenos ováricos, pero nuestros datos sugieren que podrían estar interfiriendo con los estrógenos cerebrales, contribuyendo al aumento de peso”, han advertido.

La investigación abre nuevas vías para entender la obesidad desde una perspectiva neuroendocrina y de género: “La amígdala emerge como un nuevo centro regulador del equilibrio energético, y su estudio podría ayudar a diseñar terapias más eficaces y personalizadas”. 

Referencia: Ivana Maric, Jennifer E. Richard, Lilly Taing, Suyeun Byun, Lorena Lopez-Ferreras, Yifan Qiu y Karolina P. Skibicka — 'Amygdala aromatase controls food intake, reward, and thermoregulation'. Revista Molecular Metabolism (2025) | DOI: 10.1016/j.molmet.2025.102202.

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