DICYT En pleno siglo XXI los científicos debemos ser conscientes de que nuestra tarea no termina en el laboratorio, que nuestro trabajo no solo debe tener cabida en publicaciones especializadas, sino que hemos de realizar también una labor de divulgación entre la ciudadanía que nos financia con sus impuestos.
La divulgación científica es un proceso fundamental en el que participan al menos tres agentes: los investigadores, la sociedad y los medios de comunicación. El investigador debe comprometerse en el análisis de las necesidades de la sociedad, la generación de nuevos conocimientos que mejoren la calidad de vida de la población y la transmisión de dichos conocimientos para que puedan llegar a ser implementados por las autoridades o incluso por los propios individuos cuando esto sea aconsejable.
Afortunadamente, en los últimos años hemos observado cómo los medios de comunicación se están convirtiendo en una verdadera cadena de transmisión que facilita el trasvase de información desde los investigadores hacia la sociedad. Es indudable el creciente interés que la población siente hacia el trabajo de los científicos y hacia la potencial aplicación de sus resultados. Esto ha permitido la aparición de agencias especializadas, como DiCYT, y el incremento de la cobertura que los medios de comunicación (escritos, audiovisuales e incluso online) hacen de la investigación científica.
Como no podía ser de otra manera, en nuestra sociedad actual, a la que se ha llegado a denominar “Sociedad del Conocimiento”, el ciudadano de a pie quiere saber cómo se utiliza el dinero dedicado a la investigación, pero también siente curiosidad e incluso verdadera pasión por incrementar sus conocimientos sobre los problemas que le aquejan y cómo los especialistas buscan solución a los mismos. Recientemente, durante las I Jornadas #ComunicarCiencia 2014, celebradas en Salamanca y organizadas por DiCYT, la Asociación Salmantina de Periodistas y la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, se ha puesto de manifiesto que la publicaciones de divulgación científica tienen ya en España un público mayor que la prensa del corazón, con más de seis millones de lectores.
En la actualidad los medios de comunicación general proporcionan información, prácticamente en tiempo real, proveniente de congresos, de publicaciones científicas altamente especializadas e incluso de primera mano desde los propios científicos. Es obligado reconocer que los profesionales de los medios de comunicación realizan un trabajo de gran importancia, tratando de hacer más accesibles e inteligibles los resultados que obtenemos los científicos e intentando subrayar el interés práctico que nuestro trabajo pueda tener para la población. Además, los medios se hacen eco tanto de investigaciones que puedan tener aplicación directa, como de aquellas que, denominadas básicas, tienen como función la generación de conocimiento fundamental en el que apoyar futuros avances.
La divulgación científica permite estrechar los lazos entre el investigador y la sociedad en la que se arraiga, mejorando su mutuo conocimiento. Así, por ejemplo la agencia DiCYT viene realizando en los últimos diez años una labor encomiable y sostenida en el tiempo, permitiendo a los diversos centros de investigación de Castilla y León, entre los que se encuentra el Instituto de Biomedicina de León (IBIOMED), divulgar su trabajo y dar a conocer como éste puede redundar en una mejora de la salud y la calidad de vida de nuestros conciudadanos.
Finalmente, no cabe duda de que los medios de comunicación proporcionan una ventana a través de la cual es posible mostrar nuestro trabajo, pero también por la que entra la opinión de la calle. La comunicación científica permite el acceso y la comprensión de los avances biomédicos con interés para la salud humana o animal, las nuevas tecnologías o la resolución de problemas ambientales; pero además, favorece que el ciudadano forme su opinión personal sobre la resolución de los grandes problemas que afectan a la sociedad, permitiéndole incluso participar en el debate ético asociado a los mismos. Ello favorece una interesante retroalimentación hacia los científicos, que podemos percatarnos de cuáles son las necesidades más perentorias de la sociedad y los límites de nuestro trabajo.
En fin, todos debemos ser conscientes de la importancia que la divulgación científica tiene en la construcción y afianzamiento de la sociedad del futuro, y agradecer actividades como la desarrollada por DICYT.