Fueron buenas gentes, apreciados por todos, que muchísimos intentaron salvar del horror de una muerte anunciada, espantados por unas acusaciones y juicios injustos y que fueron fusilados o paseados sólo por haber sido representantes públicos en la República. Sin embargo, tras la restauración de la democracia en 1977 y 1978 quedaron completamente olvidados.
León, en medio de la polémica de la sustitución de las calles franquistas por la Memoria Histórica, sigue dejando 'en la cuneta' a personajes tan importantes como el gobernador civil de León, Emilio Francés Ortiz de Elguea, el presidente de la Diputación de León, Ramiro Armesto, su vicepresidente Manuel Santamaría de Andrés. O también el diputado Lorenzo Martín Marassa, o el presidente de la Cruz Roja, Joaquín Heredia Guerra (también seleccionador nacional de fútbol en los años 20) y el presidente del Colegio de Practicantes de León, Jesús González Rodríguez, entre otros. Todos ellos represaliados con la muerte por las autoridades militares sublevadas el 20 de julio de 1936 en la provincia.
Tan importantes eran todos ellos para los más potentados y adinerados y posicionados personajes de la ciudad en 1936 que muchos de estos firmaron la petición de indulto a su figura y a la de sus compañeros de infortunio, como dio a conocer Francisco Javier González Fernández-Llamazares en 2012. La respuesta de los militares sublevados fue tremenda como casi sus muertes: Ricardo Pallarés, director de la Caja Provincial Leonesa de Previsión, multa de 50.000 pesetas; Pedro Fernández-Llamazares, director del Banco de Bilbao, 10.000 pesetas; y Fernando González Regueral, director del Banco Herrero, Antonio Rosales Rouco, director del Banco Central, Juan Crisóstomo Torbado, arquitecto, Mariano Alonso Vázquez, director del Monte de Piedad, José Pinto Maestro, del Diario de la Mañana, Filemón de la Cuesta, director del Diario de León, Enrique Iglesias, Juez de Primera Instancia y Francisco Valenzuela Ulloa, Interventor del Estado de Ferrocarriles, otras desorbitadas cantidades.
Los representantes políticos de la nueva democracia hará cuarenta años, sólo homenajearon al alcalde de León, Miguel Castaño, a un famoso socialista que participó en la Revolución de 1924, Alfredo Nistal (y que huyó de León durante los sucesos de julio de 1936, dejando abandonados a sus compañeros) y al presidente de la Segunda República en el exilio, Félix Gordón Ordás, que son unos de los muy pocos cargos republicanos que tienen calle a su nombre en la ciudad. Aún muy estimados por sus contemporáneos, hasta el punto de que muchos se 'mojaron' para salvarlos ante las autoridades militares, estos otros demócratas leoneses que pagaron con su vida en la Guerra Civil no han contado para las autoridades de la Constitución de 1978 para recibir al menos el mismo reconocimiento.
Ni siquiera el Comité de Expertos del Ayuntamiento de León, convocado para revisar el callejero de la capital para cumplir la Ley de la Memoria Histórica —tras una denuncia de la Asociacion de Estudios sobre la Represión en León (Aerle) y el abogado Eduardo Ranz—, les ha tomado en consideración este mismo año. Por ello, y en el día de la Constitución Española, iLeon.com propone una serie de cambios en sus calles para recordar a los que pagaron con su vida por defender los derechos democráticos de los españoles en 1936.
Pilotos Regueral por Ramiro Armesto
La calle Pilotos Regueral, de la plaza de Santo Domingo a la calle Ruiz de Salazar donde se encuentra la Diputación de León. Su denominación quedó “en debate” por parte de la Comisión de Expertos del Ayuntamiento de León, porque se dedica a dos pilotos franquistas que participaron en la Guerra Civil (uno murió en el frente de Aragón en 1938 y otro en un accidente aéreo en 1941, dos años después del final de la Guerra). Eran familia de Fernando González Regueral, que murió asesinado en 1923 a tiros en León, se cree que supuestamente por Buenaventura Durruti.
Ramiro Armesto era un jovencísimo presidente de la Diputación de león que fue fusilado el 17 de noviembre de 1936. Era socialista y fue 'convencido' por sus compañeros para asumir el cargo para intentar mantener el control de los moderados del partido, tras el regreso de algunos exaltados de la Revolución de 1934 como Alfredo Nistal (que sí tiene calle en la ciudad). Un abogado católico y considerado una buenísima persona por todos, que incluso llegó a asistir a la toma de posesión del presidente de la Diputación impuesto por los militares y cederle en persona el bastón de mando, según el autor de 'Asesinaron la Democracia', Carlos J. Domínguez. Su familia quedó considerablemente 'tocada' tras su fusilamiento, según Francisco Javier González Fernández-Llamazares: “Nunca llegaron a entender cómo fue posible que se pudiera fusilar a un joven apreciado por todo el mundo por su capacidad de hablar con todos y llegar a entendimientos en cualquier conflicto. No lo pudieron superar y quedaron marcados de por vida. Les resultó totalmente incomprensible e inexplicable que los militares se llevaran por delante a tan buen chico”.
La explicación para concederle esta calle es evidente: los pilotos Regueral eran miembros del ejército sublevado y ésta va a dar a la Diputación Provincial, que presidió Armesto.
General Lafuente por Emilio Francés
Es la calle que va desde Independencia a La Rúa, la que flanquea el actual Gobierno Militar y la parte de atrás del Hotel Conde Luna. El coronel de la Comandancia Militar Vicente Lafuente Baleztena era el militar al mando del Cuartel del Ejército del Regimientode infantería Burgos número 36, situado en lo que hoy es el parque del Cid. Uno de los que, en connivencia con el General Bosch, Gobernador Militar, escondió las intenciones de los militares durante dos días engañando al entonces Gobernador Civil Emilio Francés y a todas las autoridades republicanas.
Emilio Francés Ortiz de Elguea, gobernador civil de León en 1936, en un retrato.
También envió al capitán Lozano como enlace con el Gobierno Civil para evitar que supiera de los planes de los sublevados; lo que en esencia le costó la vida. Durante la contienda llegó a ostentar el mando de la 108.ª División de reserva. En el franquismo fue Director General de Reclutamiento y Personal en el Ministerio del Ejército. También fue Capitán General de la IX Región Militar, la llamada Capitanía General de Granada.
Por su parte, Emilio Francés Ortiz de Elguea, fue alcalde de Logroño de 1918 a 1920 y acababa de ser nombrado Gobernador Civil de León. El 17 de julio le pilló regresando de un viaje a Ponferrada con Ramiro Armesto. Se puso a las órdenes de la República e intentó evitar a toda costa que se ofrecieran armas a las fuerzas obreras, ya que el Gobernador Militar, el general Bosch, y el coronel Lafuente le aseguraron que estaban con la República. Sí que concedió repartir armamento a la columna minera que marchó sobre León el día 19 de julio de 1936, en colaboración con los militares. El día 20 de julio, a las dos de la tarde, fue puesto en vigilancia en su propio domicilio por orden de Bosch. Moriría también fusilado el 17 de noviembre de ese año.
Esta calle, General Lafuente, es una de las propuestas del Comité de Expertos del Ayuntamiento leonés para eliminar sin contemplaciones según la Ley de la Memoria Histórica, pero aún no se había encontrado una opción para sustituir su placa porque no existía en los años 30 y 40. La oportunidad es clara en este caso (aparte de que en Logroño también hayan propuesto concederle una): reivindicar a Emilio Francés ante uno de los que le traicionaron y más aún al estar adyacente al Gobierno Militar (aunque el de 1936 estuviera en Padre Isla), con lo que simbólicamente recuperaría un cargo civil el mando sobre los militares como ocurrió tras la Constitución del 78.
Las Campanillas por Joaquín Heredia Guerra
La calle de Las Campanillas es la que rodea el Musac por detrás (desde la Avenida de los Reyes Leoneses) y termina en la calle Cruz Roja. No está mencionada ni en las conclusiones de los expertos municipales que estudiaron los efectos de la Ley de la Memoria Histórica en el callejero leonés ni en las solicitudes de Aerle o el abogado Ranz. Quizás porque pocos sepan que homenajeaba a combatientes falangistas. Según el libro 'Los leoneses que financiaron a Franco' de Francisco Javier González Fernández-Llamazares, su nombre se debe a que “el 6 de agosto salió una centuria de falangistas leoneses hacia el frente del Guadarrama, con Bernardino Bécares al mando. Alcanzaría notoriedad en la sierra madrileña con el nombre de 'Las Campanillas', por la posición que defendía”. Por eso esta calle recuerda los hechos.
Joaquín Heredia Guerra, que fue seleccionador nacional de fútbol a primeros de los años 20, era el presidente de la Cruz Roja de León en los días de la sublevación de julio del 36. Como tal, ordenó ayudar y atender a todos los heridos que hubiera en las escaramuzas que se dieron en las confusas jornadas durante la primera semana a partir del 20 de julio, creando un hospital de Sangre que atendió a los heridos de ambos bandos en conflicto. Pese a todo, fue detenido el 15 de septiembre de 1936 acusado de masón, extremista y de haber presidido un mitin de Manuel Azaña en febrero, además de recaudar dinero para Izquierda Republicana, siendo encerrado en la prisión provincial de León. Pese a que él lo negó todo y tuvo multitud de cartas en su defensa, incluso de militares de alto rango, fue paseado el 21 de noviembre de 1936.
El cambio de la placa de esta calle es de los más irrefutables: se destapa el desconocido hecho por la mayoría de leoneses de que homenajea a un batallón de combate de falangistas, se cumple la Ley de Memoria Histórica y ésta va a dar a la calle Cruz Roja. Aquella organización que Heredia presidió.
José María Fernández por Manuel Santamaría de Andrés
La avenida deJosé María Fernández fue considerada por el grupo revisor de la Memoria Histórica en León como una de las que se propuso mantener, puesto que está dedicada a uno de los doscientos falangistas que están homenajeados en la calle de Las Campanillas, que reforzaron las posiciones del Alto de los Leones en Guadarrama en agosto del 36. El joven, que murió en aquellas trincheras, era de una disginguida familia de León. La excusa para no quitar la calle es que al comité de expertos le parece “poco relevante”.
Manuel Santamaría de Andrés era catedrático de Literatura Instituto de León desde 1925. Nacido en Zamora en 1894. Diputado provincial desde el 36 y vicepresidente Izquierda Republicana. Muy católico. En su boda firmó como testigo nada menos que el lingüista Emilio Alarcos (muchos institutos de España utilizaban el libro de 'Estilística' de Santamaría para dar clase). Presidente del comité local de izquierda republicana, del cual presentó la dimisión muy poco antes del 17 de julio. El 18 de julio estaba en Madrid, ya que le habían llamado como vocal suplente para unas oposiciones de cátedras de literatura en toda España, pero volvió a León pese a la oposición de sus amigos. En la causa judicial fue la persona, de todos los condenados, que más testimonios de apoyo personal y petición de clemencia obtuvo, militares, industriales, médicos. Todos ellos destacaron su carácter bondadoso y su devoción católica, lo que se confirmó al ser uno de los que confesaron y comulgaron antes de ser fusilados. Murió fusilado en Puente Castro el mismo día que Joaquín Heredia, el 21 de noviembre.
El fundamento de cambiar el rótulo: homenajea a un niño 'bien' que murió en el frente apoyando el golpe contra la democracia de los años 30 —que es “alguien irrelevante” incluso para los expertos consultados por el Ayuntamiento de León—, y se sustituye por el recuerdo de un excepcional lingüísta y profesor de Literatura reconocido en toda España en aquellos tiempos, y en un barrio de origen eminentemente popular y obrero.
Más nombres para las calles que sí está dispuesto a cambiar el Ayuntamiento de León
Y no son los únicos, ya que podrían incluirse al delegado de Campsa y letrado Alfredo Barthe; también al abogado Esteban Zuloaga Mañueco, que se cuenta entre las víctimas de los abogados del Estado; Lorenzo Martín Marassa, profesor de matemáticas y diputado provincial por Unión Republicana (se presentó por el Frente Popular); Jesús González Rodríguez, hijo de Guardia Civil, militante del Partido Comunista y presidente del colegio de practicantes de León. Entre otros muchos fusilados y paseados.
El Ayuntamiento de León tiene calles para hacerlo ya que tiene en debate Alcázar de Toledo, Alférez Provisional y Carlos Pinilla, está dispuesta a cambiar Capitán Cortés (aunque propone nombrarla Don Cayo); en Trobajo del Cerecedo Calvo Sotelo (aunque propone Huertos y Mayor) y en Armunia General Aranda, General Mola, General Millán Astray, General Sanjurjo, General Yagüe y José Antonio. Suficientes para que los demócratas de 1936, ajusticiados de forma cruel e injusta según la mayoría de los leoneses de aquella aciaga época, tuvieran su homenaje de la democracia que volvió de pleno entre 1977 y 1978.
Un acto de Justicia por aquellos hombres buenos, aunque sea ochenta años más tarde de lo debido.