“Nuestras danas en el noroeste van a ser los incendios de la biomasa”, alerta la alcaldesa de Murias de Paredes

Agencia ICAL

“Necesitamos con urgencia el diseño y la aplicación de un Plan de Gestión Integral de los Montes, una gestión concretada en acciones específicas que, desarrolladas a lo largo de todo el año, ayuden a nuestros montes a convertirse en bosques”. Es la petición que hizo la alcaldesa de Murias de Paredes (Omaña), Mari Carmen Mallo, cuyo municipio, perteneciente a la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna, sufre un incendio de nivel 2 originado en la localidad de Fasgar.

La regidora afirma que es necesario reducir la biomasa que forma el matorral mediante desbroces mecánicos, desbroces manuales, y sobre todo, la acción del ganado. Hace falta, dice, más ganado en los montes, ganado variado que limite la expansión del matorral y consuma el pasto que se genera con la humedad de los largos inviernos de nieve y lluvia. “Necesitamos una acción permanente de apertura, limpieza y mantenimiento de caminos, pistas y cortafuegos”, recalca.

También pide más medios de extinción, “pues la amenaza del incendio siempre va a estar presente”, brigadas formadas por personal entrenado que esté en el territorio y pueda intervenir con rapidez para atajar los conatos. Se necesita, remarca, más medios humanos, profesionalizados y con una situación laboral digna, que puedan llevar a cabo tanto las acciones de prevención como las intervenciones masivas que pueden ser necesarias cuando el conato se convierta en incendio descontrolado y que esos medios humanos estén apoyados por más medios técnicos y mecánicos: hidroaviones, helicópteros, motobombas o retroexcavadoras.

“Si en Levante tienen las danas, aquí en el noroeste nuestras danas van a ser los incendios de la biomasa”, afirma mientras recalca que los montes, a lo largo de los últimos 50 años de la mano del abandono de los aprovechamientos tradicionales, han experimentado un proceso extraordinario de expansión y densificación, tanto de la vegetación de sotobosque como de la propia masa arbórea, creándose unas frondas forestales de altísimo valor ecológico, ambiental, económico y paisajístico.

“Pero no son bosques, aún no. Son montes asilvestrados, que es otra cosa diferente y requiere un manejo específico”, reflexiona y menciona también el cambio climático como factor a tener en cuenta.