Big Data para combatir el cáncer

S. Calleja/ ICAL

Llevan un año inmersos en cómo procesar una auténtica avalancha de datos sobre tumores hematológicos, una larga lista de patologías que afectan a la sangre, médula ósea y ganglios linfáticos y bajo la que se esconden enfermedades tan temidas como la leucemia mieloide aguda, la leucemia linfoblástica aguda, la leucemia linfocítica crónica, el mieloma múltiple, los linfomas y las hemopatías malignas pediátricas. Están sumidos en un proyecto sin precedentes en Europa que busca cruzar información de bases de datos para sumar y poder dibujar lo que será el mapa europeo de estos tumores. Cuentan aún con otros cuatro años para avanzar en este proyecto, que juega en la Champions de la investigación, y que quiere abrir el camino de cómo integrar los big data para mejorar en resultados en salud, de cómo generar bases de datos que permitan prevenir, predecir y afinar en la toma de decisiones diagnósticas y terapéuticas.

El proyecto se llama Harmony, tiene el respaldo de una financiación de 40 millones de euros, y es uno de los cuatro 'elegidos' del programa estrella Big Data for Better Outcomes, de la Iniciativa de Medicamentos Innovadores (IMI2), que es la mayor asociación público-privada de Europa. De hecho, IMI dispone de un presupuesto de 3.300 millones para acelerar el desarrollo de nuevos medicamentos hasta 2020.

La coordinación de este reto recae en un equipo de ocho profesionales del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL), conscientes de que de ellos depende marcar un hito en la vertiginosa carrera de la sanidad del futuro que no ha hecho más que empezar, lo que ya se conoce como medicina personalizada. Al frente del equipo se encuentra Jesús María Hernández Rivas, catedrático de Hematología de la Universidad de Salamanca y miembro del Servicio de Hematología del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, quien coordina el proyecto con el apoyo del hematólogo Guillermo Sanz Santillana, del Hospital Universitario de la Fe de Valencia. Hernández Rivas resume el primer año de vida del proyecto, también, con datos: más de 30.000 correos electrónicos compartidos; más de 300 teleconferencias y más de 120 reuniones presenciales de los distintos grupos en ciudades que van desde Berlín a Bolonia, pasando por Londres, Viena, Madrid y un largo etcétera.

Es lo que conlleva coordinar a más de 3.000 personas implicadas de forma directa e indirecta en este clúster que nació con 51 socios de once países, ahora son ya 53, entre los que se encuentran ocho farmacéuticas, universidades, agencias del medicamento, hospitales, fundaciones, alianzas, organizaciones, asociaciones de enfermos. No en vano, se trata “de una de las primeras, si no la primera, experiencias de big data aplicadas a la salud de Europa”, explica Hernández Rivas a Ical, para incidir en que la palabra clave del proyecto es compartir: “Compartir datos de salud que puedan ayudar a que estas enfermedades se diagnostiquen y se traten mejor en años venideros”.

Siguientes pasos

Una vez puestos los mimbres -ya se ha creado la plataforma de recogida de datos y el protocolo de inclusión-, en cuestión de días comenzarán a introducir los primeros datos, algunos de los cuales proceden de las propias farmacéuticas que se han comprometido a compartir los datos de sus ensayos clínicos con los investigadores, un 'rara avis', según Hernández. También, contarán con información de más de 50 grandes grupos cooperativos y hospitales de Italia, Alemania, España... “todos de muchísima entidad y nivel, los más importantes en enfermedades hematológicas”.

La inclusión de información en la plataforma no será aleatoria; será “sustancial” para responder a preguntas que los investigadores se plantean desde hace tiempo: cómo contribuyen los hallazgos genéticos al diagnóstico y tratamiento en enfermos con leucemia; qué tipo de estudios genéticos aportan más datos y cuáles menos y una larga lista para definir nuevas variables que sirvan para mejorar los resultados en salud.

Para cumplir con su meta y partiendo de la premisa de que estas enfermedades son poco comunes, el equipo del IBSAL ha apostado por trabajar primero de forma individualizada con cada patología, para después hacer una convergencia. “No tiene sentido trabajar con todos los datos de enfermos europeos en bloque, lo suyo es trabajar paso a paso para definir respuestas concretas”, indica el investigador, para precisar que no se pueden plantear las mismas preguntas porque estas enfermedades son muy diferentes, “hay leucemias que no hay que tratar, y otras requieren un tratamiento en días”.

Cada proyecto específico se nutrirá de los datos con los que cuentan los grupos cooperativos y las farmacéuticas a partir de estudios, registros y ensayos clínicos. “Si sumamos estos pequeños y numerosos registros de 300 pacientes de este hospital de Salamanca, de otro de París, de uno de Viena.... al final, vamos a ser capaces de contar con bases de datos de más de 10.000 pacientes y concluir, desde la experiencia, cuál es el mejor tratamiento y evaluar los datos que no están en estos pequeños estudios como la calidad de vida; si un medicamento o una circunstancia influye en el pronóstico; estudios de farmacoeconomía” para medir la eficiencia terapéutica.

La previsión es que en los próximos meses el proyecto comience a arrojar los primeros resultados y se puedan comenzar a presentar en congresos de Europa y Estados Unidos, también que se pueda difundir este paradigma de la importancia de compartir datos que se capitanea desde Salamanca y que marcará, ya lo está haciendo, una medicina a la carta.