Alumnos del antiguo colegio del astronauta Pablo Álvarez le preparan un 'kit para ir a la luna' con quesos y chorizo de León
¿Qué debe llevar a la luna o al espacio un astronauta que haya nacido en León? Pues los actuales alumnos del colegio público Antonio Valbuena de la capital leonesa lo tienen claro: exquisitos quesos variados quesos y chorizo de León, productos de la tierra de los que dejan el mejor sabor de boca.
Ese fue el contenido del 'kit para ir a la luna' con el que alumnos y equipo directivo han sorprendido a Pablo Álvarez, el ya muy mediático astronauta que ha sido seleccionado, junto a la también leonesa Sara García, por la Agencia Espacial Europea en un hito que ha hecho coincidir la procedencia leonesa a los únicos españoles que han sido elegidos desde que Pedro Duque lo fuera en 1992.
Aunque nacido en un pueblo de la comarca de Omaña, Álvarez pasó sus estudios de Primaria en el CEIP Antonio Valbuena en la capital leonesa. Sus recuerdos entrañables formaron parte hoy de un emotivo encuentro con quienes hoy ocupan sus pupitres. Y para que refrescara su memoria, un montaje de cartón con la figura de un navegante del espacio y la cara que tenía el propio Pablo en su ficha escolar presidía el lugar en el que el ahora astronauta fue presentado por miembros del equipo directivo, representado por su directora, Ángeles Sevilla, entre los nervios y la curiosidad de todos los estudiantes.
Pablo Álvarez hizo gala también hoy de su habitual apoyo público a la escuela pública y estuvo surcando los cielos de sus recuerdos, todos ellos repletos de gratitud y hacia quienes le comenzaron a formar para ser el admirado personaje público que es hoy.
Metidos en detalles, y aprovechando que en algunas entrevistas ya había expresado que como buen leonés a un viaje espacial llevaría una corra de chorizo de León, los asistentes le habían preparado la sorpresa de una caja repleta de sabrosos Productos de León. Pero también resultó muy suculento el mensaje de lucha y constancia para conseguir volar hacia los sueños de cada uno que el joven e ilustre leonés dejó flotando entre los pasillos, el patio y las aulas en las que aprendió tanto hace 22 años.
