Aunque cada país celebra el Día del Veterinario según su patrón, en España se conmemora el 4 de octubre por Francisco de Asís, la Asociación Mundial Veterinaria (WVA) y Health for Animals celebran el Día Mundial de la Veterinaria el último sábado de abril, este año el día 29, con el fin de la promoción de la diversidad, la equidad y la inclusión en la profesión veterinaria.
La carrera universitaria de veterinaria y la relación de la provincia con los animales han posicionado a León como un referente en esta disciplina. Desde el profesional que atiende a tu mascota, pasando por el veterinario que garantiza la calidad de vida de la ganadería hasta a altos mandos de la propia Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los veterinarios están muy presentes en la vida de los leoneses.
El Ave Fénix
Hay una gran evolución en los últimos años, en cuanto a la relación y cuidado de los animales de comprarñia. Se han convertido, en la mayoría de los casos, en un miembro más de nuestras familias, y se les trata con más respeto, intentando darles una vida digna y plena. “Aún queda mucho por hacer y mejorar, pero creo que estamos en el buen camino”, observa la veterinaria del ‘Club Veterianrio, La Legua’.
Jana Bernardo García finalizó sus estudios en la Facultad de Veterinaria de León en el año 2004. Tras unos años en el ámbito de la Investigación, en 2007 decidió emprender, por pasión, con una clínica de pequeños animales. “Queríamos ofrecer una atención veterinaria integral para nuestros animales de compañía”, explica. Fieles a este objetivo, y motivados por la necesidad de ajustar la calidad del servicio a la demanda de sus clientes, en julio de 2011, inauguran la nueva Clínica y Hotel canino . “De esta manera, dábamos una respuesta rápida y eficaz a las necesidades de salud de nuestros pacientes, conjugando el trato humano con la excelencia médica”, detalla.
Queda claro que estamos ante una profesión vocacional, como es su caso. Sin embargo, la idea que se puede tener de la figura de un veterinario puede estar un poco idealizada, porque tal como reconoce la propia Jana, “existe un desgaste emocional muy importante. La conexión que se genera entre paciente/familia y veterinario es muy estrecha, a muchos de ellos les acompañamos desde su nacimiento hasta el momento final, forman parte de nuestro día a día, y cuando se van duele, y duele mucho”. Pero reconoce que en todo ese camino también disfrutan de momentos entrañables, y a veces muy cómicos.
La psicóloga que hace magia
“Nos convertimos muchas veces en ‘psicólogos’ de su familia, porque, es lo único que tienen. Es duro entrar a quirófano con ellos, y escuchar ”por favor, es todo lo que tengo, cuídalo como si fuera tuyo“. Cada palabra es un dardo directo al corazón ”, nos traslada el lado más duro de su vocación. Pero no cabe duda, de que les tratan con todo el cariño y respeto del mundo, inevitablemente, son un poquito de ellos también.
Por desgracia, no solo se enfrentan a situaciones muy tristes con animales de compañía muy queridos y cuidados, también se encuentran con casos devastadores de animales maltratados, abandonados y en unas condiciones sanitarias terribles. “Esto, también viene a casa con nosotros”, asegura. En esos casos, Jana y sus compañeros se transforman “en ‘magos’ de nuestra profesión, sacando varitas mágicas, bolas de cristal, y gafas de rayos X, para poder hacer diagnósticos sin pruebas, porque la parte económica es algo que pesa, y pesa mucho”, sentencia.
“Tenemos gente maravillosa, que valora nuestro trabajo, y eso nos carga las pilas. Pero también nos enfrentamos a comentarios críticos, duros e injustos, dónde se nos acusa de querer lucrarnos a costa de sus mascotas”, denuncia. Como ya hemos comentado, es un sector claramente vocacional, y esta afirmación la avalan todas las horas de trabajo, formación, dedicación, y desgaste detrás de cada uno estos profesionales. “Sí, intentamos trabajar y ganar un sueldo (precario, vaya por delante, porque somos uno de los sectores peor valorados), para intentar tener una vida digna con nuestras familias”, recalca Jana.
Sin tregua y con ganas
“Tenemos pacientes que nos hacen reír, llorar y desesperarnos, todo a la vez, y sin darnos tregua. Y es lo mejor del día”, destaca. Y habla con mucho cariño de esas familias que les dan razones para seguir esforzándose y respetan el trabajo de todo el equipo. Equipo del que Jana presume por como demuestran su preocupación cada minuto, su responsabilidad en el trabajo, y su profundo cariño y respeto por sus pacientes. “Los momentos malos, son un poquito menos malos, y los buenos son mejores, siempre, gracias a ellas. Supongo que los veterinarios somos Aves Fénix, al fin y al cabo”, comenta.
La saga de veterinarios desde S. XIX
Reunidos varios miembros de generación de veterinarios hablamos con Bernardino Prieto, que ejerció desde 1975 al 2016, y su hijo Juan, miembro del Cuerpo Nacional Veterinario de la Administración General del Estado, del Ministerio de Agricultura. Ambos son licenciados por la Universidad de León, pero con carreras profesionales muy diferentes como descubriremos a continuación.
Quinta generación
Por su parte, Bernardino ejerció sus primeros cuatro años en Benavente y el resto en la provincia de León como veterinario en el medio rural, en la Cabrera Leonesa, en los ayuntamientos de Trucha o Castril de Cabrera. Después fue director veterinario del Matadero de León. Y en a finales de su etapa profesional estuvo ligado a la facultad.
De su faceta rural nos cuenta cómo era su día a día: “yo por la mañana salía de casa, normalmente tenía una lista de avisos para distintos animales y después las urgencias que iban saliendo a lo largo del día. Normalmente problemas de todo orden, como cirugías -cesarías, castraciones, menores- o patología general como enfermedades digestivas, traumatología, problemas de articulaciones, etc.” Sin embargo, él recuerda su experiencia con cariño, “el medio rural era un medio muy agradecido, profesionalmente y humanamente, porque era un trato muy próximo con el ganadero, muy familiar, muy entrañable, y tengo muy buenos recuerdos de mis años de veterinario clínico”.
Un veterinario rural tiene muchas diferencias de base al profesional que trata a las mascotas como el propio Bernardino explica, “nosotros cuando llegábamos a la facultad teníamos todos aquí grabada en la mente una vaca. Estos chiquitos llegan ahora y traen grabado un perro o un gato”. Hoy en día un veterinario puede atender un mayor número de animales porque ha habido un cambio en la estructura de la propiedad de la explotación y entonces no son necesarios tantos profesionales del medio rural como en su época, por lo que entiende que los veterinarios de hoy tienen más tendencia a pensar en las mascotas y en los animales de compañía.
El resto de su actividad profesional fue como director veterinario del Matadero de León, donde el trato ya es otro tipo de profesional. “A mí me gustaba la anatomía patológica, la higiene y la inspección, entonces disfruta también”, comenta. Ahora se entiende que los últimos 16 años de su vida profesional fueron como profesor asociado de la facultad de Veterinaria de León en el departamento de ‘Higiene y Tecnología de los Alimentos’. Institución que gozaba de una buena reputación por ser una de las cuatro únicas facultades en España junto a Córdoba, Madrid, Zaragoza y León. Geográficamente estaba distribuida la península de tal manera que a León le correspondía el cuadrante noroeste. Personalizades como Don Miguel Córdoba del Campillo, don Eduardo Zorita, don Andrés Suárez, don Agustín Obrusco, dieron mucho renombre a esta institución. “Sin duda ninguna, yo sí creo que sigue siendo una carrera de peso, que sigue teniendo un claustro de profesores selectos, pero bueno, en este momento hay 13 o 14 facultades y ya la cosa se diluye de otra manera”, explica Bernandino.
Última generación
La sexta generación la ocupa Juan Prieto, representante permanente de la Junta de España ante la FAO, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. “mis competencias actuales es la defensa de, por un lado, los intereses y objetivos nacionales en el ámbito de la seguridad alimentaria mundial, y por otro lado, es el garantizar, junto con el resto de 194 países del mundo, una gobernanza mundial de la seguridad alimentaria, lo cual no es un objetivo menor en este momento, como podemos saber todos, con las consecuencias y los riesgos que tiene el COVID, el cambio climático, la guerra en Ucrania y otra serie de conflictos sobre algo tan básico como es garantizar el primer derecho humano, como es el de la alimentación”, explica.
A diferencia de su padre, Juan nunca se ha dedicado a la clínica y a la sanidad animal. “Yo nunca en mi vida he querido trabajar con animales, lo cual no deja de ser una posición un poco atípica dentro de la profesión veterinaria, pero es que la veterinaria es amplísima. Siempre me gustó esa componente de la gobernanza a nivel nacional, comunitario e internacional”, deja claro. Él se especializó en la seguridad alimentaria, ya desde su doctorado en el ámbito de la microbiología alimentaria. Además, es miembro académico de la Real Academia de Ciencias Veterinarias y de la Academia Veterinaria de Ciencias Veterinarias de Castileón, en el ámbito de la salud pública y la seguridad alimentaria. Siempre se ha dedicado a la política alimentaria con sus funciones del ministerio, “desde estar en la representación permanente ante la Organización Mundial del Comercio en Ginebra, en Bruselas en la Comisión del Consejo, como director de Gabinete del ministro de Agricultura y actualmente, como digo, como representante permanente adjunto de España ante FAO”, enumera sus importantes funciones.
Muchas e importantes funciones, sin duda, pero asegura que las negociaciones internacionales tienen una componente en la que hay que tener un conocimiento técnico, además de cuestiones geoestratégicas, de intereses nacionales. “No siempre es fácil coordinar todas las necesidades globales, ni es lo mismo negociar con unos interlocutores que con otros. Te puedes imaginar cómo son las negociaciones ahora mismo con Rusia”, confiesa. Pero también indica que, ya que no tiene un trato con el ciudadano en concreto, lo más gratificante para él y su equipo es tener la conciencia de que su trabajo vale para perseguir un bien común que redunde en un mayor bienestar de sus conciudadanos y no solo en España, sino en Europa y del mundo.
“Hay que tener en cuenta que esta es una profesión que defiende la salud pública, por lo que tiene unas connotaciones económicas de gran envergadura. Tanto en la producción animal como en todo el mundo, en todos los aspectos de la veterinaria. Pero es cierto que tiene que estar mediatizada por los aspectos económicos”, puntualiza, en este caso Bernardino.