Reyero busca un futuro sostenible que compatibilice ganadería y turismo

Miriam Badiola / ICAL

5 de noviembre de 2023 13:13 h

A 1.150 metros de altitud, en plena Cordillera Cantábrica, dentro del Parque Regional de Riaño y Mampodre, y a pocos kilómetros del Parque Nacional de Picos de Europa y la Reserva de Los Argüellos, se encuentra el municipio de leonés de Reyero, compuesto por el propio Reyero, Pallide, Primajas y Viego, al que se puede llegar en poco más de una hora de coche desde la ciudad de León.

Un municipio “eminentemente ganadero” con unas 130 personas empadronadas, en el que “no hay paro” gracias a la existencia de “siete u ocho empresas de ganadería con más de un centenar de animales, una empresa de taxis, una asesoría fiscal, una quiromasajista, una de construcción de madera, dos alojamientos o una casa rural de 20 personas”, según explica su alcalde, Gregorio Alonso.

Fue él, Gregorio Alonso, quien hace algún tiempo se dio cuenta de todas las posibilidades “infinitas” que tenía el municipio y decidió apostar por él para darle “una vuelta de tuerca” y hacer crecer una zona en la que se puede hacer “todo tipo de turismo de montaña”, para lo que además decidió “implicar” a los vecinos para que, por ejemplo, “hagan sus propias casas rurales”. “El turismo es nuevo aquí, por eso tenemos que hacer un ejercicio de integración, para que la gente se mentalice con que aquí hay futuro y para que vean que el turismo puede convivir con la ganadería”, apunta.

“Tenemos la Reserva de Pardomino, al este está la Reserva de Crémenes, al norte tenemos el Macizo de Mampodre y al sur el Pantano del Porma; lo tenemos todo”, enfatiza el regidor, quien además apuesta por “crear aparcamientos de caravanas” para así poder “promocionar más aún todos los recursos naturales existentes”.

Bioreyero

El pasado año, en 2022, el Ayuntamiento de Reyero decidió iniciar la elaboración de un Plan Estratégico de Desarrollo Sostenible, a fecha 2030, con el objetivo de “estudiar la dinámica social o la economía” y elaborar “un diagnóstico del territorio” que puso de manifiesto algunas de las principales amenazas del municipio, como son “el envejecimiento, las dificultades para acceder al primer empleo, la falta de iniciativa emprendedora o la falta de apoyo técnico para el emprendimiento”.

No obstante, el Plan Estratégico también evidenció las potencialidades del valle de Reyero, como son “la calidad de vida rural, la existencia de ganadería extensiva de calidad, su atractivo como destino turístico y la existencia de tejido asociativo”. Todas estas características hacían del municipio un lugar “idóneo” para la puesta en marcha un proyecto de innovación territorial que permitiera la reactivación económica del valle y la lucha contra la despoblación.

Así fue como nació el proyecto de transformación territorial ‘Bioreyero’, que inició su andadura a principios de este año gracias al apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y con financiación a través de los Fondos Next Generation UE, con el objetivo de “crear una estructura organizativa multifuncional que perviva en el tiempo y se pueda transferir a otros territorios”.

El técnico de gestión del proyecto Bioreyero, Álvaro de la Puente, se refiere al valle como “un lugar de ensayo social o económico que luego se podría exportar a otras zonas”, por lo que señala que se pretende “poner en valor los recursos existentes en el municipio” a través de “las tres patas que lo sostienen”, como son “la ganadería extensiva, el turismo verde y la gestión de los recursos ecosistémicos”, es decir, “el valor económico de todo lo que rodea a la zona”, como “pueden ser las setas o el silencio y la tranquilidad”. Asimismo, se pretende que “la población se sienta partícipe del proyecto implicándose en su desarrollo”.

Para la puesta en valor de los recursos ecosistémicos, Álvaro de la Puente avanza que se trabaja con la Universidad de Salamanca en aras de cuantificarlo económicamente para “saber de cuánto dinero es el valor del valle”. Además, con el objetivo de conservar su biodiversidad y garantizar un desarrollo económico y social sostenible desde la valoración económica potencial de los recursos naturales, se pone en marcha un Centro de Innovación Territorial en Servicios Ecosistémicos que pretende asesorar, facilitar y mejorar las actividades ganaderas, forestales o turísticas, estimular el emprendimiento y fomentar las iniciativas económicas sostenibles y la custodia del territorio.

En materia de ganadería, el valle cuenta con más de un millar de cabezas, entre las que predominan el ganado vacuno de la raza autóctona Parda de Montaña, que dan “una carne de muchísima calidad”. Por este motivo, se pretende crear “una marca propia de calidad de la carne”, para lo que “se ha hablado con la Diputación de León” y “se puede hacer”, a pesar de que “sea un poco complicado y puede requerir de una media de cuatro años”. Desde Bioreyero se tratará de hacer un esfuerzo para “intentar hacerlo lo más masticado posible” y que los ganaderos “decidan vender parte de su ganado bajo la marca”.

Además de ello, Bioreyero trabaja por una buena gestión del territorio y un uso sostenible de los pastos que “mantenga la cubierta vegetal generando el mínimo impacto medioambiental”, lo que permitiría “la generación de productos cárnicos de calidad que, a su vez, contribuyen a la preservación de la biodiversidad en el valle cuyos valores naturales y paisajísticos son fruto de años de manejo ganadero sostenible”.

Otro de los recursos que, según el alcalde, se quiere “mover ya” es la limpieza de ríos y montes y la mejora de espacios urbanos con el objetivo de “gestionar los recursos propios de la mejor forma posible”. Este sentido, también se ha pensado utilizar todos los recursos que se obtengan de estas limpiezas para la generación de biomasa.

También está entre las funciones del técnico de Bioreyero, Álvaro de la Puente, es “informar y asesorar a la gente de los proyectos y las ideas que tienen en cuanto a emprendimiento”, sea en el área que sea, ya que uno de los objetivos del proyecto es “impartir conferencias de buenas prácticas y exportar el modelo al exterior”, ya que “puede ser fácilmente escalable”.

El proyecto Bioreyero recibió una subvención de unos 66.000 euros y un periodo de ejecución de un año. Esa financiación, “ya está gastada al completo” en la contratación de técnicos, la creación de una oficina y en la organización de actividades, ya que el Consistorio pretende que “este año, ante la posibilidad de obtener nuevos fondos, se vea lo que se ha hecho y se pueda continuar con el proyecto”, ya que se trata de “algo a largo plazo”.

En el caso de que no se obtuviera esta financiación, el alcalde se muestra convencido de que el Ayuntamiento “tiraría con fondos propios hasta donde pudiera”, aunque confía en que el proyecto “tiene la suficiente entidad para que el año que viene se dé el doble de ayuda económica”.

Albergue de Pallide

En la constante apuesta del municipio por el turismo, el Ayuntamiento decidió poner en marcha un albergue situado en las antiguas escuelas de Pallide, cuya apertura al público ha requerido de “más de 20 años”. “Año a año, subvención a subvención y también con fondos propios conseguimos crear un sitio de alojamiento para poder atraer a gente, en una zona en la que uno de los principales problemas es la falta de viviendas en alquiler”, detalla Gregorio Alonso.

Una vez que el Consistorio finalizó las obras y logró amueblarlo gracias a una última subvención de fondos europeos, el albergue de Pallide, este salió a licitación, hasta que una mujer de la zona que estudió y vivió siempre fuera, Begoña González, decidió ponerse al frente.

“Tengo un hijo al que le gustaba mucho esta zona y además es ganadero, así que hace dos años cambiaron mis circunstancias de vida y me vine para aquí a echar una mano a mi hijo y a mi madre”, relata Begoña, al tiempo que reconoce que a su llegada “buscó la forma de cómo integrar su vida a la nueva situación”. Así fue como surgió la idea de hacerse cargo del albergue de Pallide, para “tratar de integrar el turismo y los recursos locales, como la ganadería”, en aras de potenciar un turismo “responsable con el medio y que incluso pueda aportar conocimientos sobre la zona que no se conozcan”.

El albergue de Pallide inició su actividad en julio de este año con 24 plazas y ha celebrado ya, gracias a “la difusión hecha desde Bioreyero”, dos campamentos internacionales de quince días, uno de fotografía de retrato y otro de ludoteca infantil. Además, a finales del mes de octubre, acogió un retiro literario con la escritora Miriam Alonso. A ellos se sumaron “personas que acudieron de manera esporádica gracias a darse a conocer por el boca a boca”.

De este modo, la idea de la propietaria del albergue es acoger “retiros, concentraciones o convivencias en grupo” para que “repercuta en conocimiento de la zona o en una actividad en común que se quiera hacer, ya sea lúdica, cultural o formativa”.