El panadero de Hospital de Órbigo: “Con lo que siempre aciertas es con trabajo, dedicación y gustándote”

M.A. Reinares/Astorgaredaccion.com

Antonio Alonso, el panadero de Hospital de Órbigo, es de esas personas que son imprescindibles en las zonas rurales. Que se necesita una furgoneta para el montaje de las Justas, ahí está Antonio; que se precisan empresarios que refloten la Semana Gastronómica de la Trucha, ahí está él; que llueve o hace frío y un peregrino pide guarecerse y descansar, ahí está el banco de su panadería para sentarse... El industrial premiado este año por la Asociación de Empresarios del Órbigo (AEDO) es de los que saben construir la urdimbre que sostiene a los pueblos. Su panadería, como las de antaño, sigue siendo un lugar de reunión y acogida.

Nos soprendió su discurso de recogida del premio Empresa del Año de la Asociación de Empresarios del Órbigo (AEDO), en el que descubrimos a un emprendedor comprometido con el área rural donde vive.

En nuestros pueblos tenemos que seguir peleando para que las pocas empresas sigan funcionando y podamos seguir luchando desde aquí. Me gusta la zona en la que vivo y peleo por ella, me involucro porque no estamos solos en el mundo. Yo oigo a mucha gente decir 'es que no hay nada, es que no se ve ambiente, es que no se vende nada...', las quejas están muy bien pero... por qué no se preguntan qué hago yo, qué aporto, qué soy capaz de hacer, en qué soy capaz de involucrarme, cuánto tiempo soy capaz de sacar para hacer cosas que nos beneficien a todos, porque hay gente que si no le beneficia directamente cree que está perdiendo, pero no es verdad, porque cuando el pueblo va bien, el comercio va bien y nos beneficia a todos.

Nada más recoger el premio recordó que la principal crisis que sufren nuestras áreas rurales es la del envejecimiento de la población.

Aquí no hay crisis financiera, aquí la gente tiene sus pensiones, sus trabajos, sus casas, sus huertinas. En Hospital tenemos casi 20 bares, negocios de hostelería, albergues... Tenemos que luchar desde cualquier punto de influencia para decir, señores vengan a vivir a los pueblos, que se vive bien; compraros una casita o alquilarla, aquí tenemos una guardería, comercio, farmacia.., estamos a 25 kilómetros de León. La gente no valora lo que es vivir en un pueblo, la calidad de vida que tenemos aquí, vivimos en una zona privilegiada, es Camino de Santiago, tenemos un paso de gente impresionante, estamos en una encrucijada de caminos, estamos tan cerca de todo. Lo importante es que a nivel personal, los que vivimos en los pueblos pongamos el grito, la queja y decir que lo importante es el acceso a los servicios.

Usted, como muchos de su generación, podría haber hecho la maleta para buscar otro futuro lejos del pueblo, sin embargo se quedó con todas las consecuencias.

Toda la vida he visto trabajar a mis padres en la panadería y llegó el momento de decidir entre salir fuera o quedarme y no me supuso una decisión tan importante. No me fui porque quise quedarme y pelear por lo mío. Nunca he tenido la sensación de haberme equivocado. El problema no es el trabajo sino adaptar el trabajo a tu forma de vida. Con lo que siempre aciertas es con trabajo, dedicación y gustándote. Ni subirse arriba cuando te salen las cosas, ni hundirte cuando algo te sale mal.

Pero también me gusta salir fuera para ver qué se está haciendo, cómo se mueve la gente, cómo enfoca los negocios, qué productos están haciendo. Siempre aprendes algo de fuera. He recorrido casi toda España y de todos los sitios siempre te traes una idea, muchas no tienen cabida aquí. En este mundo solos no somos nadie. Estamos en un mundo interrelacionado, hay que salir, ver, aprender, tener la mentalidad abierta para hacer cosas nuevas. La competencia no tienes que copiarla pero sí tienes que observarla, ver lo que les está funcionando. Muchas veces creemos que lo que no es para nosotros no es para nadie, pero hay que tener la mentalidad abierta para recibir información de fuera. No hay otro camino.

Hace 12 años que se puso al frente de la panadería, un negocio 115 años de historia, ¿pesa la herencia recibida?

Pesa mucho lo que viene de atrás, pesa la responsabilidad de que me vaya a equivocar. Posiblemente sean más de 115 años a mis espaldas, empezaron con un molino de agua, pusieron la primera estación eléctrica en el pueblo para dar energía al molino de mi familia y después llegó la panadería y todo lo que se hizo alrededor.

Mi abuelo Antonio Alonso Alonso, 'Pirolo', que vino de Astorga trajo el apodo, a nosotros se nos conoce como los 'Pirolos'. Vino a casarse con mi abuela. Hay esta referencia en El Pensamiento Astorgano del año 27, en el que contaba que “El día 27 del pasado diciembre un formidable incendio destruyó en Hospital de Órbigo la casa y enseres del industrial panadero Antonio Alonso y Alonso, 'Pirolo', natural de Astorga, el cual apenas si tuvo tiempo de salvar la familia. El citado Antonio quedó reducido a la miseria pues fueron pasto de las llamas la casa, existencias, enseres, un caballo y varios cerdos”.

Pero remontó...

Y remontó y seguimos para adelante. Hay dificultades y problemas, pero lo importante es al final del tiempo mirar para atrás y decir hemos cumplido un ciclo, lo hemos superado y lo hemos pasado. Y claro, hacer las cosas bien y acertando es lo que queremos todos, pero bueno, también vamos a equivocarnos, a perder, a pelear, a aprender, es de lo que se trata.

Y 115 años después, el pan sale de sus hornos con el mismo 'carácter' con que lo elaboraban sus antepasados.

Seguimos respetando la forma de trabajo que he visto siempre, seguimos trabajando con la masa madre que es como se trabajaba en las casas, cuando se la pasaban de vecino a vecino. La elaboramos de un día para otro y es la base principal de la masa para el día siguiente. Es la forma que he visto siempre y procuro respetarla, la tradición tampoco tienes por qué suprimirla, nos ha ido bien, tienes una marca, la gente reconoce nuestro pan. Siempre procuras introducir alguna innovación pero no persigo industrializarme.

Tenemos que luchar desde cualquier punto de influencia para detener la crisis de envejecimiento de nuestros pueblos

Entonces, ¿el secreto de una panadería tradicional para mantenerse en estos momentos es innovar sin olvidar el componente artesanal?

En mi casa recuerdo siempre hacer una mejora, adaptar algo, innovar, de toda la vida. Es muy importante respetar el trabajo como lo he visto, la forma de hacer el trabajo, las madalenas que hacía mi madre. Las fórmulas siguen siendo las mismas que las de mis padres me pasaron, los hornos siguen siendo de leña, tenemos uno que es una pequeña reliquia que mi padre montó en 1958. Cuando cogí el negocio de mis padres hace 12 años, el grueso era el pan. En este tiempo me he dado cuenta que las ventas de pan bajan provocado por el descenso de la población, por eso hay que buscar otros caminos diversificando la producción para dar pie a que más gente te conozca. Nosotros que estamos en zona de paso, hacemos clientes de muchos sitios que te van abriendo el camino para dar a conocer el negocio fuera. Hemos salido de la zona de influencia abriendo la tienda en Astorga que atiende mi mujer. Seguiremos ampliando lo que se pueda según lo que me pidan los clientes. Lo importante es no monopolizar la producción, ahora estamos haciendo mucha repostería, mucha pasta, las empanadas están funcionando muy bien, bollos preñados en verano. Creo que he acertado con lo que tenía en mente y, lo más importante, hemos ido manteniendo los cinco empleos.

Pero la competencia en el caso de las panaderías a veces ahoga, ¿cómo afronta las ofertas tan agresivas de los supermercados?

Cuando hay ofertas de pan que prácticamente lo regalan yo me pregunto si es una forma leal y ética de venta, las cosas tienen que valer lo que tienen que valer. Con estas ventas tan agresivas soy un poco beligerante porque esto es una cadena y nos estamos matando por mantener una economía y un comercio en la zona. Cuando las ofertas son tan agresivas, incluso bajando sobre el precio de costo, eso no puede ser, yo no puedo regalar mi trabajo, todo tiene un valor. Se perjudica, todo tiene que estar dentro de una ética.

En algunos momentos de la conversación usted ha destacado el enclave privilegiado en el que se encuentra Hospital de Órbigo, y la importancia del Camino de Santiago en la economía de la localidad.

Cuando pasa el verano y recibimos una postal de un alemán o un belga que se acuerda de ti porque en un momento dado tenía frío y le dejamos estar ahí o charlar con él te produce una satisfacción inmensa. Yo a mis empleados les digo siempre, 'por favor, a los peregrinos el máximo respeto, nunca sabes con quien estás tratando. Falicita, sé cortés, sé amable', porque lo más bonito del Camino es que no sabes con quién estás hablando, me encanta el Camino en ese aspecto porque el Camino iguala, porque cuando uno viene haciendo una etapa de 30 kilómetros el dinero no le sirve, se cansa lo mismo el que tiene que el que no tiene. El que viene a hacer el Camino nunca viene exigiendo, puede haber alguno, pero muy pocos.

De ahí el carácter abierto de las gentes de Hospital, no solo en el trato al visitante sino también en la aceptación de nuevas ideas, no debemos olvidar que las Justas fueron de las primeras fiestas medievales de la provincia, y no está de más recordar que aquí también se gestó una de las primeras semanas gastronómicas, en este caso dedicada a al trucha.

Hospital siempre lo he visto un pueblo muy abierto, recibimos muy bien a la gente que viene de fuera, las ideas, no nos importa relacionarnos incluso con gente que no entendemos. El éxito de las Justas, por ejemplo, yo creo que se debe a la capacidad de poder involucrar a todo el mundo, aquí hay asociaciones de lo que quieras, hay cursos, gimnasia, teatro, se están haciendo cosas constantemente, es esa participación lo que nos impulsa a hacer las cosas.

La semana de la trucha la hemos retomado para hacer cosas que beneficien a la hostelería, a la gente. No se trata de decir es que no hay nada, es que no hacen nada, porque lo que hay que decir es 'qué podemos hacer'. Independientemente del Ayuntamiento que tengamos, siempre ha habido colaboración, siempre todo son facilidades, nunca oímos un no, el Ayuntamiento de Hospital funciona.

No estamos constituidos en asociación porque no necesitamos una organización, un portavoz, todos nos sentimos partícipes. Cuando estamos haciendo alguna actividad, por ejemplo en las Justas, ahí el que quiera apuntarse a trabajar lo hace. En el momento que hagamos una institución, un estrucutra no va a ser lo mismo, queremos hacer cosas, que la gente venga a vernos y siempre hay un grupo que está haciendo algo o pensando en hacer algo. Fíjate, ya estamos trabajando en las jornadas de la trucha de este año.

Uno de sus principales recursos es el Camino de Santiago, no cabe duda, pero también está el puente, esa impresionante tarjeta de presentación que se encuentra el peregrino nada más entrar en el pueblo.

El puente yo creo que nos marca, desde mi casa lo veo todos los días. Es un espacio que estamos consiguiendo darle tantas actividades..., es el centro de toda nuestra historia pero también lo estamos sabiendo utilizar. El puente no es solo una zona de paso, tiene que ser un espacio que aglutine actividades.

Para finalizar, Antonio, ¿a qué hora se levanta un panadero todos los días?

Me levanto a las tres y media o cuatro y media dependiendo de los días. Duermo entre cuatro y seis horas, la falta de sueño y el cansancio te pasa factura, pero se regula un poco más y ya está. He visto a mis padres con el negocio como eje principal, no los he visto de vacaciones ni días sin fabricar, así que he aprendido la dedicación, el hacer bien las cosas y el trato a la gente, respeto, valorar sus opiniones y atención.