Si la noticia que ha publicado este mismo medio (ILEÓN) es cierta y nada parece indicar que no lo sea, ese ínclito caballero vallisoletano que quiere pasar por leonés, expresidente del gobierno de España por más señas, se ha lanzado a la piscina, sin saber si tenía agua, para soltar una de sus interesadas opiniones con las que pontifica, sin escrúpulo alguno, sobre esa asignatura que tenemos pendiente los leoneses desde hace más de cuarenta años.
Al parecer, como ya demostró durante su lastimoso mandato, cuya mayor aportación en sus dos legislaturas fue la prohibición de fumar en los locales públicos, ha dado a entender que descarta una autonomía para León y, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, dijo que los ciudadanos de León quieren ver reconocida su personalidad. “En mi opinión sí, dentro de la comunidad” (sic). Para redondear la faena propone aumentar las competencias de la Diputación mediante una mayor descentralización, descentralización que propone igualmente para el Bierzo. Así sin anestesia ni nada, porque el caballero lo vale.
No sé lo que opinará el resto de los leoneses, sobre todo aquellos compatriotas que siguen anteponiendo las cuatro letras de las siglas del PSOE, –o quizá sean sus propias conveniencias– a esas otras cuatro letras, que si tuvieran un poco más de dignidad deberían anteponer a cualquier otra consideración: León. Digo pues, que las opiniones de este jarrón chino, que no encuentra acomodo ni aquí ni en Venezuela, debe tener patente de corso para creer que es todo un intérprete de los deseos e inclinaciones de muchos leoneses.
Una magnífica ocasión para permanecer callado
Me pregunto de dónde sacará estas conclusiones, tan gratuitas como erróneas. Personalmente me resulta ya ominoso este señor de meliflua sonrisa con la que quiere aparentar una cordialidad y una cercanía que, al menos a mí, jamás llegó a despertarme. Considero que ha perdido una magnífica ocasión para permanecer callado, porque además de una memez que quizá haya sido celebrada por sus acólitos y correligionarios, yo la calificaría de burla, por usar premisas engañosas y por ocultar aviesas intenciones para León.
¿Por qué su partido no se atreve a hacer una consulta a la ciudadanía vez de cegar esa vía democrática? Yo le recomendaría al partido de este presunto leonés que no tiente a la suerte porque podría sufrir un grave quebranto en su ya maltrecha credibilidad. Resulta impresentable creer que puede opinar por los demás, resulta impresentable querer manosear una situación cada día más insostenible, otorgándole mayores atribuciones a una Diputación en manos de su partido y resulta más impresentable aún tratar de dividirnos con prerrogativas para El Bierzo. ¡Qué miseria moral para todo un expresidente de gobierno! ¿Y el PSOE de León suscribe sus palabras?
Política rastrera y bochornosa
Mire señor Zapatero, esto es un ejercicio de política rastrera y bochornosa impropia no ya de la política con letras mayúsculas, sino de la política escatológica y ridícula con que a veces nuestros mandatarios nos importunan, conocedores de que no pagarán peaje por ello. Tal vez suene a descalificaciones estas palabras y por eso vamos a hacer un recordatorio de sus hazañas y sus alardes de impericia por más cargo de relieve que haya ostentado.
Zapatero, era un candidato blandito, Bambi le llamaban, que llegó al gobierno cuando todo apuntaba a que no llegaría nunca. Recibió un regalo inesperado con los atentados yihadistas de Atocha, que algún preboste radiofónico –e irreductibles como un amigo mío– siguen atribuyendo a ETA. La bien engrasada maquinaria socialista, con Rubalcaba al frente, lo auparon sin contemplaciones. Ya al mando de la nave de la nación tomó algunas medidas que apuntaban buenas maneras, como la Ley de Memoria Histórica, que al final se quedó en algo nominal, sin contenido.
En León prometió grandes cosas, promesas que no eran más que una vulgar compra de voluntades y que no llegaron a concretarse en nada. Las obras que este pretendido leonés trajo a su pretendida tierra, palidecen comparadas con las faraónicas obras con que Felipe González agasajó a su Sevilla natal, como el AVE, la EXPO 92, modernas autovías, subsidios para desempleados, etcétera. Alargar la pista del aeropuerto, el Inteco (hoy Incibe), el Centro de Denuncias automatizadas Estrada y otras pocas obras de consolación fue la exigua contribución de Zapatero a León. También faltó a su palabra cuando prometió a los catalanes que aprobaría el nuevo estatuto que saliera del Parlament de Catalunya. Allí siguen aún esperando por él.
Paradigma de incompetencia
Todavía rechina su respuesta, a preguntas de un periodista, de que se avecinaba una crisis descomunal que siempre había eludido reconocer. Sustituir al ministro Solbes para hacerse cargo él mismo de la cartera de economía, rozó el esperpento. Sin embargo el paradigma de su incompetencia fueron los fatídicos 'Planes E'. Difícilmente España conocerá un disparate semejante. Fracasó tratando de reanimar la economía. Abrumó al país con obras innecesarias, centros deportivos, hoy infrautilizados, auditorios vacíos, etcétera. Llenó España de carteles señalizadores a veces de similar importe que la obra a realizar, y cemento, mucho cemento. El resultado fue catastrófico y justamente tuvo el efecto contrario al que se perseguía.
Los Planes E, que fueron dos, para más inri (no llegó con uno), demuestran una nulidad desconocida incluso para el común de los mortales que ha de ocuparse de su economía doméstica. ¿Alguien es tan necio como para gastar si sus ahorros son pocos y además sabiendo de la amenaza de una debacle económica inminente? ¿Cuando alguien de antemano conoce que se quedará sin empleo, acaso moviliza sus recursos para poner ventanas nuevas o renovar totalmente el mobiliario de su casa? ¿No, verdad? Pues Zapatero sí, y dos veces.
¿A este señor que hasta abandonó su residencia en León a medio construir y dejó plantados a sus incondicionales mineros en Rodiezmo para no tener que dar la cara, qué credibilidad se le puede otorgar? Yo por mi parte, comentando su ocurrencia sobre nuestro futuro, le sugeriría la misma frase que su ministro Pedro Solbes le sugirió a su contrincante, Manuel Pizarro, durante el debate televisado en las elecciones generales en febrero de 2008: “Un poquito de seriedad que estamos hablando de cosas serias”.
Tomás Juan Mata pertenece a Urbicum Flumen, la Asociación Iniciativa Vía de la Plata