Enamorado de la camarera del Restaurante Alborada
¡Ya le gustaría a Marbella!... No lo digo porque esté enamorado de la camarera del Restaurante Alborada (la que tanto se parece a Simonetta Vespucci en moreno verde luna; toda ella una Scarlett Johanason de tez blanca, casi melangótica, y de rizos nocturnos), pero el verano en León es un acontecimiento tan moderado y culinario como estético… Mañanas ociosas en las terrazas efervescentes de la Pícara Justina leyendo en el teléfono los periódicos y una novela reciente de Lorenzo Silva de la serie de Bevilacqua y Chamorro titulada Las fuerzas contrarias (una que trata sobre el impacto que la pandemia tuvo en todos nosotros)… Y tardes torrefactas en La Venatoria viendo de reojo a la familia del alcalde, la cual toma el sol celebrador con el ardor de quienes piden la dimisión de Cendón en llionés (a Cendón se le relacionó con Tino Berni y sus reuniones de mariscada y puro pero dijo que él no, y ahora le han relacionado también con la cosa del entorno del BOE de alterne de Santos Cerdán, y también dijo que no, pero le han echado de la ejecutiva… ¿Cendón rima con dimisión?)… Y noches en la Plaza del Grano de belleza extratratemporal y cubata carero mirando como en León, en esta época del año, la noche es azul como si algo le quedara del día o le quedara de los ojos azules de mi madre… ¡Ya le gustaría a Marbella!... En efecto Cioran cifraba el futuro en la rebelión de los pueblos sin historia, pero nosotros, como historia nos sobra, no practicamos sino las rebeliones de mesa y mantel con vino prieto picudo y con puro… Es tan hermoso y enamorador el verano en León (en León el invierno es una avería del verano, pues en verdad el electrodoméstico que no funciona muy bien es nuestro invierno) que, de vez en cuando, hay que escribirle un artículo-poema a una camarera de rostro enharinado de seriedad y ternura cuya distancia emocional para con la clientela es el frío que nos hace tanta falta para que nuestro corazón resista a temperatura ambiente…Lleva la camarera del Restaurante Alborada los platos como quien porta el corazón en la mano y tiene miedo a que se le caiga. Y hay seriedad de miel y piel en sus ojos, labios, manos, como para principiar celebraciones solo íntimas. Hay almíbar coreográfico en sus vaivenes laborales casi artísticos… ¡Viva la poesía!… Querida camarera para mí sin nombre y sin olvido posible: que la vida te trate dignamente… ¡Tengan feliz verano!