Hace más de dos meses que arrasaron León y el consejero del ramo sigue sin dimitir. Hace ya más de dos meses que por incapacidad de los responsables de la Junta de Castilla y León, nuestra provincia ardía por los cuatro costados y no he visto una protesta ciudadana pidiendo nuestra disgregación del ente castellano, que no leonés. Sí, ya sé que hubo manifestaciones en las que al amparo de la reivindicación laboral de las brigadas contra incendios, como con mala conciencia de sus demandas, hubo manifestantes reivindicando la añorada autonomía leonesa.
Se da la feliz circunstancia de que, con mejor conciencia en sus reclamaciones, las brigadas iban abriendo la marcha reivindicativa sin ocultar por ello su adscripción a Castilla y León, organismo al que dirigían sus justas demandas. Iban acompañados de la representación sindical leonesa, representación que como los anteriores no tiene empacho en alzar su voz asumiendo su adscripción y subordinación a sus respectivas centrales autonómicas con sede en Valladolid. En algunos documentos mercantiles figura la coletilla ‘…y otros’. Pues bien, mutatis mutandis esta reivindicación patriótica de León podría glosarse así: participaron en León representantes de estamentos 'castellanoleoneses' y ‘otros’.
Tal vez es fruto de un pesimismo antropológico pero contemplar la desorientación reinante en León, evoca aquellos versos del cantante Peret: “…Canto a la portera, canto a lo que sea…”. Toda disculpa es buena para sumarse, nada de encabezar cualquier movimiento en la que se nos pudiera tildar de separatistas y otra porción de calificativos ridículos que nos hiciera regresar a casa abochornados por pedir lo que se nos adeuda y sentirnos como pedigüeños que piden imposibles. ¡Menudo deshonor para un leones, reivindicar su autogobierno!
Bien, hecha esta breve y manida consideración, volvamos al tema que nos ocupa. UPL, tal como era previsible, ha llevado calabazas. Me malicio que en esta formación sabían de antemano cual iba a ser el resultado de su petición: el fracaso más absoluto. Me malicio igualmente que la propuesta no iba carente de intencionalidad electoral, una vez conocida la fecha de los próximos comicios autonómicos. Hasta aquí hay que reconocer que la maniobra, aunque no triunfara, ha sido impecable. Si acaso un pero ¿Por qué no se hizo hace décadas?
La cuestión nos lleva al día después de la constatación de un rechazo, que por esperado no debería dejar de estar previsto. Se impone entonces unas simples y sencillas preguntas ¿Y ahora qué? ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Existe un plan B que contemple esta contingencia? Tendría muy mal pronóstico que no hubiera respuestas a estas preguntas porque sería tanto como volver a las catacumbas de la inanidad que ha presidido –y preside– la vida política leonesa desde el siglo pasado. Si todo se frustra y se nos viene abajo todo el andamiaje sin otra salida aceptable, mal vamos.
La sequía de iniciativas para salir de la casilla de salida, en la que nos hallamos enclaustrados desde 1983, es proverbial en León. Nos han colado Mesas por León, Consejos comarcales, representantes ‘cuneros’, representantes de casa interesadamente desvitalizados cual muñecos de ventrílocuo, imposiciones sin cuento, tratos vejatorios como el CTR en San Román,el cementerio de caucho en Ardoncino, territorios esterilizados por minas o pizarreras, entre otros, futuros depósitos de residuos, amén de huertos solares y parque eólicos. Todo León es una escombrera que descuella por encima de sus Reservas de la Biosfera y Patrimonios de la Humanidad. ¿Ha tratado alguien de evitarlo? ¿Por qué?
Se acumulan las preguntas y escasean las respuestas. Voy yo, con permiso de mis lectores, a exponer alguna iniciativa para tratar de paliar la penuria de medidas de cierto porte, necesarias para tratar de revertir la situación actual. ¡Va por ustedes! Si me zumban después los oídos, sabré a ciencia cierta que mis paisanos murmuran acerca de mis ‘ocurrencias’ pero les sugiero a mis detractores que pongan sobre la mesa alguna medida, alguna otra alternativa aunque sólo sea coyuntural y que vaya un poco más allá de pasear banderas, pronunciar discursos grandilocuentes, elogiar nuestro folclore o exaltar glorias pasadas.
Veamos. Llevamos parados casi medio siglo y cada vez más lejos de alcanzar el autogobierno que nos permitiría darle una vuelta al bombo del sorteo de esta suerte de lotería, que es pugnar por un mejor nivel de vida. Contrariamente a lo que algunos compatriotas sostienen, creo que necesitamos sinergias, ayudas de las que hoy carecemos, empezando por el apoyo de los nuestros que hoy nos ignoran. Hay que persuadir y pensar que quizá tenemos que renunciar a lo que creemos irrenunciable para alcanzar un fin superior. ¿Estarán dispuestos mis paisanos leoneses a hacer concesiones para alcanzar contrapartidas? Lo dudo.
Propuestas
¿Preparados? Ahí va una primera propuesta. Supongamos que queremos conquistar para nuestra causa a la depauperada provincia hermana de Zamora. ¿Qué hacer para ello? Bien, proyectemos el futuro de nuestra hipotética comunidad. Necesitamos una capitalidad. ¿Cierto? ¿Cómo les sonaría a los leonesistas pata negra que dicha capitalidad se estableciera en Benavente en lugar de León? Confío en que si Suarez Quiñones no ha sido declarado persona non grata en León, me vayan a hacer a mí por esto acreedor de tamaña distinción.
La propuesta no es gratuita y vamos a tratar de explicar por qué. Las razones son numerosas. En primer lugar esta ciudad fue sede de Cortes Leonesas, en segundo es el centro geográfico, demográfico y viario de todo el País Leonés (ruego que se acepte País como entidad superior a pueblo o región porque de lo contrario, no vamos a ninguna parte). Otros pronunciamientos a favor de esta propuesta son que fácilmente arrastraría a Salamanca, la plaza menos proclive por siglos de abandono y lejanía. Sin Zamora, Valladolid se vería comprometida por quedar en una situación excéntrica para el resto de Castilla y León. Burgos podría hacer valer su historia.
Existen a mayores algunas cuestiones favorables como son: descentralizar la autonomía –a muchos de nuestros paisanos zamoranos les da igual una capitalidad en Valladolid que en León, provincia de la que se sienten un tanto ajenos– y por si fuera poco, es abrir un abanico de posibilidades a recuperar lazos de sangre con ese León Antiguo que se quedó en Portugal, al otro lado del Duero. Benavente forma parte de la Vía de la Plata, columna vertebral de nuestro País y serviría de plataforma para urdir estrategias comerciales con el país vecino, hoy inexploradas. Sin olvidar que Benavente está relativamente próximo a León capital.
Toda propuesta tiene sus inconvenientes y esta no iba a ser menos: rechazo de muchos leoneses que quizá prefieran sucumbir antes de renunciar a aquello de lo que ni siquiera son dueños, posibles reticencias de Zamora capital, que habrían de ser compensadas con largueza y otro tanto sucedería con los paisanos de Mañueco, a los que el prestigio de su Universidad los ha acercado a Castilla, alejándolos de León. ¿Parece descabellada la idea? Pues les diré algo, yo he consultado con benaventanos, tibios simpatizantes de la Leonesidad, y afirman que se sentirían atraídos por ella con este planteamiento. Otro día más propuestas.
Tomás Juan Mata pertenece a Urbicum Flumen, la Asociación Iniciativa Vía de la Plata