Veinticinco años de la exhumación de 'los 13 de Priaranza' del Bierzo, la cuna de la memoria histórica
La memoria histórica tiene en Priaranza del Bierzo su cuna. Y está de aniversario. La exhumación de los restos de trece civiles republicanos bercianos que fueron asesinados y hechos desaparecer por pistoleros falangistas, la primera realizada con métodos científicos en España, cumple ahora 25 años. Fue un hito que marcó el despegue de un movimiento por rescatar del olvido y de las cunetas a decenas de miles de represaliados durante la Guerra Civil y el franquismo.
La exhumación de 'los trece de Priaranza' también desembocó en la creación de la ARMH (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica), que informa de que precisamente este martes 21 de octubre se cumplen 25 años del comienzo de los trabajos de búsqueda de una fosa común en esta localidad berciana. Los republicanos habían sido asesinados 64 años antes, el 16 de octubre de 1936, en los primeros meses de la Guerra Civil.
Fue la primera exhumación científica de una fosa común promovida por familiares y dirigida por el arqueólogo Julio Vidal, con el que colaboraron un grupo de forenses y antropólogos. Después de tres días de búsqueda, y cuando parecía que el ensanchamiento de la carretera había podido llevarse por delante los restos óseos, apareció una bota que contenía los huesos del pie de la primera de las trece personas que fueron exhumadas, justo a la entrada a la localidad llegando desde Ponferrada.
La exhumación había sido promovida por la familia de uno de los asesinados, Emilio Silva Faba, que en julio de 2000 registró una petición a Daniel Fernández, alcalde entonces de Priaranza del Bierzo, solicitando ayuda para los trámites que pudieran ser necesarios para hacer posible la exhumación, así como para facilitar la interlocución con el propietario de la finca donde se encontraban los cuerpos.
Y es que la fosa ya había sido exhumada en octubre del año 1936 cuando una de las familias que supo dónde habían sido abandonados los cadáveres acudió a ese lugar. Describiendo la ropa y el aspecto físico de una de las personas que estaban allí enterradas, fueron orientados para poder desenterrarlo y clandestinamente trasladarlo a su pueblo para inhumarlo en una tumba familiar. Lo hicieron entonces corriendo un enorme riesgo. La familia que lo hizo ha querido permanecer en el anonimato.
De la historia de ese desenterramiento en 1936 dio testimonio Francisco Cubero, un vecino de Villalibre de la Jurisdicción que con 16 años fue obligado por la Falange local, junto a otros dos jóvenes que simpatizaban con las ideas republicanas, a cavar la fosa y enterrar los cadáveres.
La exhumación científica del resto de los cuerpos en el año 2000 fue el germen de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, un colectivo que interpuso las primeras denuncias por desaparición forzada en juzgados españoles, que implicó a Naciones Unidas y a su Grupo de Trabajo contra la Desapareció Forzada, al viajar hasta Ginebra para presentar 64 casos de desaparecidos en el año 2002. También promovió un debate acerca de las consecuencias de las violaciones de derechos humanos de la dictadura en un país en el que el Congreso y el Senado no habían hecho mención alguna a los desaparecidos del franquismo en 25 años, pero habían creado comisiones para investigar la desaparición de súbditos españoles en las dictaduras de América.
Tres años después de la exhumación, Emilio Silva Faba fue enterrado en su pueblo natal en el mismo nicho en el que se encontraban los restos de la que fue su mujer, Modesta Santín, que había muerto tres años antes de la exhumación.
Al lugar de la exhumación acudieron a pedir ayuda algunos familiares como Isabel González, de Palacios del Sil, que buscaba a su hermano Eduardo; o Aníbal Arroyo, que trataba de encontrar información sobre la desaparición de su abuelo en Toreno. El resto es historia reciente de España para no olvidar su pasado.