Imaginación y memoria colectiva revolotean en la biblioteca de Caboalles de Abajo

La biblioteca pública de Caboalles de Abajo 'Fundación Álvarez de la Puerta' cobra un especial protagonismo como centro de la memoria colectiva del pueblo. Entre sus paredes y anaqueles atestados de libros, la reunión de varios autores locales sentados a ambos lados de una de las mesas de lectura provocó que se rompiese el silencio habitual de la sala, no como falta de respeto a los lectores, si no como amena tertulia de amigos.

Una profusión de recuerdos fue brotando a borbotones de la memoria colectiva del grupo, poniendo caras, recordando a personas anécdotas, instantes del pasado que fueron, y que mientras la memoria de una persona las siga reteniendo seguirán siendo presente.

Muchas de las obras donadas por el grupo a la biblioteca, tratan además sobre eso, la memoria, el recuerdo de los años vividos, no solo por los autores, también por el resto de los vecinos. Y aquellas en que la ficción predomina contienen el poso de la experiencia vivida por el fabulador en esta su tierra.

Pareció tal como si los libros de las estanterías abriesen sus páginas para volcar sobre las mentes de los presentes la multitud de ideas y contenidos que atesoran. Esas paredes y ese espacio se convirtieron en el entorno idóneo para poner en boca de todos ellos las palabras necesarias para convertir unos instantes que atesoran con cariño y resguardar en el alma de cada uno de los presentes.

Las formalidades

Antes de la ebullición de las palabras, hubo tiempo de la formalidad del momento que se escenificaba, la donación de unas decenas de libros a los fondos de la biblioteca. Ángel de la Villa fue el encargado de poner voz al sentir colectivo “de un sentimiento de orgullo, por poder dejar aquí este pequeño legado, para que el pueblo lo aproveche y disfrute, o quizá que nos echen los perros”.

Y dejó constancia del agradecimiento de todos, no solo a la biblioteca en la persona de Chari la bibliotecaria, como receptora, especialmente “a Alberto Durán por haber tenido esta bonita iniciativa”. Agradecieron la entrega de los libros la concejal Mercedes Fisteus y el pedáneo José Luis Real, que aseguraron sentirse “orgullosos y felices” de poder asistir a un acto como este, “bastante infrecuente”.

Más adelante, durante la conversación distendida, a los representantes institucionales les dejaron dos peticiones envueltas de sugerencias. La reedición de un centenar al menos de ejemplares del libro 'Caboalles de Abajo, puerta de Leitariegos', del que es coautora María Teresa Martínez, cuya edición está agotada.

La otra sugerencia, menos localista y más genérica para la comarca, la posibilidad de promover un cambio de denominación en el municipio, para que pase de llamarse Ayuntamiento de Villablino, a denominarse municipio o concejo de Laciana.

El sello gastronómico

Para poner el fin a una jornada de reencuentro con las raíces y viejos amigos, un cierre gastronómico se hace obligado en estas tierras de la montaña leonesa, donde todo evento importante se sella con algo que llevarse a la boca.

Los autores habían ya previsto este fin de fiesta encargando mesas en el bar El Sardón donde, pagando a escote, dieron satisfacción al paladar con el fiambre de los entremeses, el pulpo a feira, los postres, todo remojado con un sabroso caldo de las vecinas bodegas bercianas.