El leonés ‘fichado’ por la selección de Brasil que vivió una redención personal con el rugby como aliado

Diego Vidal Souza, con la selección de Brasil.

César Fernández

Con una mezcla de sangre leonesa y brasileña, podría parecer que Diego Vidal Souza estaba predestinado para jugar al fútbol. Fue, sin embargo, su mentalidad 'cazurra' la que lo acercó al rugby para, de paso, superar unos problemas de depresión y ansiedad. Con un balón ovalado bajo el brazo, ya ha vivido experiencias deportivas y personales en varias partes del mundo hasta en cierto modo regresar ahora a su origen materno para ser internacional con la selección de Brasil con el horizonte puesto en participar en el Copa Mundial de 2027, que se celebrará en Australia.

Diego Vidal Souza nació en Puente de Domingo Flórez, el municipio berciano del que procede su familia paterna, a un palmo ya de la frontera con Ourense. Su madre es originaria de Brasil. Y él se crio ya en León capital, donde ya desde pequeño se involucró en los más variados deportes de equipo. Pero no había tocado el rugby hasta que le sirvió como terapia de salud mental cuando cursaba Veterinaria en la Universidad de León. Su sueño entonces era jugar con su hermano Pablo. “Pero él se lesionó y ya no jugó más”, cuenta sobre esos inicios, como en tantos otros casos en España, vinculados al período universitario.

Como muchos otros, Diego Vidal se inició en el rugby durante su etapa universitaria mientras estudiaba Veterinaria y sorteaba problemas de salud mental: "Pero cuando jugaba al rugby, no sentía estrés y era feliz"

Fue en 2017 cuando comenzó a entrenar con el León Rugby Club. Y cambió el chip para dejar de lado su vocación inicial por el fútbol. “Yo ahí mudé mi cabeza. Hasta entonces sólo pensaba: o la Cultural o nada”, sentencia antes de admitir que el rugby le cambió “la forma de ser”. “Por entonces estaba muy aislado socialmente. Pero cuando jugaba al rugby, no sentía estrés y era feliz”, resume sobre aquellos inicios con apenas 20 años de edad y cursando ya segundo de Veterinaria en León. “Ya han pasado cinco años. Y allí conservo a algunos de mis mejores amigos”, añade por teléfono desde Brasil.

De Turín a Sao Paulo pasando por Valladolid e Irlanda

“Ser cazurro, mejorar y llegar lejos”. Con esas palabras se resume desde entonces su receta para la vida y para el deporte. Y fue así como, tras un par de temporadas en la capital leonesa, quiso seguir la línea del rugby cuando se matriculó para hacer un curso con una beca Erasmus en Turín (Italia) y allí fichó por un equipo de la Serie A. La experiencia deportiva resultó provechosa, pero se vio interrumpida con la llegada de la pandemia en marzo de 2020. Ni siquiera una crisis sanitaria mundial iba a ser un obstáculo.

Y es que, de regreso a España, fichó por el Rugby El Salvador de Valladolid, un histórico que supuso otro salto de nivel deportivo al compartir vestuario con jugadores de la selección española y personal al sobreponerse al sacrificio de viajar a León para hacer las prácticas y los exámenes hasta concluir los estudios de Veterinaria. “Se me pasó el año volando. Disfruté muchísimo. Pude terminar la carrera y graduarme sin tener más complicaciones”, enfatiza.

Diego Vidal Souza se valió de doble nacionalidad para aceptar la oferta de ser internacional con Brasil. "Fue la excusa perfecta para seguir al corazón antes que a la cabeza", dice ahora que ha firmado su primer contrato profesional como jugador de rugby

“Me ofrecieron quedarme. Pero yo quería conocer mundo”, afirma para mezclar la mentalidad cazurra con el espíritu aventurero a la hora de explicar cómo llegó a Irlanda y empezó a compatibilizar el rugby con un trabajo como veterinario a tiempo parcial entre julio de 2021 y febrero de 2022 hasta que se lesionó al romperse la clavícula paradójicamente contra el equipo que lo acabó fichando, un conjunto radicado en Cork.

Inquieto por naturaleza, tras superar la lesión gracias a la labor del traumatólogo Jesús Fernández y el fisioterapeuta Javier García, no se lo pensó dos veces cuando le ofrecieron cruzar el Atlántico y establecerse desde junio en Brasil, donde apenas había estado una vez hace quince años. “Fue la excusa perfecta para seguir al corazón antes que a la cabeza”, señala ahora que la cabeza ya no le da problemas y pudo acogerse a la doble nacionalidad para debutar como internacional con la selección brasileña y firmar su primer contrato como profesional. “El salario me da para vivir”, afirma.

Procedente de un país futbolero y ahora residente en otro todavía más, Vidal Souza recalca que Brasil está en una fase de “reconstrucción” con la vista puesta en aprovechar el potencial de sus jugadores. Él, que no pasó por el proceso de formación al uso en una cantera, vive ahora su propia redefinición en una transición de la tercera a la primera línea, lo que multiplica el contacto físico. Lastrado también por la lesión, busca su hueco en el equipo titular de una selección que aspira a clasificarse para la cita mundialista de 2027.

Diego está ahora en Sao Paulo, donde atiende por teléfono la llamada de ILEÓN todavía con la resaca de las elecciones presidenciales que pusieron sobre el tapete “una dicotomía muy grande” en un país tan desigual como lo dibujan los análisis políticos recurrentes. Y ahora que ya ve en el horizonte navideño el regreso a León para entrenar con sus antiguos compañeros, Diego Vidal Souza agradece a sus padres el apoyo para hacer posible su carrera deportiva en el rubgy, que le permite mantener el sueño de jugar un Mundial tras haber esquivado las pesadillas de la depresión y la ansiedad. 

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