Patricia y Alberto, un matrimonio acomodado, intentan reconducir su vida tras la muerte de su hijo pequeño. Hace tan solo ocho meses eran una familia feliz. Ahora se encuentran inmersos en un laberinto de recuerdos, añoranzas y culpabilidades del que les resulta casi imposible salir. Pero, lejos de rendirse, los dos lucharán con todas sus fuerzas para encontrar un camino de vuelta a una vida que podría seguir siendo hermosa. La obra podrá verse sobre el escenario del Teatro Bergidum el próximo 25 de abril a partir de las 21 horas como cierre de la temporada de invierno.
La pieza transcurre en una casa desolada, donde aquella risa que ya no volverá sigue resonando como un grito. Patricia, la madre, quiere borrar todo lo que tenga que ver con el desaparecido porque hasta el más pequeño recuerdo se le clava en el alma. Alberto, el padre, lucha por conservar ropas y juguetes, como si el niño estuviera a punto de entrar de nuevo por la puerta para buscarlos. Y no comprende la actitud de su esposa, hasta que esta le dice: “Tú estás todo el día fuera, en el trabajo. Yo estoy aquí de la mañana a la noche, y le veo en cada rincón”.
El autor, David Lindsay-Abaire, es uno de los dramaturgos más interesantes surgidos en los últimos veinte años. Ha sido galardonado con los más importantes premios teatrales, sus funciones se han representado en decenas de países y cada uno de sus estrenos es esperado en Estados Unidos con muchísima expectación. Sus obras nos hablan de gente normal, personajes que parecen salidos directamente de un documental sobre la clase media y en los que podemos reconocer con absoluta facilidad rasgos de nuestros amigos, familiares e incluso de nosotros mismos.
Con Los universos paralelos ganó el Pulitzer en 2007 y cinco nominaciones a los Tony. David Serrano, que firma versión y puesta en escena, ya había montado del mismo autor Buena gente, función que se vio en el Bergidum hace un par de temporadas. Aquí realiza, según la crítica, “un trabajo minucioso y delicado”.
Marcos Ordóñez subrayó en Babelia que la calidad del reparto es estupenda, destacando el trabajo de Malena Alterio, que “ha de pechar con el difícil rol de Patricia, criatura comprensiblemente hosca, envuelta en alambre eléctrico bajo su calma aparente, que se advierte ya desde la primera escena por su modo de ordenar las ropas del hijo. Alterio es un regalo, una actriz que puede ser payasa y trágica, italiana y británica. Qué maravilla de interpretación, qué continuo sinvivir lleno de vida en su mirada, su escucha, sus gestos más mínimos, todo ello controlado, sin subrayados, sin que parezca estar haciendo nada: pura naturalidad estilizada, orgánica de principio a fin”.
Juan Carlos Vellido, Carmen Balagué, Ángela Cremonte, Álex Postigo completan el reparto de una función que “avanza a su ritmo y sus personajes crecen ante nuestros ojos”.