León regresa otra vez, como cada diciembre desde hace más de tres décadas, a la Era Pop de los años sesenta

Algo pasa en León en el puente de la Constitución para que, desde hace más de tres décadas, las parkas y los vestidos sixties se paseen por las terracinas del Barrio Húmedo y el romántico, y se reúnan en torno a las afamadas tapas de la ciudad. Una estampa que para los leoneses es ya tradición, y que para los medios de comunicación nacionales supone la típica fotografía de la Scooter Run –una salida motera de vespas y lambrettas– a primeros de diciembre.

Y es que León se vuelve púrpura desde hace 34 años y se convierte en la capital del movimiento mod y de la cultura sesentera con su Purple Weekend, que este año dicen que “tiene cartelazo”, con Corduroy, The Fleshtones y los míticos The Charlatans en sus conciertos principales. El Purple Weekend es un emblema y quiere convertirse en el Festival Ciudad más importante del invierno en España.

Una historia que comenzó con cuatro chavales –Alejandro y Elena, que formaron Los Flechazos, y sus amigos Jorge y Silvia– que quisieron emular en 1988 las concentraciones que había en Lloret de Mar y Barcelona, Málaga y Zaragoza. Y les salió bien. Vaya que sí, porque ahora mismo es León el epicentro de la cultura de lo sixtie cada diciembre, mientras que aquellos eventos desaparecieron.

De los primeros años a la actualidad

Alejandro Diez Garín –conocido como Alejandro Flechazo, como líder de aquel mítico grupo primero, y Alex Cooper después– fue uno de los fundadores del Purple Weekend... antes de que fuera Purple Weekend. Fue en el año 88 y recuerda que fue la pasión del grupo de mods leoneses los que organizaron el primer fin de semana Purple. Cuenta que en aquellos tiempos, mediados de los ochenta, había tres eventos mods importantes: en verano una concentración en Lloret y Barcelona, en Semana Santa en Málaga y en Navidad una en Zaragoza. “Eran eventos que se llamaban Concentración Mod, y entonces nosotros intentamos hacernos un hueco dentro del calendario anual de actividades para hacer lo mismo, pero en nuestra ciudad. Después de haber visto lo que hacía otra gente quisimos imitarlo”.

Lo que hoy se podría decir que fue el primer Purple –aún sin ese nombre- fue en el Puente del Pilar, y como tenían contactos con mods de toda España montaron unos conciertos de grupos de fuera con Los Flechazos, que ya empezaban y tenían cierta trayectoria. Recuerda que fueron “el primer día en el Toisón, con Reactores y Flechazos, y el segundo en el Oasis con los Scooters de San Sebastián (él vivió allí) y Los Flechazos haciendo versiones”. También hicieron una serie de actividades y recuerda que “vino cuatro personas de Zaragoza, una chica de Barcelona, un mod de La Coruña, todos los mods asturianos –cuenta ”dieciocho o dieciséis, o algo así“, lo que indica que no era un movimiento precisamente mayoritario– y así se empezó”.

Aquella primera quedada mod en León no era ni siquiera un Festival. “La verdad es que no se usaba la palabra Festival, se hizo mucho después”, indica Alex Cooper. “El Purple Weekend es un evento que se ha distinguido por romper barreras desde el principio. Utilizar la palabra 'Weekend 'fuimos nosotros los primeros, que lo llamamos Purple Weekend por ser el Fin de Semana Púrpura; luego vino el Old Weekend, el Walrus Weekend y el nosecuantitos weekend, pero nosotros fuimos los primeros. Y también los que llamamos a un evento mod 'Festival'. Hasta entonces eran rallys, concentraciones, meetings... y cuando, diez años después, nuestro evento se hizo internacional ya lo llamamos Festival”.

El segundo y el tercer año ya se comenzaron a hacer conciertos grandes en La Mandrágora (una mítica sala leonesa desaparecida en el siglo pasado), Los Flechazos eran muy populares. Su fanzine, Pussycat, se había convertido en el más importante de España, tenían acceso a salas y el Ayuntamiento leonés lo apoyaba, “cosas que en otras ciudades era impensable”, recuerda. “Se convirtió en el evento mod más importante de España muy rápidamente, porque ya había pasado el momento de Lloret, Málaga y Zaragoza”.

El Purple Weekend ha conseguido ya tener un programa bien definido. Es mitad conciertos, mitad actividad cultural, integrándose como una de las fechas más importantes de la Sociedad Civil leonesa tras estas tres décadas. De hecho, es de las más importantes, quizás por detrás sólo de una Semana Santa que podría considerarse el evento más popular de una ciudad en la que las Cofradías han sido desde hace siglos el referente civil más importante, con miles de leoneses participando en ella hasta tal punto que muchos la consideran “la verdadera fiesta de León” y con un alto componente contestatario a la autoridad religiosa, ya que los ciudadanos leoneses mandan en esta época obligando desde la Edad Media (el concejo de León, anterior a los ayuntamientos, tiene más de mil años) a las autoridades civiles y religiosas a servirles para procesionar.

Este festival mod, convertido en el más importante de España y uno de los mejores de Europa, ha congregado a todos los amantes de la cultura sesentera en una especie de cofradía que disfruta intensamente de tradiciones como el Desfile de Moda sixtie y la Scooter Run –una especie de procesión, en moto de algo, similar a una cofradía de escuteristas–, que se espera todos los años de forma un tanto religiosa: como si fueran los sacramentos del Purple. No hay que olvidar tampoco las presentaciones de libros, cajas recopilatorias de discos, proyectos culturales y proyección de documentales, con las que los aficionados de toda España sueñan poder realizar en León cada año. Mucho prestigio es que te seleccionen para ello.

“Una cuestión de pasión”

La continuidad del Purple Weekend, que este año cumple su trigésimo tercera edición –hubo algún año que no se realizó a primeros de siglo, y la pandemia del coronavirus fulminó la edición del año 2020– y ha llegado hasta aquí gracias al apoyo del Ayuntamiento de León, dueño de la marca Purple Weekend, y a la gestión de la Asociación León Centro Gótico que hace unos años se encargó de su organización para que no muriera cuando peor lo pasó, porque tuvo sus crisis. Consiguió el decidido apoyo de la cervecera gallega Estrella Galicia y ha cambiado su dirección artística.

Precisamente este año Alex Cooper aporta su experiencia como director de la Fundación Club 45 –cuya sede se está construyendo en Santa Colomba de Somoza, un pueblín del sur de León, apostando por dotar de atractivo cultural a la España Vacía– y ha vuelto al festival con un asesoramiento técnico y cultural que aporta tres excepcionales exposiciones gráficas: las de tres impresionantes fotógrafos barceloneses '¡Visca el Pop!' de los fotógrafos Oriol Maspons, Joana Biarnés y Leopoldo Pomés, 'Foto Alfredo' una exposición de cartelería de los años 60 –que encierra una apasionante historia porque se desconoce quién era y lanzan la exposición como “un mensaje en una botella” para ver si alguien les cuenta quién era este genial diseñador de carteles de los grupos de los sesenta de la ciudad Condal– y 'Small Faces. ¡3, 2, 1... Contactos!', que se podrán visitar desde primeros de diciembre al 11 de febrero en el Palacín, el espacio cultural leonés aledaño al Palacio de Exposiciones donde se centralizan los eventos del Purple y los conciertos.

Que sobreviviera los primeros años “fue una cuestión de pasión”, asegura Cooper. “Nosotros éramos un grupo muy atípico. Los Flechazos llegamos a un acuerdo con el mánager de Madrid, Manuel Notario, por el que teníamos que tener absoluta libertad para cobrar un caché muchísimo más bajo si tocábamos en un evento mod. Porque nos gustaba y queríamos apoyar nuestra escena. Pasábamos de cobrar un millón de pesetas en una discoteca, a doscientas mil en un rally en Zaragoza. Hacíamos al revés que la mayoría de los grupos mods, que como casi nunca podían tocar, salvo en eventos de lo suyo, entonces aprovechaban para cobrar más”, explica divertido. 

“Elena, y yo, Jorge y Silvia (una pareja amigos nuestros) estuvimos los seis primeros años organizándolo y luego lo organizó otra gente cuatro años más. Y cuando se llegó al décimo aniversario, que tocamos los Flechazos, que tocábamos año sí año no, es cuando se decició a hacer internacional; con la ayuda de la Junta de Castilla y León, de Kike de Los Cardiacos, y ya fue cuando explotó”. 

Ver después de tantos años que León vuelve a las esencias de los sixties cada diciembre le parece una cosa de lo más normal. “Me parece de lo más natural, es parte de nuestra tradición, el Purple es parte de la tradición cultural de la ciudad desde hace mucho tiempo, está tan implantado que no es ni siquiera una peculiarida atípica. Es singular porque León es singular”, considera Alex Cooper.

Y razón no le falta, porque León (ya lo indica el animal de su escudo que representa a su Viejo Reino) es la verdadera Ciudad Púrpura.

El consejo del más veterano

Rico Roces, un apasionado asturiano de 73 años que recomienda fervientemente venir a León

Una de las figuras que más llama la atención de esta trigésimo tercera edición del Purple Weekend es el asturiano, de Luanco, Rico Roces (a la derecha de la foto de grupo que se hizo con las nuevas generaciones del festival en el puesto del mercadillo de Dr. Watson Shoemaker, que realizó la presentación de su excelente producto reclamado internacionalmente en el Palacín este sábado).

“León es un pasón. Toda la gente que viene, no sólo el Húmedo, sino la Catedral, todo. Y la gente de León, que es especial, además, es muy abierta”, destaca. Sobre el ver a la gente tomando sus tapas con sus parkas y las chicas con su moda sixtie lo tiene claro: “Yo creo que eso es el ejemplo de que la elegancia no se puede perder y que lo mod significa también un poco ser especial y dar importancia al cuerpo como escaparate para vestirlo bien”, cuenta Roces cuando se le pregunta sobre la ciudad y por qué sigue viniendo después de tantos años a la ciudad.

Ya estuvo en León en los años sesenta, –“Para ver el concurso de los Grupos de León, que ganaron Los Indonesios y Los Shakers”, rememora– y ya ha vivido lo suyo. Recuerda de los principios del Purple “la gente nueva que llegó en los setenta y ochenta, como Los Murciélagos o Los Flechazos y compañía, gracias a Quadrophenia, al revival del ská” y asegura que León “como capital es una maravilla, porque su gente es muy simpática y acogedora” y asegura que “hay que mantener este festival por encima de todo porque está en unas fechas estupendas”.

Es de los de la vieja escuela, pero conserva una vitalidad que muchos de los que acuden al festival –la mayoría de eloos entre los cincuenta y sesenta años, aunque comienzan a verse veinte y treintañeras, y el Purple organiza los domingos familiares con espectáculos musicales para niños, con intención de crear cantera– ya quisieran tener. Recuerda con los ojos encendidos, que su prima Marlene les trajo en el 57 de Cuba los primeros discos de rock y toda su pandilla dijo al unísono: “Se acabó La Ovejita Lucera, ahí está lo nuestro”. Roces es posiblemente uno de los más veteranos fans de los años sesenta, “y de la música de los cincuenta si me pones”, que ha acudido al la trigésimo tercera edición del Purple Weekend. Si no el que más.

Empezó en Radio Asturias en los ochenta y los noventa donde montó “una especie de Radio 3, los especiales, que hay una película que lo recuerda ahora que se llama Oviedo, más moderna que Londres, que acaban de estrenarla”. Ahora lleva el programa Martes Guagua de Arco FM en Cantabria –en la que en la Asociación Eureka mueve la música de los cincuenta, sesenta e incluso electrónica, comparando esos estilos con lo actual– y asegura que “León es un referente y estamos encantados que haya estado siempre ahí durante todos estos años, y hay que decir que el cartelazo de este año es un lujo”.

“León es un referente”

Sobre la vuelta de los leoneses a los años sesenta, el veterano Roces también lo considera “normal” como Alex Cooper. “¿Quién no vuelve a los años sesenta?”, apunta de forma muy asturiana con una pregunta retórica. “En esos años están las bases de cuarenta mil cosas. Lo que hicieron Los Flechazos, lo que hizo la gente de Agentes Secretos, y los mods de los ochenta en España como los de Málaga, y Los Negativos y compañía... ¿Cómo no iban a volver a los sesenta si estás metido en la música? Y afirma que ”eso mismo hacen Las Kasettes de Pamplona, Nacho Vegas, Manta Ray, todo el mundo de Xixón... ¿Quién no tiene sus raíces en los sesenta?“, vuelve a reiterar con otra pregunta dialéctica. 

“León es el emblema de rescatar esa música. Es una referencia cultural de toda la vida, y no sólo este festival sino todo lo que hay alrededor, lo que envuelve culturalmente a León, todo lo que hay... y además se respira bien, uno se 'seca' –esto es lo que suelen decir los asturianos cuando bajan a León a veranear–, no hay humedad y los pulmones curan muy bien. Que es normal que venga todo el mundo. ¿Cómo no van a venir?”, termina.