'La estrella azul': el músico

Mauricio Aznar fue un músico aragonés que lideró las bandas de rock Golden ZippersMás Birras y Almagato. Fue conocido sobre todo a nivel local y su mayor éxito llegaría con la versión que Héroes del silencio hizo de su tema ‘Apuesta por el rock and roll’. Admirador desde niño de Atahualpa Yupanqui y el folclore argentino, en 1993 decide viajar a Santiago del Estero para descubrir a Don Carlos y su familia, los Carabajal; para empaparse de chacareras, zambas y vidalas; para escapar de su  adición a la heroína y del hartazgo de sentirse perdido, para llenar su vacío creativo y vital, para buscarse a sí mismo, para encontrar la redención del hombre y del artista a través de la música. 

La ópera prima de Javier Macipe es la historia del viaje interior y geográfico de este poeta con guitarra que murió demasiado joven. El director y guionista de esta pequeña obra de arte se tomó su tiempo para crearla, para cultivar los delicados trazos de esa brocha emocional con la que nos llega a conmover de una forma casi primitiva, pura y desnuda de disfraces formales, arrebatadamente cautivadora desde su irrenunciable búsqueda de la verdad. Esta rareza feliz y genuina es una celebración del poder del arte para cincelar y transformar todos esos rincones del alma que nos distancian de la zoología. No es una biografía musical al uso, no va del ascenso y caída de un ídolo local de rock, va de la búsqueda de esa música que habita en nuestro interior.

Todo en La estrella azul resuena a autenticidad, desde el retrato de esa Zaragoza ochentera y nocturna hasta los paisajes horizontales de las serranías argentinas a las que llega Mauricio en busca de una identidad musical. Es difícil encontrar películas que respiren esa belleza casi residual de lo genuino, ese naturalismo paisajístico y humano. En el lienzo argentino de Macipe se mezclan ficción y retazos de cine documental para dar espacio al humor y al amor, a la hermosa sencillez de unos diálogos que flotan ligeros sobre la trama y a unas interpretaciones que suenan tan sencillamente veraces como la guitarra de Don Carlos. Su cuadro es un hermoso óleo sobre el poder sanador de la poesía y los amigos, sobre la melancolía que cabe en todas esas canciones que cuentan alguno de nuestros días sobre el mundo.