Columbrianos, Ocero, Priaranza del Bierzo, Voces y San Juan de Paluezas son algunas de las localidades de la comarca berciana en las que el escultor de Narayola Víctor Lobato, más conocido en el mundo del arte como Rixo ha instalado a lo largo de los últimos años sus impresionantes piezas, elaboradas a partir de un tronco de árbol. El artista, que ubicó su taller hace más de dos décadas en la localidad de Villavieja, cerca del Castillo de Cornatel, restaura ahora la primera de sus grandes creaciones, un homenaje a las antiguas segadoras del Bierzo, que se instaló en la localidad ponferradina de Columbrianos hace ahora 18 años.
Alumno de la Escuela Taller de Ponferrada donde completó su formación en carpintería, Rixo tuvo su primer contacto con el mundo de la escultura cuando todavía era un escolar. “Un compañero mío empezó a rayar una tiza con una navajita que había comprado, yo le pedí que me la dejara y empecé a tallar y me acabó saliendo el desnudo de una mujer. Todo el mundo se quedó sorprendido, yo el primero, porque no sabía que tenía esa cualidad”, explica el artista. A partir de esta primera creación, el escultor modeló una serie de desnudos en ese material frágil, para deleite de sus compañeros.
El paso a la escultura en madera se produjo de una manera muy natural, recuerda el escultor. “El ser humano siempre ha trabajado los materiales que tiene cerca en su entorno natural. Yo no dejo de ser un niño de pueblo, que tenía palos y una navaja. El niño que habita en mí, el que tallaba palos, sigue vivo. Hacer esto es mimarlo, regalarle todo lo que quería cuando era pequeño”, asegura Rixo
Desde su primera escultura, 'Culto al cuerpo sin alma', talada en un tronco hueco de cerezo en su Narayola natal, las cañas, los troncos, los tablones y los árboles han sido la materia prima con la que ha alimentado su creación. “Me gustan los retos, cambiar de maderas, de formas y de movimientos”, confiesa y destaca su afán por evitar que sus obras estén “cortadas por un mismo patrón”. Lo cual no evita que, siendo originario “de un entorno social de agricultores, de gente muy trabajadora”, los “rasgos duros” sean una de las características que identifican sus creaciones. “Vengo de gente ruda, no viene a cuento que yo haga una cara fina”, reconoce al respecto.
El escultor, que también trabaja por encargo los campos de la carpintería y la ebanistería creativa en los que elabora desde muebles y puertas a galerías y corredores, asegura: “La escultura es mi manera de expresar cosas que si me subiera a una silla a decirlas, se me tacharía de loco”. En el caso de las esculturas a pie de calle, elaboradas por petición de las correspondientes juntas vecinales, Rixo considera que la obra le pertenece durante el proceso de diseño y creación. “Cuando termino mi trabajo, esa escultura es del pueblo”, explica.
La segadora de Columbrianos
La primera de esas grandes esculturas públicas en ver la luz, la segadora tallada hace casi dos décadas en un olmo situado junto a la Casa de la Cultura de Columbrianos, vive ahora su proceso de rehabilitación, después de comprobarse que la humedad absorbida por el tronco a lo largo de los años había provocado que la madera del interior se pudriese. La obra representa a una mujer campesina llevando de comer a los hombres que están en la siega. Rixo recuerda que levantar la escultura fue un trabajo de tres meses y medio que se compaginó con un curso de carpintería impartido por el propio artista.
En el último mes, y gracias a los 4.000 euros del plan de pequeñas obras que la junta vecinal destina a la rehabilitación de la escultura, el artista ha eliminado las partes estropeadas para consolidar el interior con la introducción de un nuevo tronco, que se coserá con tornillería especial. Tras este proceso, la escultura, que nunca se había separado del suelo, se levantará sobre una peana de hierro, que se forrará con madera, también de negrillo.
Creaciones a pie de calle
El homenaje a la segadora no es la única obra de Rixo en Columbrianos, ya que las autoridades de la localidad le pidieron, años más tarde, que levantase otra pieza en recuerdo de la importancia que tenía en tiempos pasados el propio negrillo en el proceso de anidación de las cigüeñas durante su periodo de apareamiento. El resultado de la petición fue la obra 'La danza nupcial', que representa a dos de estas aves haciendo sonar su característico canto con el batir del pico. La parte baja de la escultura representa a un niño tallando un corazón en la madera, en un íntimo homenaje del autor a su niño interior, el que tallaba palos con su navaja.
El negrillo también fue el árbol que utilizó Rixo en la localidad de Ocero, en el municipio de Sancedo. Allí, los más ancianos recuerdan que el gigante de madera reconvertido ahora en obra de arte era capaz en vida de cobijar bajo su copa a toda una orquesta llegada para las fiestas mayores. El enorme árbol, antaño centro de la vida social de la localidad, tiene escarbada en su piel la memoria de esos días con la figura de un hombre enganchando un bando municipal en su superficie.
En Priaranza del Bierzo está otra de las obras más conocidas y de las que más interés despierta entre los visitantes. Se trata del 'Templario en posición de guardia', un caballero de la misteriosa orden, rodeado de enigmática simbología, que el artista elaboró como parte de un curso de formación. Voces, San Juan de Paluezas o Ferradillo son otras de las localidades de la comarca que albergan obras de Rixo, en algunos casos inacabadas.
La última de ellas, levantada en 2015 en la localidad de San Pedro Castañero, en el municipio de Castropodame, constituye un homenaje a la recogida de castañas, cuya importancia en la pequeña población fue tal que incluso le dio nombre. La obra, como no podía ser de otra manera, está tallada sobre un castaño y en su elaboración colaboró el alumnado de otro curso formativo financiado por la Secretaría de Estado de Asuntos Sociales, Discapacidad y Familia, lo que añade al trabajo de Rixo una dimensión social.
Nuevos retos
De cara al futuro, Rixo se marca el objetivo de “abrir nuevas vías para la expresión, más fáciles y útiles”. “Quiero asumir retos diferentes: esculturas más grandes, con movimiento, con otros materiales como hierro o piedra”, explica el artista, que reivindica que “cada material pide una cosa”. “Quiero usar hierro para hacer arte contemporáneo, piedra para el arte realista y madera para cualquier obra, aunque no me veo haciendo algo moderno con madera”, asegura.
En su taller, el escultor ultima la preparación de una fragua que le servirá para llevar a cabo trabajos de fundición, así como una sala donde trabajar exclusivamente la piedra. “No quiero mezclar escorias”, asegura el artista, que ya tiene separadas físicamente la sala de la zona de madera en la que trabaja con máquinas de la que utiliza para tallar a mano. “Siento pasión por mi oficio, por eso sigo aprendiendo y evolucionando”, explica.
En ese sentido, Rixo considera que “ningún creador debería tener derecho a saltarse las etapas históricas del arte”. “Primero hay que aprender para luego olvidar lo aprendido”, defiende el artista, que asegura que la nueva etapa que quiere abrir en su obra le llevará a explorar nuevas formas de expresión. “Hasta ahora he estado aprendiendo técnica, pero ahora empiezo a jugar”, advierte divertido, dejando entrever la sonrisa pícara del niño que pasaba las horas tallando figuras en palos.