Hace 10 años (y dos meses) se lanzó al mercado un disco que revolucionaría la manera de entender la música en español. Se trata de “El Salmón”, un conjunto de 103 canciones (previo filtro de 300), distribuidas en 5 discos pero sin un formato de recopilatorio o similar.
Este disco fue toda una sorpresa, no sólo por su inhabitual forma, sino también por su contenido. Andrés Calamaro venía de haber hecho álbumes redondos como “Alta Suciedad” u “Honestidad Brutal” (éste ya con casi 40 canciones) y de repente se plantó con un gran álbum de canciones muy poco trabadas, para el que además casi no hay promoción y apenas concede entrevistas salvo unas pocas en prensa.
Para entenderlo hay que conocer cómo fue su proceso de grabación: un sonido muy casero y experimental, bajo el que se esconde una atmósfera continua de droga y sin apenas salir al exterior. La mayoría de las canciones corresponden a la primera toma, sin llegar a regrabarse otra vez en lo que él mismo lo define como un “método kamikaze de composición frenética, únicamente dedicados a encender el fuego sagrado de la inspiración y la locura”.
Dentro de este disco, que desprende una gran melancolía, podemos encontrar todo tipo de canciones. Tenemos unas pocas que siguen su estilo musical más característico como “Ok perdón”. Pero Calarmaro también explora otras vertientes creativas, como canciones en las que habla de drogas de manera expresa o versiones de todo tipo: desde The Beatles o The Rolling Stones hasta tangos y canciones populares argentinas. Y, por si no fuera poco, llega a hacer una autoversión de su gran canción “Flaca”.
Y es que ya lo dijo Calamaro en su día: en diez años la gente estará hablando de El Salmón.