Es el Día del Orgullo Friki: homenaje a la 'ducha-ducha que ducha duchas'

Todos los fricazos de España están preparados para celebrar el viernes que viene el 'Día del Orgullo Friki' un trasunto del 'Día del Orgullo Geek' estadounidense que en nuestro país llamó a disfrutar por primera vez 'Señor Buebo' en 2006. Doce años ya del día en que los aficionados a los cómics, los juegos de rol, las pelis de superhéroes y las series de televisión (y todo aquello en que la gente es experta al máximo nivel superlativo) pierden la 'vergüenza' y se lanzan a pasárselo genial haciendo un poco 'el cabra' por el mundo alante.

Y como no puede ser de otra manera, esta sección, resucitada hace poco menos de un mes —aunque antes se leía en ILEÓN en un blog—, recuerda sus orígenes más ocultos y 'vergonzosos' (dentro de lo que es el Orgullo Friki, claro), con la reedición de su primer artículo hace más de diez años, cuando se publicó esta sección por primera vez en uno de los digitales de León más antiguos; y de peor recuerdo, porque dejó a decenas de periodistas sin cobrar tras pulirse 400.000 euros de capital social en 2008.

Hablamos del mítico artículo 'La ducha-ducha que ducha duchas' en el que se homenajeaba ya entonces (29 de mayo de 2008) a uno de los editores más locos y alucinantes que ha parido el periodismo patrio de este tipo de 'género' raruno, gamberro e inclasificable. Jesús Díaz, quien lanzó Gizmodo en español; lo que en unos años le lanzó al 'jornalismo' estadounidense para convertirse en una estrella. “De la muerte”, por las risotadas que producían sus artículos, sobre todo los de Nokia en los que nunca ponía la foto de su director ejecutivo sino que lo representaba con una imagen de Darth Vader (viejuno es quien ha visto y quien te ve, Nokia; tú, la compañía de móviles con un plan infalible de dominación mundial en 2006).

Además, aprovechamos que el día 25 no sólo se celebra el Día del Orgullo Friki, sino también el 'Día de la Toalla', un homenaje a Douglas Adams, el autor de 'La Guía del autoestopista galáctico' (cuya película, curiosidades del destino, protagonizó 'Bilbo Bolsón' en 2005), lo que se aprovecha para efectuar una extraña conexión (más bien una pirueta con alharaca) con la ducha-ducha que ducha duchas... un artilugio que sólo se puede explicar... leyendo este 'post remember' del mismo autor que perpetra esta sección. Sí, el tío raro este que suscribe que se equivoca de Día de la Toalla y se saca fotos todos los años con una para celebrarlo.

Lean, lean sobre la ducha-ducha que ducha duchas (vaya que si es extravagante el títular) tras el salto en el tiempo después de ver una foto que parece que no tiene nada que ver... que muestra una ducha de lo más normal con una chica cubierta con una toalla; pero es lo que tienen estos frikismos, que se saca diversión de donde parece que no se puede sacar.

Mítico: 'la ducha-ducha que ducha duchas'

Este artilugio es uno de los friquismos míticos de la Internet. Lo descubrió Jesús Díaz, el anterior editor de Gizmodo, hace un par de años. Este aparato es algo extraño, digno de ser observado por delante y por detrás, por arriba y por abajo. Es una ducha que ducha la ducha después de que uno se duche. Aunque parezca un peculiar juego de palabras, es verdad y encima lo venden: “Imagínese entrar dentro de una ducha fresca y limpia cada vez que se vaya a duchar sin tener que limpiarla”, dicen en la página promocional de Intelligent Consumers Products, Inc (o sea, Productos para Consumidores Inteligentes, SA en versión estadounidense). El mundo de la Internet es así de raro.

Jesús Díaz explicaba en su momento que si se instalaban muchas duchas-duchas que duchan duchas en el mundo “podría ocasionarse un colapso en el tejido de la realidad universal”. Cachondo él, aseguraba que si este aparato efectúa este trabajo de trabalenguas “y después de usar la ducha-ducha, luego se ducha la ducha-ducha... se podría crear un ciclo ducha que ducha que te ducha hasta el infinito y más allá, causando un pliegue en el continuo espacio-temporal”. Esto, si alguien ha logrado entenderlo, significaría que uno estaría “obligado a alicatar el baño después de que se abrieran las puertas del mismísimo infierno debajo del bidé”.

Vamos, que esto es un lío de duchar por aquí o duchar por allá. Pero lo peor es que Díaz consideraba con su sorna habitual que “en cualquier caso este aparato hace feliz a la gente”. “Vamos, feliz no. Eufórica, sólo hay que mirarle la cara a la modelo” de la fotografía en la captura de pantalla. Por cierto, el aparato en cuestión es ese rectángulo alargado que tiene un tubo largo a la izquierda.

La empresa que vende la ducha-ducha que ducha duchas lo tiene muy claro: “La imaginación se hace realidad con el sistema ducha-ducha automático de limpieza. Pulse el botón, márchese, y deje a la ducha-ducha que haga el trabajo por usted”. El mundo friqui es lo que tiene. Aunque lo cierto es que nunca se sabrá cuántas duchas-duchas que duchan duchas —¿a que se hace pesado el nombrecito?— se han vendido en estos dos años. Pero fijo que algún comprador compulsivo lo ha hecho.