150 kilómetros separan León capital del Centro de Recuperación de Animales Silvestres (Cras) de Valladolid, que se convierten en casi 300 kilómetros desde algunos puntos como la comarca de Ancares o 240 desde Picos de Europa o La Cabrera. Esta es la enorme distancia que separa a muchos animales que resultan heridos en León, la provincia con más Reservas de la Biosfera del mundo, del lugar donde se intenta su recuperación o se analiza la causa de su muerte en el peor de los casos.
Se trata de un traslado sistemático de todo tipo de ejemplares, muy numeroso incluso aunque sólo se lleven a Valladolid los casos más serios y comprometidos, ya que otros muchos son tratados en el Hospital Veterinario de León, que depende de Universidad de León.
Los datos oficiales de la Fundación Patrimonio Natural, de la que dependen este centro y el ubicado en Burgos, ambos por lo tanto responsabilidad de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta, indican que sólo el año pasado el Cras de Valladolid recibió 209 ejemplares de todo tipo de fauna procedente de la provincia de León.
El lobín de Luna
Los ejemplares son recogidos por agentes medioambientales o el Seprona de la Guardia Civil en toda la provincia, al igual que ocurrió con el reciente y polémico caso del lobezno supuestamente encontrado sin madre ni manada en Abelgas de Luna, que el Instituto armado entregó “en buenas condiciones físicas”, según una información de la Subdelegación del Gobierno, pero que murió no se sabe si en el largo traslado o en su estancia en el centro pucelano.
Este caso ha vuelto a poner sobre la mesa un flagrante incumplimiento. Y es que en noviembre de 2016, hace ya casi cuatro años, el consejero leonés Juan Carlos Suárez-Quiñones, firmó con el rector de la Universidad de León, Juan Francisco García Marín, un convenio marco con el compromiso de que el Hospital de Fauna de la Facultad de Veterinaria de León actuara como centro de recuperación de la fauna silvestre, al nivel del el vallisoletano o el burgalés.
Todo lo que haría falta
Tal promesa requiere materializarse en inversiones de la Junta, que convertirían el centro de León en el único vinculado a la única Facultad de Veterinaria de toda la Comunidad. Y además del reparto de costes, habría que concretar qué especies albergaría el centro leonés, por qué protocolo se regirían sus tareas, cómo se articularían los ingresos y altas o si tras éstas últimas se derivaría después a los animales al centro de la Junta en Valsemana, una dehesa natural de 857 hectáreas donde se mantienen a los ejemplares antes de devolverlos a su medio.
En aquel convenio de 2016, la Junta resaltaba que en “las áreas concretas de colaboración incluyen que en el Hospital de Fauna de León se realizarán diferentes servicios de diagnóstico, asistencia clínica y hospitalaria de animales silvestres, prestará su contribución al banco de recursos genéticos de muestras biológicas, la realización de análisis microbiológicos y toxicológicos, así como estudios anatomopatológicos y genéticos, todo ello en relación con especies silvestres como una formación práctica para los alumnos e investigadores”.
Pero en este tiempo, en casi cuatro años, nada. Ya en 2019 García Marín admitía, con desánimo, que aquel compromiso nunca ha tenido ninguna concreción por parte de la Junta.
Muchos precedentes
Y eso que el caso del infortunado lobezno de Luna, cuya “necropsia definitiva” para conocer la causa de la muerte y descartar o no una mala praxis “se está elaborando”, según fuentes de la Consejería, no ha sido el único polémico, ni mucho menos.
Ocurrió, por ejemplo, con el extraño ejemplar de buitre negro capturado en latitudes tan poco habituales como Soto de la Vega, cerca de La Bañeza, en septiembre del pasado año, que también 'visitó' el Cras de Valladolid para recuperarse de sus heridas.
Fue el mismo destino del oso pardo encontrado en estado de descomposición en Burón también el año pasado, que ya censuró Unión del Pueblo Leonés (UPL) entonces.
Más grave aún el caso de un urogallo que apareció muerto en un parque eólico, primero documentado en España como posible demostración de la incidencia nefasta las palas eólicas para una especie en riesgo total de extinción y cuya población prácticamente se centra en la provincia leonesa. También aquella urogallina fue trasladada y analizada en Valladolid, después de mucho tiempo congelada antes de que iLeon.com lo desvelara.
Sin embargo, el caso que más puede recordar al del pequeño lobo ocurrió en 2011, cuando la osezna Jimena, encontrada en Villablino y trasladada al Cras de Burgos en aquella ocasión, falleció debido al miedo y al estrés de un traslado previo a su reintroducción a la naturaleza. Su necropsia puso de manifiesto que sufrió oficialmente “miopatía de captura”, un riesgo presente en todas las operaciones de manejo de animales salvajes, silvestres e incluso domésticos.
Igea 'quitándole hierro'
Pese a todo y sin resultado de la necropsia al lobezno de la comarca de Luna, el vicepresidente y portavoz de la Junta, Francisco Igea, defendió el pasado jueves la praxis seguida en su caso, resaltando la profesionalidad y prestigio europeo de todos los centros de atención de fauna salvaje en la Comunidad, Valladolid incluido. Eso sí, relativizando la trascendencia de su muerte en plena pandemia por el coronavirus.
La reacción a sus palabras, y al propio nuevo caso de un traslado a Valladolid de fauna aparecida en León, ha provocado una nueva reacción leonesista. Por eso, el procurador de UPL Luis Mariano Santos aprovechará su única pregunta parlamentaria en el Pleno de las Cortes autonómicas de este martes para que el Gobierno de la Junta le responda si “piensa la Junta cumplir con su compromiso y crear un centro de recuperación de animales silvestres en León”. La pelota queda, nuevamente, en el tejado del leonés Suárez-Quiñones.