Túnez-León-Túnez, un viaje marcado por la primavera árabe

Isabel Rodríguez

“Ojalá se extienda, ya es hora de cambiar”. Era la frase de esperanza que hace un año proclamaba Myriam Abdennebi, una tunecina asentada en León desde dos años atrás a quien ileon.com entrevistó para profundizar en la entonces incipiente primavera árabe. Desde León, Myriam asistía con ilusión al movimiento que, fraguado en su pueblo, se extendía como una mancha de aceite por los países vecinos despertando a sus ciudadanos del letargo dictatorial.

Esperaba que se consiguiera la ansiada libertad para volver en algún momento a su tierra convertida en profesora de español. Y un año después ha conseguido su sueño. Aunque continúa a distancia con la tesis que comenzó en la ULE y de la que pronto hará la defensa, ya imparte clases de español en la universidad de su ciudad natal, Gabés, al sur de Túnez.

Hemos conseguido que muchos inversores vengan a Túnez; antes les pedían altos porcentajes para la creación de cualquier proyecto

Myriam se ha encontrado a su vuelta con una libertad de expresión de la que allí nunca había disfrutado “Antes no existía casi libertad y la democracia estaba ausente”, comenta.

Lo más positivo de la revolución es que, según esta tunecina, “ha servido para crear empleos y reducir la famosa crisis económica”. “Hemos conseguido que muchos inversores extranjeros se animen a hacerlo en Túnez ya que antes, con la corrupción, les pedían siempre altos porcentajes para la creación de cualquier proyecto”.

A pesar del optimismo con el que ve la buena época, la joven reconoce que es necesario más tiempo para que los cambios se asienten. Este sábado hace justo un año desde que Ben Alí hizo las maletas para abandonar, tras 23 años, la presidencia de Túnez. Su intento previo de mantenerse en el poder mediante un discurso en el que prometía no presentarse a la reelección en 2014 fue en vano. La masa indignada no iba a decepcionar a Mohamed Bouazizi, el joven que prendió la mecha de la revolución tras quemarse a lo bonzo 10 días antes por su harazgo del desempleo, la falta de alimentos y la corrupción.

Las primeras elecciones democráticas no se celebraron hasta octubre del pasado año y, según explica, Myriam, el nuevo Gobierno ha pedido seis meses para resolver la mayor parte de los problemas.

La falta de seguridad o los restos de corrupción que dejó el antiguo régimen son algunos de ellos. Myriam señala también que “faltan alimentos esenciales porque los están llevando a Libia” y llama la atención sobre que “los salafistas han aprovechado la transición para perturbar el orden, a pesar de que el Gobierno ha conseguido controlarlos”.

Para concluir este proceso, además del tiempo, Myriam considera que es esencial que exista transparencia en las actuaciones del Gobierno, porque fue precisamente su ausencia lo que llevó a la situación anterior. “Tranquilizar al pueblo con sinceridad”, sí, “pero sin falsas promesas”.