Cierra la mítica Casa del Soldado, el original comercio de solera en el corazón del Barrio Húmedo de León, la Plaza de San Martín. Y no es un cierre cualquiera. Es el amargo adiós del negocio familiar de Jose Fuertes Alonso, heredado de varias generaciones y que ha marcado la historia comercial de un barrio que, con su desaparición, apenas mantiene ya establecimientos históricos en activo.
En su conocido emplazamiento actual el negocio sumaba más de 30 años, a los que hay que añadir al menos otra década cuando estuvo abierto en la parte superior de los urinarios de la Plaza Mayor, en un local junto a la actual tienda de cestería. O sea, que cuando la familia de Jose decidió convertir en negocio la compra-venta de todo tipo de material e iconografía militar, no habían abierto ni La Bicha ni el Bar Valdesogo, acaso los más veteranos del Húmedo.
Desde entonces, la Casa del Soldado era un peculiar reducto tan especializado en el sector que a día de hoy, reconoce su afligido propietario, “no había otro en todo el norte de España”. Lo cual explica que “todavía mis clientes vinieran cada año muchos de ellos desde Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco o Cataluña”.
Las causas del cierre son, básicamente, tres. La primera, el declive para su negocio que produjo la profesionalización del Ejército en España. Hasta 2011 todo iba viento en popa porque el coste del material castrense que obligatoriamente debían asumir los jóvenes llamados a filas se reducía considerablemente adquiriéndolo de segunda mano. Desde entonces, los beneficios en caída libre se han centrado sólo, casi en exclusiva, en el coleccionismo y la nostalgia.
De estas muñecas, de todos los ejércitos y cuerpos de seguridad del Estado, tan sólo le quedan una unidad. / Carlos J. Domínguez
Irónico fin a la 'Plaza de las Tiendas'
Por otro lado, el aumento “desorbitado” de las rentas antiguas como el de su mítico local “acaba con el poco comercio que queda en sitios como el Húmedo”, algo que se ha incrementado desde la peatonalización de gran parte de las calles del barrio hoy sólo asociado ya con la hostelería. Algo que Jose lamenta, recordando que “esta plaza se llamaba Plaza de las Tiendas... y ya solo quedaba la mía. Quedaba”. Irónico.
El tercera bayonetazo mortal ha sido Internet. “Un negocio familiar como el nuestro, de varias generaciones, ya es casi imposible de sostener frente a Internet, que ha hecho mucho daño; a pesar de lo que lo nuestro era todo producto nacional, no importación, y que en calidad no teníamos competencia, lo cierto es que llevamos unos años en los que la gente mira, por encima de todo, el precio, y así...”.
Clientes, amigos
Hasta ahora, aguantaron Jose y su mujer con “clientes que ya son amigos”. Tengo unos chavales que llevarán viniendo 25 o 26 años, y claro todo esto lo echaré de menos“, incide, a sus 52 años de edad.
Algunas de las cientos de insignias que conserva la Casa del Soldado. / Carlos J. Domínguez
De momento, en la puerta de su local aún reza un 30% de descuento por liquidación, y es que a ratos aún abre para dar salida a los restos que le quedan, valiosos porque “es un tipo de mercancía que ya no se consigue”. Hasta hoy, que ya sólo abre para ir desmantelando viaje a viaje un catálogo del mundo militar español en el que cada pieza es un recuerdo. En septiembre, o sea, ya, sus pesadas contraventanas de madera y la trapa metálica sellarán para siempre este comercio único e irrepetible y acaso, con el tiempo, José Fuertes abra “algo, una dirección de correo o una paginita” en Internet para nostálgicos y coleccionistas.