El exconcejal de Ponferrada, fundador y líder de Coalición por el Bierzo, Pedro Muñoz, condenado a penas que suman 16 años y 11 meses de cárcel por un delito de maltrato habitual en el ámbito familiar, otros tres de maltrato en el ámbito familiar y uno por lesiones agravadas, con los agravantes de parentesco y discriminación por razón de género, contra su exmujer, Raquel Díaz, ingresó en la tarde de este domingo en el Centro Penitenciario de Mansilla de las Mulas (León) en cumplimiento del auto dictado por la Sección 3 de la Audiencia Provincial.
El expolítico berciano casi apuró el plazo de diez días -que expiraba mañana lunes- establecido para su internamiento provisional, comunicado y sin fianza, en consonancia con la reclamación planteada por el Ministerio Fiscal y las acusaciones particulares, tras la sentencia condenatoria recurrida por el condenado, para evitar el riesgo de fuga y que pudiera atentar contra los derechos de la víctima.
El auto dictado por la Sección 3 de la Audiencia consideró “proporcional y necesario” acordar la prisión provisional y señaló que “el relato fáctico era suficiente para desvirtuar su presunción de inocencia”, además de aludir al riesgo de fuga y la necesidad de proteger a una víctima en situación de grave vulnerabilidad “precisamente, como consecuencia de los hechos cometidos por el acusado que, de encontrarse este en situación de libertad provisional, podría verse en peligro”.
Muñoz ingresó por primera vez en prisión el 2 de junio de 2020 y fue puesto en libertad provisional el 25 de mayo de 2022, hace casi dos años ya. Y es que la condena por intentar matar a la que fuera su esposa, y con la que compartía formación política en Coalición por el Bierzo, ha tardado casi cuatro años tras la brutal última agresión que la dejó tetrapléjica.
Raquel Díaz fue trasladada al Hospital de El Bierzo de Ponferrada primero y dada la gravedad de las lesiones que sufría fue derivada inmediatamente al Hospital de León a finales del mes de mayo de 2020. En ambos centros sanitarios su primer diagnóstico fue “muerte cerebral”. Hoy, está postrada en una silla de ruedas y vive en un centro de dependientes donde está rodeada de personas mayores.