La noche del lunes y la madrugada del martes, 11 y 12 de agosto, han sido de las peores vividas en los últimos años en numerosas comarcas y poblaciones rurales de la provincia de León.
Al ponerse el sol, los incendios forestales aparecían en la mayor parte de los casos muy cerca de las poblaciones, ante la grave preocupación de numerosos vecinos al no saber qué evolución seguirían las llamas voraces.
Mientras, todos los operativos disponibles, desde los autonómicos a los estatales, cuerpos de bomberos o Guardia Civil, se afanaban unos por tratar de mantener a raya los incendios más peligrosos y otros en atender a la población, asustada, incluso dirigiendo las labores de desalojos preventivos.