La huella de los GRAPO en la montaña de León de la que pocos se atreven a hablar todavía en la actualidad

Hay historias, vivencias, creencias populares, leyendas y silencios, muchos silencios, que viajan en el tiempo y construyen relatos. El lacianiego Jonatan Rodrigues nació en Caboalles de Abajo en 1987 y creció en Villaseca de Laciana escuchando comentarios entre murmullos sobre los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), la banda terrorista armada vinculada al Partido Comunista de España reconstituido, PCE(r), que surgió en plena oleada estudiantil y obrera contra la dictadura de Franco, llegó a la provincia de León a través de la minería del carbón, dice no estar desarticulada y mantiene su huella impresa en la montaña leonesa, hasta el punto de que son pocos los que se atreven a hablar de ella en la actualidad.

Desligar el mito de la realidad y poner luces en las sombras de este apartado de la historia reciente de España ha sido su materia de investigación durante los últimos años, primero para su Trabajo Fin de Máster, de manera más amplia para su tesis doctoral y que ha resumido en un libro divulgativo que publicó de la mano de la editorial leonesa Marciano Sonoro.

“Hay una concepción errónea de los GRAPO en lugar, tiempo y forma”, empieza relatando Rodrigues a ILEÓN, que dedicó más de dos años a escarbar en la hemeroteca para desenmarañar los entresijos de la banda armada. “Me costó muchísimo”, subraya, “porque es muy difícil hablar de los GRAPO, sin embargo, de ETA no. Son los apestados de los apestados”, lo que queda en los márgenes, aquello que ni siquiera se utiliza como arma arrojadiza en política.

“Tenía la idea de que nació en mi pueblo”, en Villaseca de Laciana, “pero otros decían que había nacido en Ferrol. Si tenemos que poner un punto de nacimiento de los GRAPO, es el año 1975 en Madrid”. Y el porqué, algo “espontáneo”. Son el culmen de la idea de necesitar la lucha para combatir la dictadura, el brazo armado del PCE(r), “y esa parte es la que no se quiere descubrir, la política, porque sería como 'justificar' sus acciones violentas”.

En ese sentido, el sello distintivo del PCE(r) era “acabar con el franquismo, el posfranquismo y la herencia del franquismo”. Los últimos fusilamientos de 1975 prendieron la mecha de un buen número de afiliados al Partido Comunista que decidieron tomarse la justicia por su mano. “El PCE(r) y los GRAPO no son una unidad, son dos organizaciones con lazos de dependencia muy fuertes. Hace falta ser comunista para ser del PCE(r), pero para ser GRAPO no”. Entonces, ¿cómo, cuándo y por qué llegan los GRAPO a León?

Los GRAPO en León

Lo que llega a León, entrando por Laciana, no son los GRAPO, es el PCE(r). Mineros lacianiegos y algunos estudiantes empiezan a simpatizar y afiliarse al partido comunista, la ideología de izquierdas impregna la sociedad, algunos comienzan a militar en los GRAPO y muchos colaboran de manera activa o toleran con su silencio cómplice los robos de dinamita en las explotaciones mineras para sus acciones armadas, los impuestos revolucionarios para financiar la banda terrorista, los atracos a bancos, secuestros exprés de empresarios y los delitos de sangre. Una vez en la provincia, “primero se expanden al Bierzo y después a Asturias”.

“Hay un informe policial que dice que en su máximo apogeo, los GRAPO sumaron 350 militantes”, de los cuales Rodrigues tiene 'controlados' entre 150 y 200, “entre los años 1968 al 1983, no conviviendo todos en la misma fecha”. En la provincia de León llegó a haber, o a tener constancia, de una veintena, en su inmensa mayoría de Villaseca de Laciana, pero destaca uno de Las Grañeras (El Burgo Ranero) y otro de Ponferrada, José Antonio Ramón Teijelo, aun en prisión.

“No había un comando estable operando en la provincia, actuaban donde y cuando tenían apoyo de la gente y del partido”. En su libro, 'Los GRAPO contra el Estado', Rodrigues recoge medio millar de acciones armadas en todo el país, cinco en distintos puntos de León: un robo de 400 kilos de explosivos y mil detonadores en la Mina Grupo Lumajo en Laciana en el 77, un atentado mortal contra un guardia civil en la calle Daoiz y Velarde de León en 1979, en ese mismo año se produjeron dos atentados contra obra civil entre León y Astorga, uno en la vía de tren y otro en la carretera nacional, y, el último, fue un atentado con bomba en una mina de Torre del Bierzo en el 82.

“El robo de dinamita fue su primer golpe de efecto después de una oleada de detenciones masivas y está ligado al asesinato del guardia civil, 'El primer pacificador de Laciana' como se hacía llamar. Al final el mensaje era un poco 'reprimen a nuestra gente, tenemos que actuar'. Eran luchadores 'por la clase obrera' o, al menos, esa era su autojustificación”, explica. El otro gran argumento de la banda era que las acciones tenían que 'mandar un mensaje' al Estado, y de ahí que atacasen infraestructuras, y en ese sentido en la provincia atacaron las principales vías de transporte de León, por ferrocarril la línea entre Astorga y León capital y por carretera la N-VI .

Jóvenes, trabajadores, estudiantes y mujeres

Los militantes en los GRAPO “estaban en la línea de los militantes del PCE(r): jóvenes, trabajadores y estudiantes” y con una proporción de una mujer por cada tres. “En la provincia no detecté mujeres, pero desde luego que había simpatizantes y familiares”. Josefina García Aramburu llegó a dirigir los GRAPO en los 80.

La policía, a día de hoy, sigue considerando que los GRAPO “están inactivos pero no desarticulados. Están latentes, siempre dispuestos a actuar”, advierte Rodrigues, si bien es cierto que su última acción tuvo lugar en 2007. Muchos se pasaron veinte años entrando y saliendo de la cárcel, protagonizando incluso alguna fuga de prisión de película. Teijelo sigue entre rejas y “en Laciana quedan todavía GRAPO vivos. No tienen estructura, pero los viejos están ahí”.

Jonatan, en su ingente labor académica, consiguió hablar con varios de ellos y constatar su sentimiento de pervivencia del franquismo, “que debería hacernos reflexionar a toda la sociedad en su conjunto”. Este medio, aunque trató por varias vías recoger testimonios de las huellas de los GRAPO en la provincia o de personas vinculadas al PCE(r), no. Hay quien prefiere no hablar porque hay silencios que es mejor no romper y otros por no reabrir una herida de la historia reciente de la provincia que todavía no está del todo cerrada.

El trabajo de Jonatan Rodrigues sobre los GRAPO es el más extenso y minucioso hasta la fecha y su libro, 'Los GRAPO contra el Estado, 1968-1985', fue publicado por la editorial leonesa Marciano Sonoro. No se puede encontrar física y fácilmente en librerías ni se han llevado a cabo muchas presentaciones por las “reticencias” que sigue levantando el tema.