La Fiscalía retoca la malversación en el juicio de Púnica León y mantiene penas por usar dinero público en beneficio personal
Las fiscales del caso que finaliza en la Audiencia Nacional impulsan cambios sustanciales en sus conclusiones definitivas para reclamar penas de ocho años de prisión y nueve de inhabilitación para cada uno de los acusados de la Diputación de León
El juicio en la Audiencia Nacional la trama Púnica en su pieza separada relacionada con la Diputación de León alcanza su recta final, casi tres meses y medio después, con un importante giro en las peticiones de pena por parte de la Fiscalía para los seis acusados: los tres leoneses vinculados a la institución provincial, uno de ellos anterior presidente, los dos conseguidores de la trama de presunta corrupción y una empleada suya.
El escrito de conclusiones definitivas que el ministerio fiscal desgranará este jueves ante el tribunal que encabeza el juez Francisco Vieira varía tanto que se amplía de los poco más de 25 folios del informe inicial a uno con 63 hojas. Y cuando en 2018 los delitos principales eran la malversación y la falsedad, por la que pedían a los tres leoneses cinco años y seis meses de prisión, ahora el principal peso lo sustenta el delito de falsificación de documento en “concurso” con malversación, con idéntica petición pena.
Esto sucede coincidiendo con la reciente reforma del Código Penal por parte del Gobierno respecto a uno de los principales delitos relacionados con la corrupción, la malversación. Una modificación que conlleva la sensible reducción de las penas sobre todo en el supuesto de desvíos de dinero público cuando éste no se destina a un lucro directo y personal de los acusados.
En su informe final, las fiscales del caso asumen que las pruebas y testimonios de peritos y acusados confirman la sospecha inicial de que la relación entre los tres imputados vinculados a la Diputación de León, su expresidente, Marcos Martínez Barazón, el anterior interventor, Jesús 'Suso' López y un exdiputado provincial y alto cargo a dedo, Pedro Vicente Sánchez, con los conseguidores de la trama, el empresario Alejandro de Pedro, y el exalcalde de Cartagena, José Antonio Alonso Conesa, no se llegaron a materializar hasta el punto de que supusieran importantes beneficios en las campañas de reputación o en diferentes adjudicaciones que se negociaron. Pero sí concluyen que esa era la clara intención de todos ellos, aunque la intervención de la UCO de la Guardia Civil en octubre de 2014, por orden del juez Eloy Velasco, acabara impidiendo que se consumara.
Inhabilitación, posible impacto político
En base a todo ello, suman a la falsificación otro delito de fraude, con otros dos años y 6 meses de prisión más, de modo que los tres encausados leoneses se enfrentan todos a la misma petición de condena por parte del ministerio fiscal: ocho años de cárcel en total y nueve de inhabilitación para cargo público.
En el caso de los tres acusados leoneses, esta inhabilitación sería especialmente relevante, dado que Martínez Barazón y Sánchez siguen siendo alcaldes respectivamente de los ayuntamientos de Cuadros y Puebla de Lillo, y de gran éxito electoral, además de funcionarios públicos, como también lo es López.
Por su parte, tanto para Alejandro de Pedro como para José Antonio Alonso Conesa, la Fiscalía pide ahora siete años de cárcel por los delitos de fraude y falsificación de documento público. Y destacan los cambios en el caso de la sexta imputada, la trabajadora de la empresa de la trama, Eico, Guadalupe Carrascosa, cuya pena se limitaría a un año y diez meses de prisión por falsificación.
Por otro lado, las fiscales obvian uno de los que a buen seguro será argumento de petición absolutoria de las defensas de todos ellos, los que se refieren a las dilaciones indebidas por el mucho tiempo transcurrido en la instrucción judicial del caso.
Por último, reclaman los entre todos los acusados indemnicen conjunta y solidariamente a la Diputación de León en la cantidad de 129.649 euros, algo más de los que sumaron las facturas de las empresas de los presuntos conseguidores De Pedro y Alonso Conesa, Eico y Madiva, al considerar a estas sociedades mercantiles como responsables civiles subsidiarias.
Lo que la Fiscalía cree probado
En su extenso informe final, las letradas del ministerio público ven pruebas suficientes de que durante años se pagaron con fondos públicos de la institución campañas de autobombo y lavado de imagen primero de la presidenta Isabel Carrasco desde 2012 y después de su asesinato de su sucesor, Marcos Martínez, hasta su fulminante detención en octubre de 2014. La documentación censura el uso particular “aprovechando lo elevado del presupuesto público puesto a disposición” de ambos presidentes, “que llegó a superar el importe de 500.000 euros anuales”.
Los negocios y pagos se formalizaban con las empresas de Alejandro de Pedro, piedra angular de todo el 'universo' Púnica, que ha deparado hasta 12 piezas separadas de la que tan sólo se ha juzgado una, siendo la de León la segunda. El resto afectan a la Comunidad de Madrid, a través de las consejerías de Educación y Presidencia, la Región de Murcia, Valencia o Valdemoro, entre otras.
Para 'blanquear' la imagen de ambos políticos del PP, se multiplicaba la publicación de noticias benignas, blogs y perfiles personales en una red de periódicos online 'zombies'. de la trama, consiguiendo desplazar a búsquedas negativas y más reales de Google.
Martínez Barazón, segun la versión final de la Fiscalía, también buscó la mediación de la trama para posicionarse al frente del PP leonés con apoyos de alto nivel en el partido, además de recibir y pagar con dinero público asesoramiento político.
A cambio, además de los pagos mensuales, cree el ministerio público probado que se urdió un “plan criminal” con el intento de amañar contratos públicos para las empresas de los conseguidores o propuestas por ellos, en concreto la explotación de dos cafeterías y un plan de revitalización de la estación de esquí de San Isidro, propiedad de la Diputación, enmarcada en el Ayuntamiento del que Sánchez era y es alcalde y en la que el interventor tenia intereses económicos directos en forma de apartamientos. Incluso incluyen el intento, creen que desvelado por algunas conversaciones pinchadas, de que el propio presidente “se enriqueciera con su participación en aquella explotación” a través de una empresa.