La batalla de Villadangos, el germen del Imperio Legionense de Alfonso VII

Un año con cuatro dígitos iguales se da cada milenio. Hace 903 años el año 1111 se incluía en unos de los más difíciles de la historia del Reino de León, que acababa de cumplir dos siglos, posiblemente coincidiendo con la manía cabalística de los eruditos medievales de tener pavor a los números que destacaban. León había entronizado a la primera reina de la Cristiandad, Urraca, hija de Alfonso VI, nieta de Fernando I el grande; pero por las dudas de que una mujer pudiera ser respetada como monarca, a ésta la habían obligado a casarse contra su voluntad con el rey aragonés Alfonso I 'el Batallador'.

Un matrimonio que nunca funcionó, del que se aseguró que había maltrato por parte del hombre (incluso llegó a encarcelar a su mujer después de abusar físicamente de ella, dicen las crónicas) y que terminó en nulidad matrimonial; lo que hizo que el heredero del trono de León fuera oficialmente el hijo que había tenido con el conde Raimundo de Borgoña, Alfonso Raimúndez. Con el paso del tiempo a éste se le conocería como el 'Imperator Legionense totum Hispaniae' en una coronación en 1135 en León en la que incluso el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV se postró en vasallaje, los demás reyes cristianos peninsulares, los reyes de Taifas y algunos nobles franceses. Pero antes, en su niñez, fue el motivo de un conflicto fortísimo entre monarcas y nobleza alta y baja, enfrentamiento que, militarmente hablando y con el infante como protagonista —ya que desde hacía años los ataques y saqueos del que fue rey consorte leonés eran habituales para escarnio de la reina legítima—, comenzó en la localidad de Villadangos. Localidad que celebra hoy y mañana un interesante mercado medieval con reconstrucción histórica alabado por los expertos y aficionados.

Choque militar con un heróico pueblo de por medio

La batalla de Vilagangos, por importante que fuera históricamente, es una derrota monumental provocada por la ineptitud militar de un gran diplomático y negociador, Pedro Froilaz, que acampó con el Alfonso de cinco o seis años en la localidad sin prevención ante un ataque. El niño había sido coronado rey en Galicia, y se pretendía que se confirmara sus derechos dinásticos en la Catedral de León. Froilaz y su hueste fueron aclamados por el pueblo y situaron sus tiendas en lo que hoy se llama el paraje de 'La Matanza', en el barrio de la Estación.

Todo prometía que Urraca, la primera monarca mujer de la Historia europea, podría ratificar a su hijo ella misma en León sin permiso de su ex marido; lo cual le sentó fatal al monarca aragonés. Sin embargo, no por nada se le conoce como 'el batallador'... ya que éste había mandado a sus espías a controlar el viaje del niño a la capital del Viejo Reino y a la mañana siguiente se presentó frente al campamento con unos dos mil infantes y seiscientos caballeros. Desastre asegurado para las huestes leonesas.

Y allí se forjó el germen del imperio legionense y no del aragonensis... porque pese al valor que le echaron los infanzones de Urraca, la matanza que se produjo espoleó al pueblo llano que se interpuso ante las fuerzas del violento rey de las montañas de Aragón y Navarra para salvar al príncipe niño y ponerlo a salvo.

Tras esto siguieron años de disputas, en las que el aragonés llegó a arrasar muchas localidades del reino leonés, robar la patena del cáliz de doña Urraca (hoy considerado como un firme candidato a ser el cáliz venerado en Jerusalem como la Copa de Cristo), saquear todo lo saqueable e intentar llevarse a su nueva corte de Zaragoza, que terminó conquistando a los musulmanes, al niño que luego sería el emperador de todas las Españas.

Pero sin la batalla de Villadangos, sin el valor que le echaron los vecinos de la villa, la historia hubiera sido distinta. Quizás el Imperio hubiera sido Zaragozano. Por eso hoy y mañana, como desde hace varios años, la gente de Villadangos lo celebra como mercado medieval con diversión y reconstrucción histórica.

Una cita imprescindible en el calendario de fiestas medievales leonesas. Porque se conmemora que León sobrevivió para hacerse el reino más importante de la Historia Hispánica Medieval gracias al valor de unos vecinos de pueblo. Y eso no pasa todos los días en la Historia.