“Es la ilusión, rabia y orgullo de los pueblos de la Montaña Central”. Con estas palabras define Javier de la Viuda Espadas a la asociación Sangre Minera, constituida formalmente hace unos días con el objetivo de “canalizar todos esos sentimientos para proteger, difundir y desarrollar la cultura de la zona”, particularmente en cuestiones de minería y montaña, y conformada por una decena de personas de diferentes perfiles, como “jóvenes profesionales que modernizan el mensaje y moldean ideas frescas, emprendedores de la zona que aportan su granito de arena y por supuesto mineros locales que dan un valor tremendo a cualquier acción”.
A pesar de que su constitución está reciente, Sangre Minera nació hace varios meses, cuando varias personas de la Montaña Central Leonesa decidieron rodar un documental sobre el declive de la minería en la comarca. “Es raro que la gente no se uniera antes para proteger lo que tanto aman”, confiesa Javier, quien cuenta que el colectivo actualmente está compuesto por personas que descienden de Ciñera, Santa Lucía o la zona de Gordón, que viven en La Robla o que son de la zona de Matallana o la Tercia.
“Nadie cuenta tu historia mejor que tú, ¿verdad? Pues ese es nuestro caso”, relata el joven para explicar por qué se decidió rodar el documental Sangre Minera. “Hay decenas de documentales y contenido sobre la minería, pero ninguno era fiel ni profundizaba de verdad en nuestro sentimiento, entre otras cosas porque es muy difícil adentrarse en el mismo”, expone.
Sangre Minera se rodó durante seis meses, “sin un techo de presupuesto ni tiempo”, pero con el objetivo claro de “captar los amaneceres de los pueblos, los sentimientos de los abuelos y padres y escalar a lugares escondidos de las montañas con los mismos mineros que trabajaron bajo ellas”. El éxito fue arrollador y cientos de personas acudieron a su proyección en la Casa de la Cultura de La Robla el día de Santa Bárbara, donde “se unieron los mismos sentimientos y las mismas lágrimas de orgullo”.
Después del éxito de la primera proyección de Sangre Minera llegaron diferentes iniciativas, como la celebración de visitas al patrimonio minero de la zona, particularmente en Santa Lucía de Gordón, de la mano de extrabajadores del sector. “Nos sorprende todo lo que hay destruido y a su vez todo lo que aún queda en pie en lugares que impactan a todo el mundo sin excepción, tanto a los que no han entrado nunca como a los que trabajaron allí durante años”, cuenta. Concretamente, la visita principal se desarrolló en el complejo conocido como La Fábrica, en colaboración con el Ayuntamiento de La Pola de Gordón.
A partir de entonces llegaron meses de “mucho trabajo y mucha ilusión” en los que también hubo tiempo para “la frustración” por “todo lo que se necesita hacer por la zona”, hasta que esta misma semana sus redes sociales anunciaban la creación del Instituto de Estudios de la Montaña Central, que supone “la formalización de una idea que abarque más allá que la minería y aborde temas de turismo, ecologismo o trabajo”.
Así, a través del Instituto se desarrollarán varias vías de actuación en las cuestiones antes citadas, al tiempo que se pondrán en marcha “actividades, proyectos o cualquier medida necesaria para mejorar la situación”. Para ello, los primeros pasos pasan por darle continuidad a la organización de eventos para mantener la difusión, así como por la definición ante las instituciones de carácter estatal de las oportunidades que están a la vista.
Instituciones que, en el caso de las más próximas, ya han dado su apoyo a Sangre Minera, al tiempo que la asociación mantiene principios de acuerdo y “buenas conversaciones” con la Cátedra de Desarrollo Local, el Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero, la Fundación Ciudad de la Energía o institutos y colegios de la zona. “También esperamos tener una buena relación con los distintos ayuntamientos y no cerramos la puerta a nadie, por lo que también esperamos lo mismo”, puntualiza De la Viuda.
Cruce de caminos
El joven roblano lo tiene claro. La Montaña Central Leonesa “está llegando a un cruce en el que tiene que elegir entre aprovechar todas las oportunidades que tiene y vuelve a tener la importancia que merece en el norte de España o despeñarse hacia una lenta y triste resignación tras el cierre de decenas de medianas-grandes empresas y más de un centenar de comercios en los últimos años”.
Consciente de que “la Montaña Central va atrasada diez años respecto al resto de León y 20 respecto otras provincias”, Javier de la Viuda reconoce que “es imposible dar un giro de 180 grados a la vida de antes”, pero confía en que “todavía se pueda decidir el rumbo”. Para ello, Sangre Minera se muestra “ambiciosa”, de manera que, “si los planes salen como se espera”, se obtendrán unos resultados “increíbles”, porque “el valor añadido que la sociedad minera puede dar a la zona hace que cualquier propuesta turística e industrial multiplique por tres su valor”.
Para ello, la asociación busca “una buena dinamización local” que incluya a los habitantes de la zona, a los que siempre piden “opinión, ayuda e ideas”, ya que “toda gente local tiene un valor incalculable en conocimiento acerca de su cultura”, por lo que “hay que aprovecharlo”.
“Somos los que sacaban el carbón, somos los jóvenes que regresan, somos los vecinos de estos pueblos. Somos Sangre Minera”, concluye orgulloso Javier de la Viuda Espadas, miembro de la asociación.