Hay caminos que son trazados, de alguna manera, por las palabras, por una forma de hablar, por una lengua. El asturleonés es una de ellas, desde las costas asturianas hasta el lago de Sanabria deslizándose hasta Miranda do Douro. Caminos de trashumancia y también, caminos de hierro ahora cerrados, pero con anhelo de que vuelvan a ser. Cuando alguien habla con una persona de Extremadura, sabe que es de allí sin necesidad de que lo comunique. De su forma de hablar, de la influencia del asturleonés, de lo que queda, de lo que es y de lo que puede ser hablamos con Aníbal Martín, autor del ensayo ‘Yo hablo, ellas cantorin’ (Pie de página, 2024).
Vamos a empezar esta entrevista de una forma un poco directa, incluso dura atendiendo al maltrato histórico que sufrió y sufre Extremadura. “Un pastor catalán al que habla usted en castellano y él le responde en castellano. En Extremadura, ¿ha podido usted conversar largo rato con un pastor? Es verdad, allí, los pobres, casi no saben hablar”. Esta fue la respuesta de Margarita Nelken a Amós Ruiz Encina en 1932
Al final la izquierda acaba comprando un marco centralista nacionalista. Cuando son marcos nacionales asentados, no se llama nacionalismo. Cuando se le plantea este tema, te dicen que hay luchas más importantes, sin darse cuenta que esta posición es reaccionaria. Sin embargo, creo que la izquierda extremeña, en este momento, está girando en este campo, está atendiendo a este patrimonio, pero no solo ellos, veo al Partido Popular interesarse por ello.
Dices que te sorprendía que fuera de los territorios donde hay lenguas cooficiales no se escuchasen, pero que más te sorprendía que dentro de la propia Extremadura hubiese lugares donde no conociesen a fala o el hurdano.
Cuando vine a vivir a la ciudad de Cáceres, el hurdano era totalmente desconocido para mis compañeros del instituto. Yo era víctima de la diglosia. Llegué a escuchar que hablamos variantes rurales del castellano. Somos una comunidad que se ha escuchado muy poco a sí misma. En nuestros propios foros no se habla en nuestra lengua vernácula
Desde niño, debido al origen de tu familia, te marcó mucho lo que se conoce como hurdano. Recuerdas que una profesora le llegó a decir a los padres de un amigo tuyo, que tenía problemas con el lenguaje.
“Creemos que tu hijo tiene dislexia”, fue la frase de la profesora, y la respuesta de sus padres fue, “el abuelo habla fatal, y está muchas horas con él”. Te voy a poner otros dos ejemplos. Un médico que estuvo en las Hurdes en los años cincuenta, Ignacio Hernández, se hizo un diccionario apuntando todas las palabras propias de los pueblos que atendía. El otro, más reciente, le ocurrió a un amigo que fue con su abuela al médico y esta le dijo: “me dueli palas verijas”. La respuesta del médico fue, “señora, no la entiendo”. Esto es lo que no puede ser. Esta señora tiene todo el derecho del mundo a expresarse como sabe, como lo hace en su comunidad de hablantes.
“Soy de Extremadura y nunca escuché hablar de esa forma”. Esta frase dicha con un tono que ponía en duda tus propias palabras.
Me irrita en la parte más visceral. No te lo dicen como algo que les da pena, sino algo que les produce desinterés, con tono condescendiente. Hace no mucho grabé un vídeo que se hizo viral y la gente me decía, “yo nunca lo escuché”, con ese halo de prepotencia que lo que realmente quieren decirte es, te lo estás inventando. Este fue uno de los motivos por los que escribí el libro, para demostrar que esta lengua existe, que ni me la estoy inventando ni está muerta. Mi mensaje es, no la entierres antes de que esté muerta y encima no hagas nada para evitar ese final.
“Esa palabra que dices no existe, la busqué en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua y no viene”. Esto nos resulta tan familiar en el ámbito del asturleonés…
Eso no viene en el diccionario, sí, es un mantra. La RAE se dedica a recopilar palabras, y quizá no tengan rastreada la que estás usando. A lo mejor deberías buscarla en otro diccionario, como por ejemplo el de la Academia de la Llingua Asturiana (ALLA), o quizá, simplemente, no esté recogida, pero eso no significa no que exista. Me gusta explicar la etimología de estas palabras, y esto lo hago sobre todo con los hablantes. No pocas veces me dicen, “por aquí nos inventamos muchas palabras”. Chocallu fue una de ellas, y no, se utiliza aquí, en Zamora, Cantabria y Portugal.
Hablas de lo que se conoce como acento neutro, el que se le pide a las personas que presentan informativos, por ejemplo. No se puedo notar que vienes de Andalucía o de Galicia. ¿Por qué?
Es el centralismo lingüístico. El acento neutro no existe, el acento tiene una marca geográfica, y si no tiene marca geográfica, tiene marca ideológica. El acento de castilla se dice que es el neutro, pero el que te dice eso, ya se está posicionando, esa afirmación tiene carga política, y se llama glotofobia. Cuando una persona tiene que justificar su acento, no la culpo a ella, si no al sistema en el que somos educados. Tú te has criado en un ambiente en el que te dicen que esa forma de hablar es mejor o peor.
De alguna manera, desde los ámbitos más reaccionarios y desde la izquierda más centralista, y si me permites, divina, se ignora y se abandona la reivindicación lingüística de Extremadura, queriéndola depositar en la estantería de lo folclórico.
El folclorismo es exotizar lo vernáculo, meterlo en cuatro festivales al año y dejarlo muerto, así, según que personas, ya no es peligroso, es manejable. Tanto la Falange como los socialistas, antes de la guerra, usaban el habla extremeña. Con la llegada de la segunda democracia, no se hizo. A la izquierda le recuerda al franquismo y para la derecha no es más que algo folclórico.
Una pregunta que no sé si debo hacer, pero que quiero hacerla. Dicen que, si algo no se nombra, no se define, corre el riesgo de desaparecer. ¿Cómo denominamos al habla de Extremadura?
Hace poco escribí una explicación en una red social, y la puedo resumir de la siguiente manera:
A las que tienen influencia del asturleonés, estremeñu o variantes como hurdanu o serraillanu. A las hablas con mayor influencia del castellano, castellano o español de Extremadura. A la zona de la frontera, a fala, y al resto de hablas de frontera portuguesas, portugués.
Hay una palabra que mencionas mucho y a mi me parece clave, diglosia.
Esto ocurre cuando en un lugar existen dos lenguas muy diferenciadas, o cuando hay una lengua constituida y otra son un conjunto de hablas. Una tiene prestigio para la cultura y otra para las formas más cotidianas. Mi abuelo, por ejemplo, cambiaba el registro. Una persona que con sus propios nietos cambia de registro es por algo. Lo más preocupante es que hay historiadores niegan la diglosia y esta, la diglosia, se escucha mucho en la comunicación política.
Cuáles son, para ti, los caminos o senderos a seguir para que el “rexurdimento galego” florezca en Extremadura.
La cultura tiene que tomarlo como elemento para crear cultura nueva, que puede estar basada o no de las raíces. Hay que sacarlo de las vitrinas del folclorismo y hablarlo de fiesta o con tu familia, y ahí se demuestra que tiene salud. Otro punto importante es el refuerzo desde la educación pública, esto es fundamental. También la traducción de carteles, como se está haciendo con la primavera Hurdana. La traducción de carteles al extremeño. Todo esto es una labor polifacética, desde el día a día, desde los ayuntamientos y desde la educación. Para finalizar, los medios de comunicación son esenciales. Si los hablantes patrimoniales lo escuchan en la televisión o en la radio, por ejemplo, quitarán ese estigma y la hablarán con naturalidad.