Kiwi es un agaporni 'papillero', lo que significa que con tan solo 12 días fue adoptado por Javi, su dueño. “Le crié desde pequeñín y no tiene miedo a la gente. En cuanto sale de la jaula va a las manos de las personas”.
Y, es que, los agapornis, género de aves de la familia de los loros (psittacidae), son muy sociables por naturaleza. “Son juguetones, a veces, incluso, un poco caprichosos, te pican para llamar tu atención y que juegues con ellos”, asegura el joven.
Tanto es así que necesitan vivir con otro agaporni o el contacto directo con la persona que les cuida, y por ello también son conocidos como 'los pájaros del amor' .
“Si intentas marchar Kiwi te persigue, en cuanto ve que tocas la puerta se te sube a la cabeza, o se te posa en la mano para que le acaricies”, añade. Además, necesitan atención constante: “No puedes dejarle solo 15 días y que alguien venga a darle de comer, a lo mejor cuando vuelvas, no come o se ha arrancado plumas... se deprimen fácilmente”.
Otro de los cuidados principales es que los agapornis salgan todos los días de la jaula, siempre por el motivo de su carácter sociable, para que no se agobie.
Alimentación: los agapornis papilleros
Los agapornis comen cada dos días y necesitan agua diaria. Si les compras papilleros, con 10 o 15 días, están sin plumas, y hay que darles una papilla especial cada 4 horas. “Esta comida la tienes que preparar, calentar al baño maría, y dársela mediante una jeringuilla, también por la noche, porque pía como un bebé cuando tiene hambre”, explica Javi. También es importante darle un pequeño masaje en el buche tras alimentarlo para que trague bien.
De polluelo debe permanecer en una caja o pecera sin luz y con agujeros para que respire. Es aconsejable que en la caja tengan papel para que se puedan tapar y que se mantenga a una temperatura cálida, a unos 25 grados. “Yo le tenía con una manta eléctrica por debajo”, argumenta el dueño de Kiwi.
“Cuando le 'destetas', es decir cuando deja la papilla, empieza a aletear y a salir de la pecera. Es cuando debe pasar a la jaula”, añade.
Los agapornis comen un alpiste parecido al de los canarios, pero un poco más grueso. Además deben comer algo de verdura y fruta. “Hay unas barritas con miel y proteínas que se les cuelgan en la jaula. Ellos pican de ahí directamente”, asegura el joven. También necesitan un palo, especie de roca, para limar el pico y las uñas.
Más cuidados
Cuando son más mayores los cuidados disminuyen. “Si lo tienes cuidado no hace falta que lo desparasites. Si están muy sucios, a veces cogen una especie de ácaro, pero existe un producto para limpiar sus plumas que se evaporiza durante 15 días sobre ellas”, aconseja Javi.
También hay vitaminas para las plumas, principalmente para la época de muda. “Se echan en el agua y hacen que sea más rápida, para que no esté desplumado tanto tiempo, pero mientras tengan la comida necesaria no hace falta”, analiza el experto. Los agapornis necesitan vivir en zonas que no estén expuestas a corrientes de aire directas.
En cuanto a sus habilidades, no cantan, pero pían muy fuerte. “Casi graznan, no tanto como las cotorras, pero cuando oyen ruidos a veces resultan un poco molestos. Pueden llegar a hablar, y reproducen sonidos como silbidos o el timbre del teléfono”.
Los baños
A los agapornis les gusta bañarse. “Si le pones un recipiente con agua va directo. Primero la prueba y luego se baña, agitando las alas”, explica Javi, quien aconseja secarlos bien, puesto que son muy delicados a variaciones de temperatura bruscas.
Su esperanza de vida ronda los 12 años. Otras de sus características es que son bastante asustadizos. “Pierden el sentido de la orientación a diferencia de los libres, si se escapan no saben volver a casa”.