¡A la sombra del árbol (ramo), que el sol calienta!

Pasada ya la Navidad, disfrutada cuanto se ha intentado y podido, con los ecos aún no lejanos, me dije “anteayer” voy a decir algo sobre la nuestra, la leonesa y de modo especial sobre el “Ramo”. Y todo ello a propósito de haber leído y escuchado, en parte, lo que Fundos ha querido soltar sobre el ramo leonés, de modo especial en un video bien montado, por o para Canal Fundos Fórum.

Quienes me leen, saben que desde la creación autonómica de Fundos he venido mostrando algo más que dudas por su persistente presencia en lo leonés, (su finalidad), campo políticamente elegido desde el ente autonómico. Mis resquemores me hacen permanecer vigilante, por su posición y dominio en lo patrimonial leonés. 

Un punto de observación que me confunde. Si teníamos (y tenemos) Monteleón... ¿Por qué hubo que crear con marchamo autonómico un organismo paralelo si no era para arrebatar control patrimonial de manos leonesas?  

Alguien puede decir que los leoneses vemos fantasmas, con sábana autonómica incluida, en todo lo que dejamos que se nos manipule. ¡No es así! Votamos a políticos blandengues en defensa de lo nuestro, y luego, o formando parte de ello, como pueblo asumimos su inconsecuente proceder. Hay otros políticos más allá, en vanguardista postura para lo propio y para la ocupación de lo extraño, con la permanente pretensión de controlar lo nuestro. Apuntado esto, vayamos al “árbol” (ramo), identidad y cultura en la vida leonesa.  

Como puede verse en la página 318 de mi libro La lenta agonía de la identidad leonesa, allá por los noventa abogaba por que se instaurara la costumbre de dar presencia en nuestros hogares de Legio al Ramo Leonés. En la provincia, siempre el paisanaje más aferrado al terruño, lo ha vivido en sus costumbres, no sólo por Navidad, sí formando parte de lo que nos identifica a los leoneses. En una fotografía en blanco y negro, no muy buena, lo mostraba, y el texto decía: “Reiteramos la conveniencia de que, a modo de adorno, y en adecuado tamaño, esté presente en nuestros decorados hogares con pleno derecho estético y costumbrista”.   

Hoy, el mismo, rescatado para la ocasión de un altillo, donde bien acogido reposaba; he intentado fotografiarlo bien, y adjuntar el resultado al escrito. Fue el primero que construí, no muy diestramente, cuando, por los ochenta, el ente autonómico nos empezaba a arruinar la ilusiones. Puede que, sin pretenderlo, estuviera danto al ángulo superior, un simbolismo de flecha. ¡¡Agudeza defensiva que ha fallado!! En la base del triángulo, ocupando el espacio interior, y centrado, coloqué un receptáculo para encajar una vela. Roja para él la elegí, casi carmesí, un reino, un apunte de libertad, un año, el simbolismo lo dejaba para cada cual.

En Transeúntes, periódico para los sin techo, en el que graciosamente colaboraba, en la Navidad de 2000, cuando cerrábamos el siglo XX, me marqué un artículo de dos amplias páginas, bajo el encabezamiento de 'Cultura o costumbrismo'. Decía: “Quizá sea la costumbrista, la faceta humana que más aúne a las personas; concatenando ideas, propiciando en cierta manera los entenderes del mundo como si de la tan cacareada ”aldea global“ se tratara.

Al margen de los universales dones con los que esta celebración nuestra toma y se adorna, subyacen unas peculiaridades y un estilo netamente popular, que aunque no lo busquemos y cultivemos demasiado, permanece. El pueblo leonés ha sabido cantar a la Navidad. O tal vez mejor diríamos, ha vivido la Navidad interpretando canciones populares, villancicos propios, al lado de sencillos pero emotivos versos para “el ramo”;  esto de forma sobresaliente.

Fundos sale al mercado a informar sobre el Ramo Leonés. “Historias”, dicen. No he encontrado, en los medios, comentario alguno en el que se muestre la duda sobre la intencionalidad del ente autonómico. El que los que se deben a él, al ente, nos quieran poner en valor lo leonés, con firma autonómica, lo interpreto como un aprovechamiento de lo que nos es propio para sacarlo al mercado como vinculado a la Comunidad, un todo…, un “todo de todos”. Cuando lo que hay es control centralista dominante, en interpretación castellana. Y así, lo leonés es asimilado a castellano, o en el híbrido castellanoleonés...

¡Y lo castellano… castellano!