Religión, sida, izquierda y corrupción

A la gente le falla la lógica, y le falla porque quiere. Por mala leche, por partidismo, o por extrema cerrilidad.

Si eres religioso, no propagas el sida. Porque como seguidor de tu fe se te prohíbe el condón, pero también el sexo fuera del matrimonio. Por lo tanto, si eres religioso, no te importa que se prohíba el condón, y no vas a propagar el sida, porque vas a tener sexo solamente con una única pareja que sólo se ha a acostado contigo. Todo muy higiénico, y blindado contra desviaciones, en el amplio sentido de la palabra.

Si llega a existir algún riesgo, es que alguien se ha portado como un mal cumplidor de su religión. Por lo tanto, el problema está en la persona que ha incumplido el precepto, y no en la norma.

Del mismo modo, alguien de izquierdas no puede robar, porque en el mismo momento en que roba, y más si roba de lo público y común, deja de ser de izquierdas. Sólo se roban los bienes comunes cuando se es de derechas, y el propio acto, instantáneo, de meter la mano en la caja pública, te convierte en un derechista, mayormente en un neoliberal desalmado.

Por tanto, con esta recia definición basada en los fundamentos primigenios de las ideas, las personas religiosas no transmiten el sida y los militantes o simpatizantes izquierdistas no son corruptos ni pueden serlo. Se trata de un imposible metafísico basado en la transmutación instantánea de la fe y las ideologías, instantes antes de meterla. La polla en ajena cavidad. La mano en ajena caja.

Es pura lógica.

Es pura teología.

Es la mierda que cuatro paniaguados tratan de vendernos, como laica y moderna versión de hacernos comulgar con ruedas de molino. O con aspas de molino de viento, que es más ecológico y sostenible.

Y será por tragaderas.