Una rememoración previa. Desde hace siete años, Aparicio, Blanco y Merino han querido dar a conocer, de forma popular y procedente, la lectura de algunos de los Decreta de 1188, que Fernández Catón (José María) en importante labor de estudio y transcripción, rescató para que fueran conocidos. Y sin trasgredir, lo realmente escrito, espíritu y esencia, Merino dio el punto de lectura para que hoy sonara bien como remanente de lo que fue, proyección futura hacia Europa de lo leonés, como primer crisol de parlamentarismo.
No voy a cantar o contar excelencias del acto, por todos los leoneses conocidas, o así debiera ser, y no sé si en el ámbito nacional es debidamente reconocido, lo cierto es que viene esta duda al surgir el acontecimiento como acto reivindicativo de un pueblo, el leonés, demasiado en el olvido, y no poder pasar sobre el asunto sin citar la injerencia del ente autonómico en todo lo leones, como modo ladino de control.
En relación al freno autonómico aludido, se debe recordar que con motivo del octavo centenario de la Curia de 1188, se empezó todo bien controlado por el ente autonómico, en tres Congresos previos (1986/1988), donde Catón y Alfonso Prieto defendieron el valor de los Decreta, el gran Concilio y la presencia como estamento del pueblo, en tanto Estepa y Arvizu, sembraban dudas, voces 'severas', bien controladas, cuando lo aséptico se torna cínico. Y por parte del ente, bien orquestada, una injerencia diluidora de lo leonés, “adivinando lo que se les venía encima”, digamos escuetamente: ¡El descollar leonés en parlamentarismo! Y ante ello... ¡¡¡Todo un apagado lucimiento!!!
El espíritu con el que se inició la lectura popular de los Decreta, han intentado dentro de la Asociación Amigos de los Decreta, con la sinceridad que se ha acometido, que perviva y se ramifique, dado que fuera del foro legionense, en nuestra provincia y en otras, se han ido leyendo, reinando el mismo y sincero acomodo en lo popular.
Cuando ahora empiece a decir algo sobre la lectura de los Fueros, el concepto de popular no puedo colocarlo, puesto que desde los orígenes se han hecho alardes de oficialidad.
Resulta que ya en este año en curso, por segunda vez, fue bien acogido en el claustro de la Catedral, con pleno derecho, nada fuera de lugar, todo lo contrario, bien arropado eclesialmente, con la participación de autoridades, políticas y de distinto orden, civil y militar, y algún que otro cargo público, digamos que se continuó la idea “oficial” de leer los Fueros de León, emprendida el año 2022.
La Sociedad para el Fomento de la Cultura de Amigos del País de León está en el origen y promoción de este acto, en el que la presencia de determinados personajes, también políticos, afines a la Junta autonómica, en el acto de la lectura, a mí, al menos, me pusieron en guardia (ya desde la primera) con su presencia “y buenos oficios”, más la de algunos, que, junto al ente autonómico, dudaron de la presencia del pueblo como estamento en la Magna Curia de Alfonso IX, origen del parlamentarismo, en 1188.
Los Fueros de Alfonso V de León, afines en libertades y derechos escritos a los Decreta de 1188, o viceversa, merecen recuerdo y lectura, cómo no, si bien la promoción tiene otro aroma que satura demasiado, casi hasta el empacho. Más alarde de medios y … ¡¡¡De todo!!!
En modo alguno se puede quitar importancia a los Fueros, primer apoyo que los legionenses de entonces, después de haberse satisfecho los mejores deseos para el clero, tuvieron su oportunidad, llegando a alcanzar derechos y libertades.
Sofcaple, asociación organizadora de la lectura actual, en su presentación como Sociedad, cita lo del “victimismo que manejamos los leoneses”, algo que a los que desconfiamos de todo lo que pueda estar alrededor del ente nos suena a su instigación o presencia.
Ni comparo, ni analizo al detalle, pondero, y con sinceridad y derecho a equivocarme, sin malediciencia alguna, lo expongo como opinión.