Un leonés en el epicentro de un escándalo nacional: La autoamnistía de Alfredo Nistal en 1932

24 de noviembre de 2024 09:52 h

Se iniciaba 1932 entre funerales y homenajes a los cuatro guardias civiles muertos por jornaleros en huelga cuando aquellos forcejeaban con una mujer en el mísero y perdido pueblo de Castilblanco (Badajoz) el último día del año anterior. Se celebraron en toda España y también en León y en diversas villas y pueblos de la provincia. Se dieron asimismo protestas por la matanza de seis obreros -posteriormente fallecían otros cinco- perpetrada por la Benemérita cinco días más tarde en Arnedo (Logroño) en una manifestación tras otra breve y exitosa huelga. Ambos sucesos eran originados por los continuos incumplimientos de terratenientes y patronos de la reciente legislación social y laboral de la República, cuya Constitución había sido promulgada el 9 de diciembre. 

Aquel mismo mes de enero, el día 18 del 32, se producía una insurrección anarquista en Cataluña, y cerca ya de febrero un decreto del Gobierno disolvió la Compañía de Jesús y decretó la incautación de sus bienes. También se proclamaban la Ley de Divorcio y la de secularización de cementerios.

Toda la prensa nacional recogía entonces, con extensión y detalle, lo que se trataba en las largas y animadas sesiones de las Cortes constituyentes elegidas el 28 de junio de 1931, y lo mismo hacían rotativos provinciales como, al menos, El Diario de León.

El 14 de enero de 1932 publicaba en su número 7 del recién nacido vespertino Luz ('Diario de la República') que en la sesión parlamentaria de aquella fecha formula una pregunta el periodista y diputado Rodrigo Soriano Barroeta-Aldamar (uno de los beligerantes jabalís antigubernamentales y de la extrema izquierda federal, confinado con Unamuno en Fuerteventura en 1924 por el directorio militar de Primo de Rivera). Esa pregunta se refería a la circular del Ministerio de Comunicaciones que ordenaba la supresión de las notas desfavorables en los expedientes de sus funcionarios en virtud de la amnistía concedida al implantarse la República, una medida de gracia de la que se habían excluido los delitos cometidos por empleados públicos en el ejercicio de sus cargos. La misma supresión se aplicó entonces por lo menos a los funcionarios de la Dirección General de Prisiones antes sancionados.

Y estalla “el caso Nistal”

Tal circular la rubrica el 5 de enero el también diputado constituyente Alfredo Nistal Martínez, un conocido socialista elegido por León, nacido en 1892, masón, funcionario postal desde 1911, y director general de Correos nombrado desde su puesto de jefe de Negociado por el Gobierno Provisional de la República el 20 de abril de 1931. Soriano resalta sobre Nistal que su “hoja de servicios no es nada edificante, pues en ella abundan los castigos de suspensión de empleo y sueldo, postergaciones y otros por faltas leves y graves, consecuentes algunos a la desaparición o extravío de giros y de un pliego de valores de cinco mil pesetas y hallarse en descubierto de quinientas”.

A esta una “amnistía semigeneral” dictada por Nistal para las faltas leves y recientes alude también el 15 de enero El Diario de León, y además a “la extrañeza de algunos empleados de Correos al ser amnistiados por persona ella misma incursa en tantas infracciones”.  

También aquel mismo día 15, el diario de la tarde La Tierra, sobre la intervención de Rodrigo Soriano en la sesión plenaria de dos fechas antes, resalta en grandes titulares: “Un gran escándalo parlamentario. Un director general socialista se autoamnistía”. Y abunda: “Nos quedamos cortos, porque la palabra ‘escándalo’ nos parece en este caso hasta dulce y benévola”. Este diario La Tierra se ocupa de “economía-agricultura-política” y afirma que “nace para defender los altos intereses de la opinión pública, a la que se consagra por completo”, y que “no es un periódico de empresa; está escrito e inspirado sólo por periodistas independientes”. Siendo así, el periódico es hoy catalogado como “de línea demagógica y demoledora entonces, entre radicalista de izquierdas y anarquizante y libertaria, posicionado contra el Gobierno republicano-socialista y adverso al PSOE”.

El diario redunda en que “causó anteayer asombro en la Cámara, sobre la que cayó como una bomba la lectura que el diputado señor Soriano hizo de la circular en cuestión”, cuyo inicio es: “Amnistiadas las faltas comprendidas en orden ministerial de 27 de mayo de 1927, deben desaparecer estas en los expedientes personales, fichas y anotaciones que de las mismas se lleven en los negociados que intervinieron en los expedientes que las motivaron o las acordaran”. Y el propio Soriano prosigue: “Nada tendría de extraño esta circular, y su propósito de borrar todo rastro de pasadas faltas y delitos, salvo el tiempo transcurrido entre ella y la citada disposición ministerial”. Y acto seguido refiere en concreto y públicamente la “Nota de los expedientes administrativos incoados por diversas causas al jefe de Correos don Alfredo Nistal, hoy director general”.

El listado de las faltas de Nistal

El diputado detalla en la sesión los expedientes que se le borran a Nistal: “2 de mayo de 1916. Falta leve. Dos días multa por falta en servicio Certificados; 15 de enero 1917. Falta leve. Dos días multa por extravío valor metálico; 31 de julio 1917. Falta leve. Diez días de recargo servicio por falta servicio Valores; 30 de agosto 1917. Falta grave. Tres postergaciones por falta de servicio Giro; 6 de agosto 1918. Falta grave. Diez postergaciones por desaparición de un pliego de 5.000 pesetas; 16 de junio 1919. Falta grave. Quince días de multa por faltas en servicio Giro; 6 de agosto 1920. Falta grave. Seis días de multa por pérdida expedición ambulante; 3 de mayo 1922. Falta grave. Ocho días de multa por extravío despacho Cáceres”.

Más aún: “Sección de Reintegros. Sala 2ª. Contra don Alfredo Nistal se siguen dos expedientes: uno incoado el 14 de febrero de 1916, por alcance de 500 pesetas, en periodo de ejecución de sentencia confirmada por el Tribunal de Cuentas en 28 de agosto de 1919, y el otro, incoado el 1 de octubre del pasado año, sobre reintegro de 5.000 pesetas, pendiente de que por el instructor se dicte sentencia y la eleve en consulta al Tribunal de Cuentas”.

Rodrigo Soriano manifiesta que “según confidencias, en el expediente por falta del pliego de 5.000 pesetas consta la declaración del encartado, en la que confiesa que ‘lo sustrajo para salvar de un apuro a su padre”.

Es decir: Soriano resalta que el diputado socialista por León, señor Nistal, director general de Correos, “se amnistía a sí mismo”, y “prohíbe que se dé cuenta de su edificante expediente, y cierra para ello todos los caminos. Sin embargo, no creemos que aquellos que revistan carácter criminal puedan ser amnistiados ¡Bueno fuera!”.  

En La Tierra publican: “Esta es la pregunta que Soriano hace al ministro de Comunicaciones Santiago Casares Quiroga (cartera que ocupa interinamente desde el 17 de diciembre de 1931 y que también es ministro de la Gobernación), que será principio de un gran escándalo y que revela cómo andan las cosas del Gobierno”.

Irrupción de la policía y 'secuestro' del periódico

Al día siguiente, 16 de enero de 1932, en la portada de este mismo diario vespertino se publica a grandes tipos: “Como en los tiempos de Mola. Anoche fue denunciada y recogida La Tierra, con gran violencia por la policía. El director de Correos, socialista, inviolable”. Eso en titulares. Porque continúa un texto en que se protesta por el ataque y el atropello, que se relacionan con la pasada actuación del diputado Rodrigo Soriano desvelando en las Cortes el expediente y la circular de Alfredo Nistal, dados a conocer por el rotativo tal y como se habín anotado en el Diario de Sesiones del Congreso.

Culpan a Nistal de la irrupción de la policía, hecha con mandato judicial, en la sede de La Tierra para recoger los ejemplares, inutilizar los moldes de las planas, precintar máquinas e incautarse de la tirada, así como de impedir en Correos la circulación de las ediciones de provincias y arrebatar los periódicos a los vendedores en las calles. Se trata de una medida dispuesta en el artículo 1 de la vigente Ley de defensa de la República frente a “la difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público”, y cuya aplicación era potestad del ministro de Gobernación.

Del expediente del leonés se dice que no es motivo de ejemplaridad, y que tras largo y enconado debate será llevado a la Cámara para que esta enjuicie.

El ministro, a la defensa de Nistal

En la misma fecha, en su sección de 'Las sesiones de Cortes', y bajo el rótulo “El ministro de la Gobernación dice que no tienen importancia las faltas que figuran en la hoja de servicios del director de Correos”, refiriéndose a Nistal, El Diario de León publica la respuesta que “a la denuncia hecha ayer por el señor Soriano referente al señor Nistal daba Casares Quiroga”. Éste resalta la rigidez de los reglamentos de los Cuerpos de Comunicaciones, que hace consignar como faltas graves algunas que en entidades particulares serían leves y no merecedoras de corrección, y que detalla al Parlamento las que, de gravedad, figuran en el expediente del director de Correos. Y pasa a dar explicación de sus 'faltas':

La relativa al extravío de un talonario de giros en 1917 se reduce a que al ser enviado Alfredo Nistal a una Administración postal de Asturias se hizo cargo de dos talonarios, uno nacional y otro internacional, y los directivos de entonces, que lo perseguían por sus ideas, le reclamaron dos internacionales, anotándole la falta aunque demostró que solo existía uno.

La consignada en 1919 obedece a que en un descarrilamiento de tren acaecido en Palencia, con vuelco del coche de Correos, en la confusión del hecho desapareció un giro, y se inscribió como falta en su hoja de servicios. Otra falta que también se le consignó como grave se refiere al “debito de expedición” cuando, viajando como ambulante postal en la línea ferroviaria Plasencia-Astorga, al hacer el obligado cambio de expediciones fuera del coche, el jefe de estación no se percató de ello y dio salida al tren, quedando el señor Nistal en el andén.

En cuanto a la de extravío de un despacho en 1922, lo entregó a un compañero y le recogió el recibo. Perdido por este, al no hacerlo constar así, se le impuso a a Nistal la grave anotación, al igual que se hizo cuando yendo en un coche de Correos, accidentalmente y por el vaivén del tren, se cayó el quinqué de petróleo que le alumbraba y manchó e incendió algunas cartas.

Relectura de la acusación más grave

Por lo que hace a la más grave acusación, la de desaparición en agosto de 1918 de un pliego de valores, el ministro explica que viajaba Alfredo Nistal como ambulante en un coche que no llevaba caja de hierro para guardar los valores, sino un armario casillero al descubierto dentro del vagón, en el que entraban personas de diferentes clases y distintos servicios. Repuso el señor Nistal de inmediato al Tesoro el importe del giro extraviado, y a pesar de que hechos como este conllevan la suspensión de empleo y sueldo, sus perseguidores no se atrevieron a imponérsela, pues estaba claro que no había tenido intervención en el suceso.

La injusticia de la acumulación de faltas en la hoja de servicios de Nistal era tan evidente para quienes lo perseguían, que en 1922, al convocarse oposición para cubrir una cátedra vacante en la Escuela del Cuerpo de Correos, y ser preceptivo no poder opositar quienes tengan determinadas faltas, pidió Nistal opositar, lo hizo y ganó aquella plaza.

Terminaba su intervención el doble ministro Casares Quiroga rogando a los diputados que no se excedan en su celo de presentar denuncias sin fundamentarse previamente, pues no puede estar la honorabilidad de un funcionario a merced de una denuncia, ya que “quienes ayer leyeran la acusación y hoy no puedan leer la rectificación tendrán en entredicho la conducta del señor Nistal, del que está plenamente satisfecho el Cuerpo, el ministro y el Gobierno”.

El político leonés se defiende en persona 

A continuación toma la palabra en el hemiciclo el propio Alfredo Nistal, que recuerda que Alejandro Lerroux lo defendió en un Parlamento monárquico cuando era perseguido, como lo sigue siendo todavía por aquel régimen, en el seno de las Cortes Constituyentes. Realzan después algunos parlamentarios la honestidad del señor Nistal, y la solidaridad con él de todo el Partido Socialista.

Se producen protestas de la Cámara y su presidente, Julián Besteiro, da la palabra al señor Soriano. Este dice haber obrado en su pregunta al ministro de Comunicaciones guiado por un documento oficial, como es la hoja de servicios, sin saber si es cierto o no lo que en el mismo se consigna. Sigue a sus palabras un fuerte alboroto, tras el que pide alguno que quede en suspenso la amnistía (que dictó Diego Martínez Barrios, cuando presidía el Ministerio, para borrar de los expedientes las faltas imputadas por el régimen monárquico, según replica Casares Quiroga), y propone otro que se traiga al Congreso el expediente en cuestión y se suspenda el decreto de amnistía para el señor Nistal hasta que se aclare la denuncia.

La reacción en la prensa de León

En contraste con lo que publican otros rotativos, el conservador y católico El Diario de León había publicado el día 16 una inesperada y encendida defensa del socialista leonés. Y también se le excusa el 23 de enero desde el semanario socialista astorgano El Combate, en el que se escribe -seguramente por mano de Miguel Carro Verdejo o de Luis García Holgado, sus compañeros de profesión y militancia- que “el otro día Soriano soltó la espita en el Congreso para pringar a nuestro camarada Nistal, y oscurecer la vida postal”. “En ella, sin embargo, resulta difícil e ineficaz el ataque, porque saben sus colegas que las faltas de Alfredo Nistal pueden, en cualquier momento, serles atribuidas a cada uno de ellos, por la sencilla razón de que manejan pliegos, certificados, y van en los trenes, y corren por ello el riesgo de perder el tren o un envío postal”.

Eran ciertas, y abundantes, las incidencias laborales en Correos por aquel entonces. Por ejemplo, su Inspección detectaría a finales de junio de 1934 un desfalco o malversación de 16.000 pesetas en la Estafeta Postal bañezana, cuyos administrador e interventor eran destituidos y encausados judicialmente, al igual que un cartero. En abril del 36 resultaron absueltos los tres , aunque se volvió a juzgar al interventor por los mismos hechos en junio de 1937 por la justicia militar franquista y finalmente fue condenado entonces en el Sumario 389/37. Entre sus cargos, “ser socialista y amigo de Nistal”.

Arrecia 'La Tierra' en su denuncia

Rodrigo Soriano, por su parte, y a pesar del pasado contratiempo en el Congreso, el día 18 de enero escribirá en el periódico La Tierra que “declarar sagrados a los funcionarios es novedad que hasta ahora desconocíamos”. “En el caso del señor Nistal no cejaremos. Su hoja de servicios, su expediente, serán examinados como merecen”. Y se alude en otra página del mismo diario, en el recuadro titulado “El caso Nistal. El Cuerpo de Correos y su director”, al desastre de diez meses de su gestión, hasta el punto de que la mayoría del personal, para el que no ha conseguido mejora alguna y al que ha traicionado, lo tacha de arribista y vería con gusto su dimisión, descontento porque viaja siempre en Chrysler y cobra tres sueldos más sus dietas, mientras para muchos de los empleados postales rigen aún los exiguos salarios de la monarquía. Según el rotativo.  

No cejan en La Tierra de ocuparse del 'Caso Nistal'. Y en su portada aparece el día 19 de enero un suelto en el que bajo el destacado título “El impudor de los socialistas averiados. Ni el director de Correos cuenta con el apoyo del Cuerpo, ni todos los funcionarios, sino una minoría, tienen faltas graves en sus expedientes, como las tiene el señor Nistal ¿Para cuándo las dimisiones?”, se informa de la nota que una comisión de empleados ha llevado en mano al vespertino.

Se desmiente en dicha nota lo afirmado en un escrito de defensa de Alfredo Nistal por dos funcionarios (los señores Muñoz y Rojo) que se arrogaron la representación de todo un Sindicato postal afecto a la UGT -lo eran solo de una de sus secciones, la de Técnicos-, “enchufistas” favorecidos con gratificaciones y prebendas por el director, al que ni se le elevó a su puesto por voluntad del Cuerpo ni desde este se le propondría nunca conociendo su deplorable hoja de servicios. Se le acusa en la misma nota de nepotismo, y se dice que “el personal de Correos vería con gusto la destitución del cargo de este director general, que no puede seguir al frente de un Cuerpo de hombres honrados y decentes”. La guerra está en todo lo alto.

(Continuará en PARTE 2)

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José Cabañas González es autor del libro 'Cuando de rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León'. Con una 'Primera Parte: El Golpe“' de julio de 2022, y la 'Segunda Parte: La Guerra', de junio de 2023, ambas publicadas en Ediciones del Lobo Sapiens. Esta es su página web.