Tuve la ocasión de conocer a Mareva Mayo hace unos diez años, en un curso de escritura de extensión universitaria que impartiera en la Universidad de León (ULE). Y me pareció, a tenor de lo que escribía, una chica con una escritura muy singular, con un sello personal inconfundible, con una voz narrativa, también poética, realmente transgresora. Y así se lo transmití. Eso recuerdo. Y, después de tantos años (como aquella película dedicada a los Panero, filmada por Ricardo Franco) veo que Mareva ha hecho realidad aquella su vena poética, plasmándola en papeles varios, pues ya ha publicado algún que otro volumen. Y eso me da una gran alegría. La verdad es que hace tiempo que imparto estos cursos de escritura, que tanta satisfacción me procuran, tanto en el Centro de Idiomas de la ULE como en el campus universitario de Ponferrada.
Mareva Mayo se sitúa del lado de quienes a menudo no tienen voz ni voto, que, por lo más, es tarea en la que deberían posicionarse las escritoras y escribidores del Planeta Tierra, reivindicando, como hace ella, a brujas y maquis, zapatistas y desahuciados, presos políticos, inmigrantes y locos condenados al ostracismo, al horror, por vivir una realidad diferente, acaso por decir verdades como puños, como hiciera por ejemplo el todoterreno de las artes y las letras, el insigne Antonin Artaud, cuyo teatro y aun su poesía (sin olvidarnos de su cine) siguen dándonos calambrazos de emoción, de reflexión, en este mundo terrible, que a buen seguro hemos construido con manos de asesino, como también y tan bien nos recordara el coloso Umbral en su 'Mortal y rosa', que sigue siendo un estupendo libro de cabecera o de mesita de noche, para agarrarlo y subrayarlo en noches de blanco satén, como cuando uno se arranca, “pues, de la selva pantanosa de los sueños”.
Cuenta la autora de 'El velamen del desvelo' que es hermoso que, entre tiempos tan convulsos y desolados y precarios ante la existencia, donde es tan difícil echar raíz y simiente en un suelo privado o tener un hogar y un camino y una tribu, asediados por la frialdad y soledades de los mercados... se apueste por lo etéreo y mágico de los libros, los cuales nos traen, en su opinión, nuevos mundos al mundo y recuperan las realidades robadas por los voceros de la realidad una y grande, “y arbolan esas preguntas indispensables que mañana tirarán los muros que hoy creemos que son caminos...”. Es hermoso siempre que se abra paso a los libros –apostilla Mareva–, a todos los sueños, pluralidades rizomáticas e inencerrables, cicatrices, derivas, mordiscos, barricadas, encuentros y ausencias, naufragios y orillas que pueden entrar hasta cabalgar a la luna y ser la propia muerte en los libros. “Y en manos de Eloísa Otero, que toda ella es poesía, siempre estarán más vivos los vivos y las palabras”, añade Mareva Mayo, convencida de que su reciente libro 'El velamen del desvelo' es cubismo... de lo que escribe, “un esqueleto de entre mis peces entre las corrientes que buscan lo sólido de la mar, la carne, el humo, el hueco, la muerte o la vida... y los anzuelos y el barco es de Eloísa”.
Sin la periodista y poeta Eloísa Otero, sin sus ojos, nunca habría existido el libro –nos aclara Mareva–, porque los ojos son capaces de crear hasta ojos. “Los ojos transforman lo que miran. Nunca existirá el mismo árbol en dos ojos diferentes. No será nunca el mismo verso el mismo verso en dos ojos diferentes”. Por tanto, cree que la escritura ni siquiera permanece del lugar del que nace y se vive mientras emerge y arde, a la que queda entre las palabras. “Y cuando alguien la lee la transforma desde su propio éter y surrealismo y el autismo inherente a lo individual”. Tal vez por eso ella dice que se negó, hace ya un tiempo, a seleccionar de entre lo que escribe porque se le quemarían todos los cables y hasta su propia sombra la fulminaría. “No creo en el mirar atrás –apunta–, porque la escritura nace del fuego”. No cree en la reescritura ni en el formato libro, ni acabado ni fruto, porque para ella sería “corromper el motor entrópico y salvaje y oculto y mágico... de ese lugar tan oscuro y ardiente e inefable del que nace la escritura”.
Los ojos transforman lo que miran. Nunca existirá el mismo árbol en dos ojos diferentes. No será nunca el mismo verso el mismo verso en dos ojos diferentes
La poesía como rizoma anarquista, cuántico y eterno
En sus propias palabras, que tal vez nos hagan recordar al genio Dalí -autor asimismo de 'Diario de un genio'-, la poesía rige, “todo nace, vive, se reproduce y muere desde la poesía que es un rizoma anarquista, cuántico, eterno. Y la poesía destruye todos los poemas y sistemas”. En esta senda, la escritura es, para la creadora de 'Poemas de carne y aguja', el rubor y el gasógeno que trata de desvelar lo abstracto que nos vela, que siempre fracasa en su intento.
La poesía la acompaña “en lo que existo en mi adentro y en mi afuera y trata de hacerlo también en lo que me des-existe”. Es la compañía de su soledad y el estruendo de sus silencios y es la pasión que dirige sus pasiones y lo que ama. “Siempre tuve miedo a los silencios que me obligaba a asumir el exterior, a las falsas identificaciones que imponía el entorno o la cultura, sobre el ser y la realidad... sentía un abismo que separaba al ser de la manifestación del ser, al significado de la palabra, a lo vivido de lo material, y eso me llevó a la escritura, el saber una insalvable distancia entre lo interior y lo exterior, y el terror ante lo que era incapaz a extenderse y ser libre y manifestarse hasta el extremo y el hummus, y el duelo provino de todos esos entornos que me llegaban como prisiones contra mi niñez y mi naturaleza, había una arrogante separación entre mi ojo izquierdo y el derecho. Una inadaptación endémica a lo que me dijeron que era, a lo que la otredad enviaba en el espejo como mío cuando nunca fue de nadie, porque del Teatro Sólo Para Locos nadie jamás podrá salir”, expone Mareva, para quien la escritura nació de la incapacidad a vivir el hay y la moral y lo supuestamente cierto, normal, real... que le cayó encima, a su juicio, por la fuerza desde la superficie social. “La escritura era el crear un puente entre las antagonías y un mundo que pudiera sostenerme y manifestarme y liberarme. Y luego pude comprender que era inviable porque el ser profundo es muchos seres nacidos de un hueco nómada y metamorfósico que derribará todos los sistemas de lo concreto y de lo cierto”, matiza Mareva, que en su adolescencia leía libros “hasta que sus ojos eran fulminados y se moría para siempre España y todo lo feo y finito y abarcable”. Posteriormente, recuerda que le obsesionó demasiado la escritura y se hizo una mala lectora e infiel, “sin más tiempo que el de la muerte de todos los tiempos y habidos que exige el escribir”. Y entre sus escritores, que más le mordieron, advierte ella, están Artaud, Nietzsche, Duchamp, Cioran, León Felipe, Stirner, Goethe, Hesse, Leopoldo María Panero, Pizarnik, Rimbaud, Kafka, Clarissa Pinkola Estés, Lizano, Princesa Inca, Guti Gabela, Loam.... “Y los que de verdad me dejaron una profunda huella fueron todos esos poetas y músicos y locos y vagamundos que aunque no escribieran una palabra tenían todas las bibliotecas ardiendo en su garganta y en su bolsillo vacío...y con los que bebí vino peleón en las veredas o soñé el amor y casi lo tuvimos o la revolución, o escapamos juntos del manicomio vallado de los cuerdos o de la policía o perdimos el conocimiento después de ser testigos de la belleza y la orgía de la Osa Mayor, son con los que hubo alguna locura que perpetrar y sueño que cumplir y nacer con todos los huesos y latidos compartiendo el mismo instante, y murió la distancia que impone la literatura. Los mejores libros nunca se firman ni quedan escritos”, especifica ella, para quien la literatura es el no-mundo de lo profano donde entra todo lo existente y es abierto hasta la muerte del sol. Por eso, no le gustan las banderas ni localismos ni la literatura como huella o legado de ningún mapa ni nación.
Siempre tuve miedo a los silencios que me obligaba a asumir el exterior, a las falsas identificaciones que imponía el entorno o la cultura, sobre el ser y la realidad... sentía un abismo que separaba al ser de la manifestación del ser, al significado de la palabra, a lo vivido de lo material, y eso me llevó a la escritura
“Creo que la literatura ha de destruir fronteras y estados, trascender la cultura y lo empírico, y ha de servir a lo aún nacido y no a lo tocable ni tenible ni nacionalizable ni retribuible. Amo a algunxs poetas y creadores... que me dieron fe, coraje, vino, risa, aliento, bandera negra, bajo la noche de León... Mi única provincia es el bosque que no es de nadie. Me entero de las movidas porque suelo leer 'Tam Tam Press' y me alegra que haya toda esa vida en estas tierras... y tanta gente con ganas, sueños y tanto qué hacer y qué decir y qué nacer, haciendo ruido contra el sórdido silencio que a veces se atraganta entre las calles...y me gusta que hierva el fuego de las pinturas, los libros, el teatro, los conciertos... ya sea en León o en el desierto del Sáhara”, sostiene Mareva, a la que no le gustan las ciudades porque necesita estar en contacto directo con la naturaleza, en “lugares donde haya más hierba que asfalto y más animales que personas y los horizontes no conozcan avisperos-humanos de hormigón”. Necesita, eso nos dice, que las farolas no roben las noches estrelladas, oír los grillos, los cantos del sapo, los ladridos de los mastines... la raposa, el lobo, el águila, el jabalí... el espacio vacío de los chopos. “La naturaleza me lleva a lo infinito y a la libertad, y los paisajes urbanos me son muerte, donde no puedo vivir en paz y libre”, precisa la creadora del blog Hoguera de ideas https://hogueradeideas.blogspot.com/, consciente de que el peligro de esta pandemia es que está siendo usada desde la clase privilegiada y capitalista que gobierna para arruinarnos del todo la sanidad pública, “que se lleva desmantelando callada y suciamente durante años, y se cercenan aún más las libertades individuales y la desobediencia y el coraje y lo colectivo y la fuerza del barrio.... y eso causará muchas más muertes que el virus”.
No obstante, también cree que la pandemia puede también soliviantarnos el amor y el pueblo crear redes de apoyo-mutuo, solidaridad, cohesión, “y volvernos todos políticos y conscientes para recuperar la fuerza y dignidad y belleza de la política que esos partidos de la mafia han corrompido durante tantos años”. Pero, para que así sea, la cultura ha de organizarse, en su opinión, anti-estatalmente y ser de la calle y del de abajo.
“No necesitamos para nada los recursos de los estados-empresas. No necesitamos editoriales ni museos. Ni prensa que publicite nuestros libros o conciertos o exposiciones. Como decía Machado, hasta que el pueblo las canta, las coplas no son. Y el pueblo tiene que gritar y cantar muy alto, porque amenaza demasiado la mordaza y el arrodillamiento y las prisiones y rediles. Hay que destruir la jerarquía y mercado y solemnidad y propiedad privada y copyright del arte y devolverlo a la calle, a la mar, y a la gente y al de abajo”, porque el arte no es de nadie y el individuo al final sólo es un hueco efervescente de polvo de estrella, según Mareva, que reivindica a Kafka: “Hay que ser muy idiota para creer que se ha pensado algo que nunca antes fue pensado”.
La creadora de 'Infecciones' está convencida de que somos sinergia de todo lo existido, unidos por la unidad-cuántica de todo lo habido y el amor y la anarquía. “El individuo ha de morir en la orgía de la aurora boreal para ser verdaderamente la vida y que los egos dejen de crear el crimen y la guerra y la avaricia. Hay que crear autogestión y tribu piel-roja y neandertal para recuperar la dignidad de las palabras y de los guitarrazos que sólo han sido y serán del viento y de la llama. Y traer el amor y la libertad y la justicia a la tierra de una vez”, explica esta poeta y narradora lúcida, que apuesta por la naturaleza, por la defensa de lo común, por recuperar aquello que nos han robado.
Creo que la literatura ha de destruir fronteras y estados, trascender la cultura y lo empírico, y ha de servir a lo aún nacido y no a lo tocable ni tenible ni nacionalizable ni retribuible
Entrevista breve a Mareva Mayo
“No soporto a los que no estercolan y disparan el aullido de los avasallados, al escribir”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
No dejaría de leer los libros que nos cerró la historia y nos robó de las bibliotecas y del altavoz popular... como aquellos que escribieron las brujas que quemaron o los maquis o los que hoy escriben las zapatistas o un desahuciado bajo la lluvia o un preso político o un loco condenado por vivir una realidad diferente de la de aquellos que han legislado una realidad hegemónica y cuadrada y retributiva, o el libro que sangra y rompe contra el cielo un hambriento, o el que quema un inmigrante para el que las patrias suponen la condena perpetua o la muerte, o los libros que escriben los cerdos en el matadero.
Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).
Durruti y los perros de Diógenes.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
Nunca he tenido paciencia para llegar a la insoportabilidad, me purgo mucho antes. Pero diría que todos aquellos que no escupen la sangre, ni el fuego de la justicia enloquecida por lo que han hecho con ella los que la tomaron por la fuerza, ni soporto a los que no estercolan y disparan el aullido de los avasallados, al escribir.
Un rasgo que defina tu personalidad.
Desequilátera e infiel de mí y de todo lo que se muestra como existido y definitivo.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La muchosidad.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
La política actual sirve al mercado y al interés privado de las clases privilegiadas, han robado lo común y se lo han repartido en su fiesta de carroñeros y un día el hueso que hoy nos dan ya no estará ni para hacer un cuchillo y defender la vida que quede... la sociedad ha crecido amordazada y limitada y condicionada e inculturizada y legislada y condenada debajo de los rediles que nos echaron encima. Las palabras han perdido su fuerza y su dignidad y su verdad. Recuperar las palabras y nuestras historias y ojos y pellejos requiere recuperar la realidad cuántica de miles de rizomáticas existencias y sueños y maneras de vivir y amar... que no entrarán jamás en el televisor ni en la civilización.
¿Qué es lo que más te divierte en la vida?
Ser niña. Bajar a volteretas del monte, subir a los árboles, escalar lo más oscuro de la mar, discutir de metafísica con los perros y las cucarachas, bailar con la hoguera y con Marte... sentirme sagrada, libre, inocente, animal y descivilizada.
¿Por qué escribes?
Porque nunca conoceré la verdad, ni el sentido, ni al cielo, ni será mía la belleza ni el salvaje Poseidón ni la anarquía... pero escribir me ayuda a saberme pobre e ignorante e indigente y mortal y jodida por la vida, con la arrogante esperanza de 'Big Fish'.
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
Creo que las redes ejercitan la necesidad de reconocimiento social... pero quien forja el estilo literario es Madre Muerte, el fervor del absurdo y lo que se calla la lluvia cuando se nos cae encima.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Las montañas, los árboles, la mar, la herida de haber nacido y de no ser yo la muerte, la ausencia y el hueco que explota en mi pecho, la vanidosa venganza de lo imposible. La vida de la que no salí ilesa ni a la que llegué por voluntad propia.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
No leo demasiado a los otros, porque lo que me da la vida es escribir y no leer, aunque siempre vuelvo a arrezafe.blogspot.com para no perder de vista la mar y la conciencia y lo que vale la vida y la palabra. Escribo en mi blog porque me he enviciado a él. Me gusta la intimidad y soledad del blog que abre un ojo de buey al mundo aunque todas las puertas estén cerradas... y la apertura comunista hacia el amor del viento, sin intermediarios, ni copyright, sin fines, ni estructuras, ni nada a vuelta ni a cambio, ni ningún tipo de mercado o camino estorbando en medio.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
La verdad nació muerta para el humano. Nuestra sólo es la locura. Y pretender y codiciar la verdad, o creerse dueña de ella, lleva al fascismo, al crimen y a la estupidez.