El partido que enfrentó al Oporto y al Atlético de Madrid estuvo marcado por el comportamiento antideportivo del entrenador del equipo portugués. Éste se encaró con el árbitro, invadiendo incluso el terreno de juego en una actitud claramente violenta. El árbitro no lo dudó y expulso al míster portugués.
La disputa se trasladó a la grada, donde los aficionados del Oporto que se habían desplazado hasta León se encararon con los del Atlético. Los empujones y los insultos no se hicieron esperar, pero la intervención de los cuerpos de seguridad evitó que la pelea fuera a mayores.
Este tipo de comportamientos sobran en un terreno de juego y en las gradas. Máxime cuando quienes juegan son chavales a los que se les está educando no solo en el fútbol, si no también, en el aspecto humano.
Al final, el Oporto hizo valer el tanto conseguido en el tramo inicial para alzarse con la victoria. El partido no tuvo mucho más, un encuentro soso en el que el Atlético de Madrid perdió toda posibilidad de luchar por el título.