El pasado mes de octubre un artículo de Sara Gallego se hizo viral. En su titular se podía leer lo siguiente: ‘Todo cambia, Cris permanece’. Cristina Martínez Gutiérrez nació en Astorga un día de primavera de 1993. Después de jugar seis temporadas en el Santa Ana, equipo de la ciudad que la vio crecer, en 2016 fichó por el Real Club Deportivo de La Coruña, debutando contra el Oviedo Moderno en el primer partido de liga. Han pasado seis años y hoy Cris luce el dorsal 22 y el brazalete de capitana.
El fútbol, lamentablemente, no es un deporte que lo practiquen muchas niñas. De entre todas las posibilidades, ¿por qué lo elegiste?
Yo nací y crecí en un barrio de Astorga, Puerta Rey, en el que tanto niñas como niños nos juntábamos para jugar al fútbol. Había muchas opciones, pero yo siempre sentí algo especial por el balón y por suerte, en mi barrio encontré lo que necesitaba. Cierto es que también jugaba al baloncesto, pero el fútbol para mí tiene ese algo especial, quizá sea la infancia.
Formaste durante seis años parte de la plantilla del Santa Ana. ¿Qué te aportó para seguir haciendo del fútbol una forma de vida y una profesión?
En Astorga jugaba con mis amigas en el Santa Ana, el equipo de mi ciudad. Eso era lo que me hacía feliz, no necesitaba mucho más. Luego me llegó la llamada del Deportivo, y decidí seguir ese camino.
Con veintitrés años recibes esa llamada de A Coruña. El Deportivo Abanca se acababa de fundar, querían contar contigo y decides hacer las maletas. ¿Qué te llevaste y qué viste allí?
Lo recuerdo perfectamente. Me llamaron un martes por la mañana. Estaba con mis amigas y amigos montando el campamento de ástures y romanos, una recreación histórica que se celebra en Astorga que está teniendo mucho auge. Cuando escuché lo que me ofrecían, ir a probar entrenar con el Deportivo, la verdad es que no me lo creía. Aquel viaje lo hice con mi padre y con mi novio. Cuando vi lo que había allí, decidí quedarme. Era un equipo nuevo y sentí que la gente era muy cercana. Aquello era un proyecto serio y ambicioso que contaba con recursos. No dudé ni un segundo.
Después de mucho pelearlo conseguisteis el ansiado ascenso en Gran Canaria en una fase en la que había mucha competencia. ¿Qué tenía el Depor ese año para conseguirlo?
Un equipo de muchas jugadoras que llevábamos 3 años jugando juntas más algún fichaje muy importante. Teníamos cubiertas todas las líneas, nos llevábamos muy bien. Aquello fue increíble.
Aunque llevamos poco tiempo de la actual temporada, ¿qué sensaciones tienes como capitana y cuál es el objetivo?
La verdad es que tenemos sensaciones muy buenas. El ascenso es muy difícil, pero ese tiene que ser siempre nuestro objetivo. Empezamos de nuevo un proyecto, pero se ha fichado a gente muy buena. Las piezas del puzle encajan y eso es muy importante.
En octubre de 2019 las jugadoras de primera división decidís ir a la huelga reivindicado unas condiciones dignas, entre ellas, un convenio colectivo y un salario de 16.000 euros anuales. ¿Por qué la balanza está tan desequilibrada respecto a las condiciones de los jugadores, hombres, profesionales?
Al final se dice que lo que vende es lo que más dinero da. El futbol femenino está creciendo, pero estamos a años luz de los chicos. Esto no es exclusivo del fútbol, ocurre en todos los deportes. Hay que seguir reivindicando nuestros derechos como mujeres. El objetivo tiene que ser llegar a algo parecido. ¿Por qué no?
En el encuentro disputado en Abegondo contra el Viajes Interrias FF, una de sus jugadoras, Paula Dapena, se puso de espaldas y se sentó para no formar parte del minuto de silencio por la Muerte de Diego Armando Maradona, al que calificó, con razón según se ha demostrado, como ‘violador, pedófilo y abusador’. Sufrió por ello unos ataques gravísimos. ¿Se pasan por alto los ataques machistas en el fútbol?
Yo en ese momento no sabía por quién estábamos haciendo el minuto de silencio, lo vi después en redes. Las redes sociales son algo bueno, pero demasiadas veces se usan para llenar todo de odio, como fue el caso. La chica lo pasó mal, pero seguro que está orgullosa de lo que hizo. Esos mensajes son importantes.
El pasado mes de septiembre, un grupo de quince jugadoras de la selección femenina de fútbol pedían ausentarse en la próxima convocatoria alegando que la actual coyuntura de la selección afecta “de forma importante” a su “estado emocional” y a su “salud” en clara referencia a Jorge Vilda. ¿Falta pedagogía en este asunto y la RFEF no está siendo todo lo trasparente que debería?
La postura de las jugadoras y lo que puedan hacer es complicado en la situación en la que están. La Federación tiene la sartén por el mango. Ellas, y estoy segura de que no eran solo las quince, pedían una preparación más seria, entre otras cosas, después de lo ocurrido en la Eurocopa que habían tenido.
Me gustaría saber que habría ocurrido si eso mismo lo hacen los integrantes de la selección masculina. Estoy segura que no se habría llegado hasta aquí y que la cobertura hubiera sido muy distinta. Ellas están en una situación complicada, no tienen la libertad que tiene el seleccionador para dar las entrevistas que ha dado. Yo las apoyo y ojala se arregle.
Volviendo a lo más personal. Eres ya un símbolo en A Coruña, ¿qué sientes cada vez que te pones el brazalete de capitana?
Llevo aquí muchos años y he pasado buenos momentos, pero también malos. Seguir luchando por devolver al equipo a la máxima categoría es una obligación. Llevar como capitana del Depor el nombre de Astorga allá donde voy es un orgullo para mí. Para saber a dónde vas tienes que tener muy claro de dónde vienes. Esta filosofía me la tomo muy a pecho.
La Selección española femenina de fútbol Sub-17 se acaba de proclamar campeona del mundo, aun así, hay muchas niñas que tienen dudas sobre la práctica del fútbol. ¿Qué les dirías?
Mi experiencia ahí la tienes, elegí el deporte que más me gustaba. Les diría que hagan el deporte que les atraiga y con el que se sientan felices, sin hacer caso a lo que puedan decir unos pocos. Ojala emitan más partidos de la liga femenina y de otros deportes practicados por mujeres, seguro que la asistencia de espectadores crecería y a muchas de esas niñas se le disiparían las dudas.
Para finalizar, recomiéndanos una película y una canción.
Como película, El pianista (Roman Polanski, 2002), y canción, Best day of my life, de American Authors.