La carrera extrema de la España Vaciada: Curillas vivió una prueba ininterrumpida donde el campeón hizo seis maratones

Ambientazo de corredores en las primeras carreras de la prueba Backyard Ultra en Curillas.

Redacción ILEÓN

5 de octubre de 2025 20:59 h

La pequeña localidad leonesa de Curillas, en el municipio de Valderrey, vivió este fin de semana una cita deportiva sin precedentes con la celebración de la I Backyard Ultra Curillas: una prueba de ultraresistencia tan exigente como singular. Bajo el título 'El último arriero', el evento rindió homenaje a la dureza de los antiguos transportistas, muchos de ellos maragatos, que con sus recuas de ganado atravesaban el país de manera incansable.

El formato, propio de las denominadas backyard ultra, consiste en recorrer un circuito de 6,7056 kilómetros cada hora. Quien complete el tramo dentro de ese tiempo puede tomar la salida del siguiente; quien no lo logre, queda eliminado. La dinámica se repite de forma ininterrumpida hasta que sólo queda un participante en pie.

En Curillas, el circuito combinó calles del pueblo, caminos de concentración, pistas agrícolas y senderos, alternando sentidos horario y antihorario para poner a prueba la resistencia física y también mental de los corredores, incluyendo el hecho de que también se corría por la noche, debido a que la prueba no se detiene en ningún momento, hasta que sólo que de uno.

Como curiosidad, el nombre backyard significa literalmente “patio trasero”, ya que así fue donde se disputó la primera edición en 2011. El formato fue creado por Lazarus Lake, también organizador de la mítica Barkley Marathons en el parque natural de Frozen Head (Tennessee, EE.UU.). La distancia de cada vuelta es de 6,706 kilómetros y no es casual: resulta de dividir 100 millas entre las 24 horas del día. Así, quienes logran completar 24 bucles alcanzan la cifra simbólica de 100 millas, es decir, casi 161 kilómetros en el sistema métrico. Es decir, en total varias maratones.

Un agotado campeón

Y en esta primera edición hubo un nombre propio: el de Antonio Pinto, participante de Portugal, de Santa María da Feira, que completó 36 veces el circuito, una vez más que el segundo resistente, César Domínguez de Alisenda de Tormes, Ávila, que lo dio todo hasta la vuelta número 35. Pinto completó finalmente 241 kilómetros y 200 metros, o lo que es lo mismo, corriendo sin ni siquiera detenerse a dormir ha realizado cerca de seis maratones.

La cita arrancó el sábado desde el inicio del circuito, junto a la plaza junto a la iglesia de San Julián, con un avituallamiento autogestionado que reforzó el carácter de autosuficiencia del evento. Durante todo el fin de semana, los vecinos se volcaron con la organización, complementada con actividades paralelas como una marcha solidaria contra el Alzheimer, cuyos participantes aportaron un aire festivo, solidario y de convivencia. A mediodía del domingo, tras decenas de vueltas al recorrido, tan solo tres corredores permanecían en competición, reflejo de la extrema dureza del desafío.

Más allá del aspecto deportivo, la organización, a cargo de la Asociación Deportiva El Último Arriero, con la colaboración del Ayuntamiento de Valderrey y la Asociación de Vecinos de Curillas, quiso subrayar el valor de la España rural. El evento mostró cómo localidades pequeñas, habitualmente alejadas de los grandes focos, pueden convertirse en escenarios de relevancia para el deporte y el turismo sostenible.

El pueblo entero se ha volcado en la prueba, ambientada casi como si se viviera una fiesta, compartiendo el el espíritu de resistencia y comunidad entre corredores y vecinos de los pequeños. Por eso, el eco de esta primera edición confirma que de 'El último arriero' ha llegado para quedarse, situando a Curillas en el mapa del running extremo.

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