“El ataúd de mi abuelo estaba en mitad de un pequeño saloncito. Aunque eran las doce, y el sol gritaba en la calle, la luz allí era escasa, mortecina, como si alguien hubiese querido adelantar el reloj en busca del crepúsculo para darle a la mañana la apariencia de la tarde que expira. Las ventanas estaban cerradas, semiocultas tras la transparencia de unos visillos festoneados y blancos, y olía a una mezcla de sudor y llanto y también a almendras y café. Una foto del abuelo miraba a la concurrencia desde los pies del ataúd y sonreía. Cuando entramos en la habitación sólo había mujeres y silencio. Mi abuela ocupaba un sillón tapizado de escay. Era de cuerpo rollizo y mofletuda y tenía unos ojos que parecían estar siempre escupiendo. Al mirarme sentí que me manchaba y me eché a temblar. Ya era hora, le dijo mi madre, y se agitó en el sillón. Las carnes de la cara se le movieron durante unos segundos como si hubiera relinchado. Mi madre puso su mano en mi cabeza y, con ademán cariñoso, me alborotó el pelo. Ve fuera, me ordenó.
Yo salí hasta la puerta de la casa, con la cabeza gacha, para encontrarme de bruces con el sol.
Lo miré fijamente un instante, porque me gustaba sentir la sensación de ceguera que provoca su visión directa, y la esperé allí, sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared de piedra, apuntando en mi libreta la palabra bayo, porque entonces tenía afición a buscar palabras en el diccionario Everest, y ya me duraba el gusanillo desde las últimas navidades“
(José García Alonso, 'Libro de familia (4)', incluido en su libro 'Formas de seguir abrazando')
Poeta y prosista, nacido en La Cabrera, José García Alonso se crió, como tantos hijos de la emigración de los años sesenta y setenta, según él, en Valladolid. Luego vivió durante algunos años en Extremadura y otros tantos en la cuenca minera de Laciana, en concreto en Villablino. Y ahora, desde hace apenas tres años, vive en Ponferrada, aunque reconoce que siempre ha estado, de una u otra manera, cerca del Bierzo, sobre todo por vínculos familiares y afectivos.
“Me gustan las ciudades pequeñas para vivir. Ponferrada es una pequeña ciudad, pero también lo es, por más que pueda ser varias veces más grande que Ponferrada, Valladolid; no encuentro demasiada diferencia entre una y otra, las hay, pero en el día a día no se notan demasiado. Hay un excelente poema, 'Ciudad de ceniza', del poeta Álvaro Valverde, que arranca con un precioso verso que dice 'Una ciudad es todas las ciudades'. Comulgo plenamente con ese verso, con ese poema, que creo recordar que está incluido en su libro, que recomiendo, 'Mecánica terrestre'”, aclara José García Alonso, que ha recibido algunos premios literarios, aunque cree que no han tenido ninguna trascendencia sobre lo que escribe. Y tampoco les da más importancia de la que tienen, “los míos muy poca... Pero en este oficio solitario, además de las opiniones y críticas de amigos y amigas que también se dedican a esto, a veces sientes la necesidad de que te midan la fiebre personas desconocidas. Los premios, en mi caso, han funcionado como pequeños termómetros”.
De este modo se ha ido configurando su modo de ser y estar en el mundo, a través de su mirada poética. “A todos esos sitios les debo parte de lo que soy, me palpo en ellos, de todos tengo algo, todos son un poco parte de mí”, afirma José, que siente un especial cariño por su tierra natal, Pombriego, porque para él es memoria, “que no de otra cosa estamos construidos”, apostilla, esa memoria que siempre estuvo presente en la cocina de su casa, en las comidas familiares, “en las que tantas historias y vidas se han repasado y repetido. La memoria que uno rastrea para encontrarse con sus orígenes, con una geografía que se impone y marca lo que fuimos y lo que somos, una memoria llena de dignidad ante la injusticia, una memoria, en cierto sentido, de la pobreza”, rememora el autor de 'Formas de seguir abrazando', su ópera prima, libro conformado por textos en prosa y en verso, aunque los textos en prosa, a su juicio, tengan también una carga poética importante, “de ahí que el libro se haya publicado en la colección de poesía de Alcancía”, matiza, consciente de que, para este volumen, hizo una selección de lo que él consideraba firme, poemas y textos que surgieron en momentos y circunstancias diversas, “algunos muy alejados ya en el tiempo”.
En todo caso, en este libro aparecen todos aquellos temas que siempre le han interesado, sobre los que siempre ha escrito, a saber, la memoria, el dolor y la pérdida, la dificultad que entraña crear. Todos ellos aunados por un nexo o decir común.
Si bien 'Formas de seguir abrazando' es su primera obra, José escribe, de un modo creativo, desde que era un jovencito. Cree que escribe porque quizá sea una persona curiosa y sobre todo porque lee. Bien sabemos que la escritura está íntimamente relacionada con la lectura. Quien no lee, difícilmente puede escribir, al menos de un modo coherente, con cierto sentido. Casi sin darse cuenta pasó de la lectura a la escritura, aunque siempre tenga presente la lectura. “Me gusta el trato con las palabras, es una relación tensa, que va de la angustia a la satisfacción y viceversa, la que mantengo con ellas, pero luchamos por entendernos”.
Cuando escribo no busco nada distinto a lo que busco como lector, que no es otra cosa que textos que desordenen la mirada o la nieblen, textos que descosan el hábito común de los días, textos que turben, textos que alteren tanta vida clonada como llevamos
La lectura como algo creativo
Al igual que pensara Umbral, genio y figura hasta la sepultura, José está convencido de que un lector puede ser tan creador como pueda serlo un escritor, “tan bueno o tan malo, y dar una nueva forma a lo leído, por decirlo de otro modo, añadirle vidas a lo que otro u otra escribió. Y creo que esto es así porque cuando escribo no busco nada distinto a lo que busco como lector, que no es otra cosa que textos que desordenen la mirada o la nieblen, textos que descosan el hábito común de los días, textos que turben, textos que alteren tanta vida clonada como llevamos. Eso es la literatura para mí, eso busco en ella”, se expresa con contundencia y claridad este creador y devoto de las palabras, digamos poemáticas, que, en su opinión, le prestan un servicio fundamental a su memoria, que le ayudan a estar en el mundo, “al menos a intentar estar, con una cierta dignidad, que no es poco”.
Es probable, incluso, que la poesía, su poesía, tenga un cierto valor terapéutico, aunque él dice no saberlo y tampoco le importa mucho. No obstante, sí cree que hay autoconocimiento en la escritura. “Uno escribe y se conoce un poco más escribiendo pero, en la misma medida, también la escritura amplía los espacios que uno desconoce de sí mismo”, precisa José, que siente admiración por la obra narrativa de Antonio Pereira y la de Luis Mateo Díez, “autor de una obra sin fisuras”, uno de los más grandes, para él, escritores españoles vivos. “Crear un mundo como Celama está al alcance de muy pocos. Ahora tengo pendiente su recién publicado 'Vicisitudes'”. Asimismo, considera en alta estima al gran maestro Antonio Gamoneda o Tomás Sánchez Santiago, “del que no puedo dejar de recomendar su último libro de poemas, 'Pérdida del ahí' -para mi gusto uno de los mejores libros de poesía publicados el año pasado-, o Juan Carlos Mestre son algunos autores cuya obra creo que perdurará”.
Entre los autores y autoras, digamos más jóvenes del panorama literario leonés, destaca a Fermín López Costero, quien, “después de sus dos excelentes libros de relato corto, 'La soledad del farero' y 'Teatro de sombras', se puede convertir en uno de los referentes de ese género”, así como el novelista José Manuel de la Huerga, reciente premio Castilla y León de la Crítica por su novela 'Pasos en la piedra', al que lee con interés, o bien las poetas bercianas Sara R. Gallardo y Ester Folgueral. “Son todos autores y autoras que me interesan”.
El propio José Manuel de la Huerga hace una hermosa lectura y reseña de 'Formas de seguir abrazando': “...Lector, tienes entre tus manos un cuerpo que respira despacio mientras se está yendo... El secreto de su verdad está en su parquedad. Es el recuerdo de los ciclos agrarios, del hombre en la tierra: sobre la tierra, y luego, enseguida, bajo ella.
Le siguen cuatro secciones donde la narración, el verso y la fotografía despliegan un álbum familiar de recortes, piezas breves, teselas que marcan los límites de nuestro territorio de silencios: ausencias muy presentes, contenidas, que emocionan. La primera historia del 'Libro de familia' es en apenas una página una novela completa. Saramago decía que cuando se disponía a escribir desconocía el bulto y el peso de la historia: cuento breve o narración de largo aliento. Los muertos se lo susurraban al oído: los personajes son muertos que vienen del fondo de la habitación en penumbra, a ver si nos dejamos abrazar...“.
Uno escribe y se conoce un poco más escribiendo pero, en la misma medida, también la escritura amplía los espacios que uno desconoce de sí mismo
Aparte de todos estos autores y autoras, está convencido de que, más allá de creadores propiamente dichos, hay libros que le han dejado una marca, una muesca en la propia vida, “libros que van más allá de ser una mera lectura, que tienen una vida propia, que aparecen en nuestra vida como un acontecimiento que siempre recordaremos”. Y esto le ha ocurrido con algunos libros del vallisoletano Miguel Delibes, o con 'El siglo de las luces', de Alejo Carpentier, o con 'La casa de los espíritus', de Isabel Allende, o con 'Pedro Páramo', del gran Rulfo, o 'La novia oscura', de Laura Restrepo, “o con varias novelas de otro de los grandes autores actuales, Gonzalo Hidalgo Bayal –'El espíritu áspero' o su reciente 'Nemo'-, o con 'La soledad de las vocales', de José María Pérez Álvarez, o la 'Calle Feria' de Tomás Sánchez Santiago, o con poetas como Olvido García Valdés o José Viñals o Valente o Claudio Rodríguez. Autores y libros así me han dejado huella emocional y literaria”, especifica este autor cabreirés, que se lamenta del desatino ecológico que tuviera lugar este verano en su tierra natal, a resultas del fuego. “Los incendios son siempre lamentables. Cuando se producen en una zona a la que uno está ligado, que conoce, que forma parte de su vida, es fácil imaginar el sentimiento de tristeza que a uno le invade. El incendio que se ha producido este verano en la Cabrera ha sido un desastre para la comarca, tan tocada ya (acaso hundida) por el abandono a que ha estado y está sometida. Naturaleza, tiempo, recursos; ¡es tanto lo que se pierde! Tristeza, mucha tristeza”, señala José, que continúa trabajando en sus poemas e intentando rematar un libro de cuentos.
Entrevista breve a José García Alonso
“El mundo está en caída libre, no tengo ninguna esperanza de que se pueda frenar esa caída”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
'El siglo de las luces', de Alejo Carpentier.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
En la vida, mi madre.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
He olvidado el nombre y el título, ¿para qué recordarlo?
Un rasgo que defina tu personalidad.
Soy una persona paciente.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La ternura es un sentimiento que aprecio.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
El mundo está en caída libre, no tengo ninguna esperanza de que se pueda frenar esa caída. Espero que no se me tome por derrotista pero esto se acaba.
¿Qué es lo que más te divierte en la vida?
Me gusta probar a hacer casi de todo, pero la música, de casi cualquier tipo, si me gusta, me proporciona muchos momentos especiales.
¿Por qué escribes?
Me gusta tratar con las palabras.
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
No. A mí no me sirven para eso. Salvaría, como herramienta, los blogs, dan otro juego, son más aprovechables desde el punto de vista literario.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Algunos libros y autores que ya te comenté antes.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
Mantenía un blog de forma intermitente, pero lo he abandonado (hasta que lo resucite). Visito con cierta asiduidad el blog de Álvaro Valverde, en él se reseña mucha poesía, es una manera de estar un poco al día de lo que se está publicando.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
Me gustaría que el mundo se pudiera resumir en la palabra solidaridad pero la que hoy lo resume más fielmente es la de injusticia.