Tu silencio es tan rojo como el antro de sangre en el que habitas.
Vives dentro de mí un existir callado
que se anuncia tan solo a través de la danza
de tus brazos y piernas diminutos
contra mi vientre, que es
tu límite.
Tanteas.
Exploras ciego dentro de mi cuerpo
un universo.
Luego verás que no es tan diferente
existir en la luz: la misma búsqueda
de la piel y la sangre
contra algún muro blando e invisible,
y la misma sospecha
de que el silencio oculta
un latido gigante
de pájaros y océanos.
(Ana Isabel Conejo, 'Tu silencio', poema incluido en 'Zapatos de cristal')
Premiada recientemente con el galardón Internacional Manuel Acuña de Poesía en Lengua Española (México), Ana Isabel Conejo es una poeta y narradora leonesa, aunque haya nacido en Tarrasa (Barcelona), porque León es la ciudad en la que viviera su infancia, adolescencia y también la primera juventud. Incluso estudió la carrera de Ciencias Biológicas en la Universidad de León.
En cualquier caso, sigue muy vinculada a esta ciudad a través de su familia y amistades, según ella. “Nunca me he desvinculado de la ciudad. Desde el afecto, la veo como una ciudad encantadora donde la gente, en general, sabe disfrutar de la vida. Me siento leonesa, por supuesto... Aquí es donde elegí vivir el penoso proceso de mi enfermedad el pasado año 2017”, reconoce con transparencia Ana Isabel, que también firma sus libros de narrativa bajo el nombre de Ana Alonso.
Precisamente, su poemario premiado en México, cuyo título es 'Todo lo abierto', es un libro muy estructurado, en su opinión, en cuyos poemas se aborda desde distintos aspectos el problema de la identidad femenina, después de una vivencia que fue para ella muy dura: “un cáncer de mama, una mastectomía y la decisión de no practicarme una cirugía de reconstrucción”, apostilla con valentía la autora de 'Rostros', un volumen sobre las estrellas de cine del Hollywood clásico.
Cuenta que en los poemas de este libro entabla un diálogo abierto sobre la visión de la mujer en la historia del arte, en tanto que objeto de la mirada del artista -hay poemas sobre Giacometti, Picasso –aclara–, De Kooning, Matisse, Millais, Blake-, y también en tanto que sujeto productor de arte (poemas donde aparecen Louise Bourgeois, Lorna Simpson, Sheela Gowda, entre otros).
Aparte de este prestigioso premio Manuel Acuña, Ana Isabel (Ana) ha recibido otros importantes galardones como el Hiperión, un accésit del Adonáis, el Antonio Machado, el Ojo Crítico de poesía o bien el Anaya y El Barco de Vapor.
Todos estos premios le han supuesto, a su juicio, la posibilidad de publicar en editoriales de renombre, así como de llegar a más público, “y siempre desde la independencia, sin tener que adscribirme a ninguna camarilla literaria ni suscribir planteamientos estéticos que me son ajenos”, aclara Ana Isabel, que comenzó a escribir de un modo creativo con nueve años, siendo una niña.
Recuerda que empezó a escribir en los espacios en blanco de una antología para niños de Federico García Lorca. Y, desde entonces, no ha parado de escribir, tanto es así que en la actualidad se dedica en cuerpo y alma a la escritura, porque para ella la escritura es una forma de existencia, “una necesidad, un instrumento de comprensión pero también de reinvención de la realidad. Supongo que a los demás la escritura les sirve para lo mismo que a mí: para construir significados en un mundo donde nada tiene sentido de antemano”.
No hay lectura tan intensa y enriquecedora como la que se hace cuando se traduce. Es muy gratificante
En el ámbito poético reconoce sobre todo la influencia que en su escritura han ejercido Rilke y Saint-John Perse. En cuanto a la narrativa, su autor preferido es Henry James, a quien ha tenido la ocasión de traducir del inglés al español. No en vano, otra de sus facetas es la de traductora. En este sentido, destaca que la traducción de los clásicos supone para ella una oportunidad para leerlos en profundidad. “No hay lectura tan intensa y enriquecedora como la que se hace cuando se traduce. Es muy gratificante”, precisa Ana Isabel, que también se siente deudora de la narrativa de Tolstoi, Dostoievski, Bernhard, Borges, Shakespeare, Racine, Cervantes, “todo el teatro clásico español”, matiza esta creadora, que en tiempos ejerciera como profesora en varios institutos. Y que tuvo la ocasión de vivir y formarse en Escocia y Francia. Algo realmente enriquecedor, tanto desde un punto de vista personal como profesional.
En mi vida suceden muchas cosas
que nunca han sucedido.
Veo nevar y siento que un ángel está a punto
de arrojarse a nadar para salvarme,
veo una torre y oigo los pasos de Kim Novak
subiendo la escalera de caracol del miedo.
Cuando bebo champán miro a la gente
con la sonrisa de Ninotchka, y hay
por cada lámpara encendida un hombre solitario
que espera a que amanezca
bajo la luz marina de su angustia.
Yo soy todos los rostros que me habitan,
llevo escrita su luz en la mirada,
y puedo despedirme con las lágrimas
serenas de Ingrid Bergman
de cualquier ilusión. Cuando anochezca
aún seguirán conmigo todos ellos.
Mirarán por mis ojos cuando me suba a un tren,
cuando compre unos guantes
o empañe los cristales observando la luna.
Ocurra lo que ocurra,
si termino llorando,
Gary Cooper podrá prestarme su pañuelo
y alguien habrá dispuesto a repetir su truco
con los martinis y las aceitunas
para hacerme olvidar.
Y cuando el fin se acerque
estarán a mi lado
(no necesariamente silenciosos)
y no serán los últimos en irse:
antes me enseñarán
la postrera lección, la más difícil:
la de cómo morir
sin quebrantar las reglas
de la imaginación.
(Ana Isabel Conejo, 'The end', incluido en 'Rostros')
El lenguaje, una forma de articular el pensamiento
En general, mis viajes y mis estancias en el extranjero me han aportado, creo yo, tolerancia y apertura de miras
“En general, mis viajes y mis estancias en el extranjero me han aportado, creo yo, tolerancia y apertura de miras. El aprendizaje de otros idiomas me ha aportado la posibilidad de disfrutar de grandes autores en la lengua original, y también me ha enseñado a pensar de una forma distinta, porque cada idioma engendra pensamientos sutilmente diferentes. Yo leo mucho más en inglés que en español, y pienso aproximadamente un tercio del tiempo en inglés. Creo que eso amplía mi experiencia del pensamiento y mi capacidad creativa”, afirma la autora de 'Zapatos de cristal', que desde hace algo más de diez años se dedica fundamentalmente a la escritura de novelas para un público juvenil, en colaboración con el escritor madrileño Javier Pelegrín.
“Inventar historias para niños y jóvenes me resulta muy divertido, aunque exige una enorme disciplina y constancia. Es un público muy agradecido del que nunca dejo de aprender”, especifica Ana Isabel, que, aunque habitualmente vive en Ciudad Real, sigue muy de cerca lo que se hace en León en el terreno literario.
Confiesa su gran interés por la obra de Víctor Díez, Ildefonso Rodríguez, Eloísa Otero, entre otros, aparte de su hermana Julia, que le parece brillante, y por supuesto los ya consagrados, a los que admira muchísimo, como Gamoneda y Mestre. “Creo que tenemos poetas muy buenos en León”.
En un futuro cercano la editorial Hiperión le publicará un libro de poesía titulado 'Concierto para violín y cuerpo roto'. Y es posible que publique otro libro de poemas en una editorial leonesa. “Además, sigo con mi producción literaria para niños en la colección Pizca de Sal, de Anaya, y para jóvenes con una nueva colección que publicará Oxford, además de nuevas colaboraciones con SM”, concluye Ana Isabel (Ana).
Entrevista breve a Ana Isabel Conejo (Ana Alonso)
“El miedo hace crecer movimientos extremistas”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
'Elegías de Duino', de Rilke.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
El príncipe Mishkin.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
'El arco iris de gravedad', de Pynchon.
Un rasgo que defina tu personalidad.
Impulsiva.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La inteligencia compasiva y abierta a los demás, lo que yo llamaría “humanismo”.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
Creo que vivimos un momento de transformaciones profundas que genera miedo a mucha gente, y el miedo hace crecer movimientos extremistas y de fobia a los diferentes. Pero también es una época fascinante.
¿Qué es lo que más te divierte en la vida?
Bailar es una de las cosas...
¿Por qué escribes?
Porque no puedo “no escribir”. Es mi manera de existir, de estar en el mundo.
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
No. Creo que sirven para comunicarse y para estar informado, si uno sabe filtrar la información. Yo ya no uso Facebook, y en Twitter estoy más que nada como lectora, no como productora de contenidos.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Sería imposible enumerarlas todas. Todo lo que he leído a lo largo de mi vida, que es mucho.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
Ahora mismo, no.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
La realidad no tiene más significado que el que nosotros sepamos inventar para ella en cada momento. Eso nos hace sorprendentemente libres. Más de lo que a muchos les gustaría pensar.