La asociación Trimuella de la localidad de La Cuesta, en el término municipal de Truchas, ultima los preparativos para la puesta de largo de los Campaneiros (Campaneirus en cabreirés), la ancestral mascarada de invierno, una tradición que gozó de gran popularidad en Cabrera bajo cualquiera de sus nombres, remixacos, tamaracos, mantarracos, campanones o farramacos.
El sábado 27 de enero los personajes volverán a recorrer las calles de la localidad de La Cuesta, tras el atardecer a las 18.00 horas. Posteriormente se quemará “L'añu vieyu” un monigote que representa el cambio de ciclo al arder. Después de la quema, será el momento de la música a cargo del músico Carlos Huerta, finalizando todos juntos con un seranu. El domingo 28, después de misa, volverán a salir los Campaneiros acompañados de un tamboriteiro y de bollos preñaos y vino que se repartirán a la entrada de la iglesia.
La recuperación de esta tradición fue una realidad gracias a los testimonios de los más mayores y al trabajo de la asociación, que ha escuchado a aquellos que más saben de lo de antaño. Según Ludivina González, Joaquína Miguélez y Ludivina San Roman, mujeres que todavía vivieron la mascarada, los Campaneiros en La Cuesta se celebraban en Navidad y eran encarnados por los mozos del pueblo que se revestían con la función de perseguir a los rapaces y pedir el aguinaldo.
Los Campaneiros se cubrían los cuerpos con pieles y para la cara y la cabeza se fabricaban caretas con apariencia de animales, “con grandes dentarrones”. En ocasiones también se ponían cuernos o varas de madera, que tallaban los chavales, para representar al ganado. Los campaneiros de la Cuesta eran encarnados por los mozos del pueblo que se disfrazaban, unos de Campaneiros, -unos tres o cuatro-, cuya única función era perseguir y asustar a los rapaces, y otro de vieja, que no corrían a los niños, pero que se disfrazaban de modo que no se le reconociera a ninguno.
La iglesia que no era amiga de estas tradiciones, explican desde la asociación que recuperó la tradición, obligó a cambiar la fecha de la fiesta, que pasó a celebrarse en carnaval bajo el nombre de Trapisacos. Muchos se tapaban la cara y otros se vestían con las peores vestiduras. Fue entonces, con la teatralización de la tradición cuando aparecieron más personajes: la vieya, el toro, los galanes y la señorita que picaba al toro. No fue hasta el año pasado cuando recuperaron los trajes acorde a la tradición después de la subvención de diputación y a la investigación realizada por la asociación, e incorporan diferentes máscaras o carochas de los pueblos cercanos para hacer una representación de todas las mazcaradas de la comarca cabreiresa.