La Crónica de León editará el 31 de julio su último número, lo que supone el final de un periodo de 27 años informado diariamente de la actualidad leonesa, a lo largo de los cuales este periódico ha contribuido al desarrollo de esta provincia, exhibiendo sus grandezas y sus miserias, divulgando su historia y anticipando su futuro gracias a la pluralidad informativa que ha generado y que ahora desaparece.
Los trabajadores de La Crónica queremos denunciar que al periódico que sentimos como propio lo ha dejado morir la penosa gestión de los administradores, debido al abandono absoluto por parte de sus propietarios, quienes, a pesar de los intentos por retomar la situación que desde hace años hemos llevado a cabo los trabajadores, no han llevado a cabo ninguna de las medidas necesarias para garantizar la pervivencia de La Crónica, abandonándola a su suerte y sin gestión alguna.
La Crónica ya padecía una grave situación de insolvencia desde el año 2009, situación que se ha prolongado en el tiempo y por la que esperamos que los tribunales depuren responsabilidades a los administradores. Por el camino se ha quedado más de la mitad de la plantilla, con un ERE primero temporal y más tarde de extinción para 11 compañeros, congelaciones salariales desde el año 2007, continuos retrasos en el pago de nóminas e impagos que llevaron a la convocatoria de una huelga de tres días durante el pasado mes de diciembre. Ese paro, que fue secundado masivamente por los trabajadores y que evitó la publicación durante estos días del diario (algo insólito en la prensa española) tampoco sirvió para que la propiedad se dignara a hablar con los trabajadores. A día de hoy, se nos adeuda un total de once nóminas. Ese esfuerzo laboral ha supuesto no pocas dificultades económicas a los trabajadores que, a pesar de ello, hemos seguido siempre adelante, intentando sacar el mejor periódico posible a pesar de las trabas y recortes de medios de todo tipo que hemos sufrido y sirviendo de altavoz para las reivindicaciones de otros leoneses que también se han visto afectados de una forma u otra por la crisis. El pago a todo este esfuerzo ha sido obligarnos a trabajar durante este mes, a pesar de la presentación de un preconcurso de acreedores y de la imposibilidad de realizar ningún otro pago. Unas formas que dicen mucho de la propiedad, surgida de la vieja escuela del ladrillo, de la que forma parte la familia Martínez Nuñez y de la que proceden no pocos empresarios propietarios de medios de comunicación del país y especialmente Castilla y León, que ni saben ni conocen un sector al que entraron en tropel con los millonarios ingresos de la burbuja inmobiliaria. Ahora vivimos las miserias de una situación de crisis que ha cerrado dos periódicos en León en apenas algo más de un año, que mantiene al borde del precipicio a no pocos medios digitales, que ha provocado el cierre de radios y televisiones, ajustes de plantilla, prejubilaciones anticipadas, reducciones salariales y que mantiene situaciones laborales deleznables para muchos de los que todavía trabajan, con empleos por cuenta propia pero por encargo con los que tan si quiera se pueden permitir pagar los costes salariales de autónomos para poder comer.
Mucho se habla de la construcción, de la sanidad, de la educación o los funcionarios en general, pero nadie se acuerda de la más que difícil situación que viven los profesionales que sí escriben de las dificultades de otros. Una situación que se ha generalizado con una crisis que, lejos de solucionarse, se está agravando por momentos y que ha provocado la huída de León de no pocos profesionales ante la imposibilidad de trabajar en León.
Sólo queda un adiós, o mejor un hasta luego con la esperanza de que el cierre de La Crónica sea el último cierre de un medio de comunicación.