La Consejería de Sanidad ha dotado de una de 'minifarmacia' hospitalaria a las 17 residencias de personas mayores de titularidad de la Junta de Castilla y León, con el objetivo de vigilar el tratamiento que siguen casi 3.000 usuarios de avanzada edad, pacientes polimedicados y pluripatológicos. Estos botiquines, diseñados para procesos crónicos, permiten ahorros de hasta el 50 por ciento en la factura de los medicamentos, ya que no se adquieren a través de recetas, aunque su funcionamiento podría verse alterado por la orden que regula el copago en la dispensación hospitalaria.
Este programa de mejora de la atención farmacéutica en centros residenciales se inició hace once años y ya está completamente implantado en 17 centros de la Gerencia de Servicios Sociales, con unos 2.970 residentes atendidos. En ellos, los botiquines se encargan de elaborar las dosis, controlar la dispensación y hacer un seguimiento de los efectos adversos que pueden provocar la combinación y el mantenimiento de algunos fármacos. Hasta ahora, estos depósitos se regían por una orden de dispensación hospitalaria, que fijaba un suministro alternativo al canal habitual de la oficina de farmacia, donde los ciudadanos retiran los envases.
De aplicarse el nuevo copago, los medicamentos que dispensan y que recoge la controvertida orden del Ministerio de Sanidad, tendrían que ser facturados a los residentes, en este caso mayores y también personas con discapacidad, ya que dos de estos centros ya disponen de una farmacia propia. En estos casos, los inconvenientes de recaudar la aportación de los pacientes es complicada, según la Junta, puesto que se dispensas dosis y no envases, ya que se adquieren en cantidades muy superiores a las presentaciones comerciales.
Además, la Dirección de Farmacia explicó a Ical que también requeriría de una infraestructura para poder realizar los cobros a los usuarios. De momento, Sacyl no ha cuantificado el impacto de la medida, aunque para el conjunto de Sacyl aportaría sólo 200.000 euros. Una cantidad pequeña en relación a la factura de los botiquines abiertos en los centros residenciales, que ronda los 1,8 millones de euros, si bien esta cantidad se multiplicaría por dos si los usuarios adquirieran sus fármacos a través de recetas.
Residencia-hospital
Estos depósitos reciben los suministros de medicamentos de las farmacias hospitalarias que son las que se encargan de programar las compras, siguiendo en algunos expedientes procesos agregados, lo que permite rebajar los costes. Estos fármacos se adquieren por unidades de dosificación, envases clínicos de gran tamaño. Por ello, los depósitos están conectados con las farmacias hospitalaria y son dirigidos por un profesional de estos servicios.
Esta iniciativa, que ha permitido una gestión más eficiente de los fármacos, se inició en los centros dependientes de la Gerencia de Servicios Sociales con 100 camas o más. En el año 2012, el programa contaba con implantación efectiva en todas las provincias de Castilla y León, mediante depósitos de medicamentos en 15 centros, atendidos por 12 farmacéuticos especialistas en farmacia hospitalaria y dando cobertura a un total de 2.641 residentes. Además, se han incorporado al mismo otros dos centros públicos de Valladolid, con un total de 387 plazas, por lo que se amplió la plantilla en un farmacéutico más.
Sanidad sigue trabajando en este programa, de acuerdo a los compromisos de mandato del presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, por lo que se extenderá a los ocho centros de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual (CAMP) de la Gerencia de Servicios Sociales, con un total de 733 plazas, en los próximos tres años. Su incorporación se inició en 2012, por lo que ya están operativos los depósitos en dos centros de las provincias de Valladolid y Burgos, con un total de 235 residentes atendidos. Por tanto, los seis restantes se abrirán a un ritmo de dos al año, sin que se prevea un aumento sustancial de los profesionales que los dirigirán.
Desprescripción
Las características clínicas de los usuarios de centros residenciales de mayores o de discapacidad hacen que sea recomendable que su tratamiento sea controlado y pautado por un farmacéutico de referencia, que aplica una sistemática en la atención farmacéutica en estrecha colaboración con el médico. Para ello, realiza estudios de farmacocinética y de seguimiento de interacciones, así como para vigilar el nivel de algunos medicamentos en sangre, lo que permite ajustar las medicaciones para no perjudicar el funcionamiento epático o renal de los enfermos.
Asimismo, según la la directora técnica de Farmacia, Nieves Martín Sobrino, los botiquines desplegados permiten hacer un seguimiento cercano y revisiones completas de estos pacientes para determinar si es recomendable cambiar de un tipo de producto a otro o suspender el tratamiento. Además, recordó que se sigue la recomendación de las sociedades científicas de Atención Primaria que aconsejan la “desprescripción” en ocasiones cuando un enfermo ingiere demasiados medicamentos.
Finalmente, aclaró que estos botiquines se diferencian de las farmacias hospitalarias en que no dispensan fármacos a pacientes agudos, sino a crónicos y de “larga estancia”.