Renovar el pavimento de la Plaza Mayor de León costó cerca de un millón de euros del año 2002, y tan sólo 15 años después muestra preocupantes signos de desgaste y, lo que es peor, grandes y notorias grietas pegadas a los soportales de forma paralela. Concretamente donde se montan las gradas para contemplar el Encuentro de la Procesión de los Pasos.
La remodelación de la Plaza Mayor de la Constitución Española, que es su nombre oficial, fue inaugurada el 21 de diciembre de 2001 por el entonces alcalde de León Mario Amilivia. Con nuevos materiales respecto a la del mediados del siglo XX, que venían a ser una mezcla de piedra caliza y aglomerados pétreos muy comunes en aquellos años (la mayoría del empedrado actual de la ciudad es de este tipo, que ya entonces era criticado por su poca resistencia). El plan para justificar el cambio de 'cara' de la zona venía dado por la adjudicación a una de las constructoras del empresario berciano ya fallecido Martínez Núñez —cuyo hijo más tarde fue procesado en la trama Gürtel— del Párking actual bajo ella.
El proyecto costó unos dos y medio millones de euros (400 millones de las antiguas pesetas, puesto que la moneda europea no entró en circulación en la calle hasta el 1 de enero de 2002) para construir 256 plazas en 5.000 metros cuadrados de aparcamiento subterráneo con dos plantas, y que tuvo graves problemas de rentabilidad en su gestión.
Pero aquella nueva disposición del firme —con un diseño preparado específicamente para el recorrido de los pasos del Encuentro, con un camino que rodea el centro de la explanada porticada más interior que la calle del enlosado antiguo— necesitó de dos proyectos más: una excavación arqueológica, obligatoria por Ley, que supuso un gasto de unos 62 millones de pesetas (362.627,50 euros) y la propia instalación del adoquinado por 92 millones de la antigua moneda española (552.931,14). Un total cercano a los 154 millones de pesetas (925.558,64 euros) de entonces.
Mario Amilivia explicaba así el día de la inauguración como se había planificado el empedrado: “Se ha colocado un pavimento de piedra caliza, en color rojo y gris formando cuadrículas, además de una zona de adoquín de granito que marca una zona de rodadura en a qie se pretende que transiten los vehículos que deban acceder al recinto abierto”. Las obras, que habían durado más de dos años, fueron financiadas por el Plan Piloto Urbano de la Unión Europea para la Revitalización del Casco Histórico. Como curiosidad, las farolas que ahora mismo se encuentran en el entorno procedían de la antigua Plaza de San Marcos, que también estaba cambiando de aspecto tras una fuerte inversión.
Empedrado deshecho y grietas bajo las terrazas de los bares
La faz que muestra ahora mismo la plaza es realmente preocupante en la zona de los soportales de la zona sur (donde se situaba el antiguo bar Quijote y hoy se instalan las terrazas del Mama Tere y el Barry's), con una enorme grieta de más de cuarenta metros acompañada por un patente hundimiento del firme.
Las fisuras —de menor entidad en espectacularidad y desnivel, pero bien visibles—, se observan también en las dos restantes zonas porticadas, las que corresponden al Hotel y a la que va a dar a la torre de los Ponce. Áreas en las que también se suelen instalar, en las épocas climatológicamente benignas, las mesas de los muchos establecimientos de ocio nocturno instalados en este emblemático espacio de la ciudad.
También se aprecian daños por desnivel en la parte frente al Consistorio Viejo, lo que hace pensar que lo que se está produciendo es que las obras del párking han repisado, dañando el firme. Estos deslizamientos en el perímetro de la plaza no significan que haya una situación peligrosa en sí para los viandantes ni que sea un defecto estructural de la obra de 2002 (eso lo tendrían que determinar los expertos), pero está provocando desde hace unos años más desperfectos en el enlosado y deja una imagen muy pobre de una ciudad que aspira a hacer de la Plaza Mayor un atractivo turístico de primera categoría.
Un empedrado que tampoco es que esté aguantando los rigores del crudo clima leonés. Se observan muchas losas deshechas, como si se estuvieran desintegrando por culpa de la lluvia y el frío. Y ya están afectadas zonas tan amplias que parece extraño que nadie de los servicios municipales, o algún vecino o turista, no haya llamado la atención a la Concejalía de Urbanismo dirigida por la polémica Ana Franco (sobre todo a la hora de conservar el Patrimonio de la ciudad o con su defensa engañosa de las contestadísimas obras de renovación de la Plaza del Grano).
De haber sido así resulta extraño que no se haya procedido a ordenar una mínima reparación y consolidación para mejorar su imagen ante los turistas y ciudadanos. O un estudio de ingeniería para calcular el presupuesto necesario para planificar cómo solventar los problemas estructurales que muestran los extremos de la centenaria explanada porticada en el siglo XVII. Más cuando la Plaza del Grano va a terminar costando 600.000 euros y las obras de reparación del firme con hundimientos de la Avenida de Ordoño II casi 430.000.
“Me siento muy orgulloso de este lugar que reclamaba una remodelación desde hace mucho tiempo, que ha ganado en amplitud, y se convertirá en un punto turístico y es un lugar emblemático”, destacó aquel 21 de diciembre de 2001 Mario Amilivia durante la inauguración de la nueva pavimentación.
Ahora le toca a Antonio Silván plantear una solución para que no se agrave su desintegración. Porque con los más que patentes desperfectos que se observan ahora el espectáculo para el Turismo no es el mas adecuado. Y también podría plantearse su Equipo de Gobierno buscar una solución más conveniente para adoquinar este emblemático entorno con materiales más resistentes, porque tiene poca explicación que los trabajos de empedrado del siglo XX aguantaran cincuenta años y los del siglo XXI ni veinte. Que ya salió cara la broma a primeros de siglo.