Objetivo: desenterrar a Celestino, el panadero de La Pola, 87 años después de ser 'paseado' por la Guardia Civil

El retrato de Celestino González Bayón y el punto donde se buscará la fosa en la que fue 'paseado'.

Carlos J. Domínguez

Celestino González Bayón, natural de Ruiforco de Torío pero por su profesión durante años conocido como el panadero de La Pola de Gordón, quizá también como 'el cubano' por los casi quince años de estuvo emigrado a la isla, descansa en una fosa olvidada, desconocida, al pie de la carretera general que cose la comarca del Torío en la provincia de León. Pero como tantos miles y miles de represaliados por el franquismo, no descansa en paz.

Tampoco lo hace su parentela y mucho menos su bisnieto, Guillermo González. Por eso, no ha parado hasta investigar y desentrañar un escondido secreto familiar y un auténtico tabú en el pueblo de Ruiforco, donde ya a una avanzada edad Celestino volvió desde Asturias dejando atrás a su familia después de caer el Frente Norte para levantar una nueva vida y donde un chivatazo hizo que un guardia civil de enorme simpatía falangista le detuviera sin mediar papeles, le hiciera cavar una noche su propia tumba en un camino, le pegara un tiro y lo dejara enterrado en el olvido. Durante muchos años llamó la atención comprobar que un conocido falangista del pueblo vistió el traje y empuñó el reloj de bolsillo que atesoraba Celestino antes de su ejecución. Por todo ello, el terror acabó alimentando el silencio.

Con un poco de suerte, ese olvido y ese silencio no serán para siempre. En breves fechas, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) comenzará la excavación en el lugar donde se presume que fue 'paseado' y fusilado una noche previsiblemente cercana al 30 de octubre de 1937, ya sin guerra alguna en la provincia leonesa.

Sin embargo, un acta de defunción solicitada años después por su esposa, María Sabugal, recoge con escaso atisbo de fiabilidad otra fecha bastante anterior que en nada cuadra con la que siempre relató una de sus hijas, Josefa, la última que vio a Celestino con vida cuando ambos fueron apresados y ella libró su vida al dirigirse a la estación de tren en Garrafe, obligada a montar destino a León, encarcelada en San Marcos y la prisión de Puerta Castillo, y después en el País Vasco, donde terminó de cumplir tres años de durísima cárcel de los 12 a los que fue condenada “por sublevación” al régimen del dictador Franco.

Gracias a la fuerza y el coraje de la valiente Josefa, a una serie de carambolas y al tesón de Guillermo por unir todos los posibles testimonios hasta dar con la fosa de su bisabuelo, el lugar ya está marcado para comenzar la búsqueda: “Pasando Garrafe y La Flecha, antes de llegar al cruce de Matallana de Torío, donde acaba la última curva, sale un camino a la izquierda como a unos cien metros de la vía (del tren de Feve) y baja un reguero: allí es, al borde del antiguo camino que hoy es la carretera” general, la León-Collanzo, hoy llamada LE-315.

Marco González, de la ARMH, tiene grandes esperanzas, porque por las pruebas recabadas “es zona muy acotada, en esquina”, que en su día fue “algo modificada por ensanche carretera”, pero “lo bueno es que hay una referencia del túnel de tren que permanece intacto hace más de 100 años”. Guillermo ha escuchado testimonios en la zona que precisamente cuando se ejecutaron las obras “aparecían huesos, pero se dejaban allí mismo”. Un detector de metales, primero, y una retroexcavadora, después, aclararán por fin el misterio. Y si aparece un cuerpo, como si pudieran aparecer varios más, el cotejo del ADN con familiares ya lejanos de Celestino arrojará la luz sobre esta lúgubre historia.

La historia de Celestino González Bayón, al que no se le conoce afiliación política o sindical alguna, es un relatode lucha por salir adelante y sacar adelante a sus seres queridos. Y la ha conseguido ir hilvanando su bisnieto, no sin dificultades para luchar contra los habituales pactos de silencio que tales desgracias dejó la represión franquista más cotidiana y salvaje.

Una historia de dificultades

Nació en Ruiforco, en una familia “muy humilde”, y eran tres hermanos, los cuales se casaron a su vez con tres hermanas de Los Barrios de Gordón. Él era el único con un hijo cuando los tres se embarcaron para Cuba, huyendo de la miseria, buscando fortuna. Los demás no regresaron nunca, que se sepa. Pero él volvió con caudales suficientes y la determinación de sacar adelante a su familia. Con aquellos ahorros, Celestino se aferró al oficio aprendido allende los mares, compró una finca en La Pola de Gordón y levantó de la nada una panadería. Y sus panes dieron para traer al mundo a otros cuatro hijos.

La vida transcurría dura y feliz cuando en 1936 estalló el desastre en forma de guerra, tras el golpe de estado militar. La familia tuvo que vivir episodios como el que su biznieto ha recabado: el día que un avión en vuelo rasante no tuvo mejor ocupación que ametrallar a su único burro, que le ayudaba en tareas y transportes. Bastaron cosas así para que la familia decidiera subir a dos carros todo lo que cupiera y pasar hacia Asturias, acompañados por la mujer de su pueblo, María, que siempre les había ayudado a la crianza y lo que hiciera falta.

Siguiendo el relato rescatado por Guillermo, al caer el Frente Norte, Celestino siguió su instinto de siempre: sobreponerse y sobrevivir. Y aunque no todos estuvieran de acuerdo, se empeñó en regresar a su León y retomar su oficio. De avanzadilla fueron él y su hija Josefa, regresando a sus raíces, a Ruiforco, a una casa de relación familiar, en la que vivía con sus padres Santiago, entonces un niño y alguien muy importante para reconstruir los hechos, ya que fue él quien se los desveló hace apenas dos años a su bisnieto. “¡Cómo lloraba al contármelo!”, recuerda, ahora que ya no está.

Decidió no 'echarse al monte'

Para entonces, “les avisaron de que habían denunciado (a las autoridades franquistas) su presencia en el pueblo y el padre de Santiago intentó convencer a Celestino de que se echaran al monte, 'que vienen a por nosotros', pero él lo rechazó”. Y finalmente decidió dirigir sus pasos y los de su hija Josefa hacia el tren. El destino de la posible salvación era León capital.

Sólo llegaría ella con vida. Camino de la estación, parece que fueron tres los guardias civiles que les dieron el alto para llevárselo a él y embarcar a su hija. Pero hay un duro misterio que suma décadas, en torno a la persona que dio “el chivatazo”. Fue el propio Santiago quien atesoraba la información necesaria, pero Guillermo y su familia, cuando intentaban años atrás recabar información, siempre se encontraban con la misma respuesta: “No diré nada mientras vivan su hijos, porque hay gente cercana involucrada”. Finalmente, cuando eso ocurrió, Santiago señaló al delator: había sido el marido de una prima suya, sangre de su sangre. El trágico destino de Celestino ya es historia. Y con suerte, pronto será historia desenterrada.

Tanto la familia como la ARMH están “muy agradecidos” a la disposición total del Ayuntamiento de Garrafe de Torío, de su secretario y el alcalde, el único de Izquierda Unida en la provincia, Miguel Flecha. También aplauden que la Junta de Castilla y León ha tramitado con diligencia la propuesta, pero no así la empresa pública Adif, del Ministerio de Transportes, cuyo visto bueno final aún se espera ante la proximidad de infraestructuras ferroviarias en la zona de excavación. De este trámite depende finalmente la fecha en la que el trágico final de Celestino, el panadero de La Pola, pueda salir pronto a la luz de la historia.

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