La Catedral de León es el emblema de la ciudad. Un gran escaparate promocional que no necesita venderse. Atesora como valor intrínseco e incontestable ser uno de los grandes templos Góticos de España y del mundo. Sus vidrieras y su diseño la han convertido en el punto más icónico de la capital de la provincia y también en el más fotografiado. En un momento en el que una instantánea vale más que mil palabras y que las Redes Sociales han difundido la leyenda no escrita de que lo que no se ve es como si no existiera, el Ayuntamiento ha decidido cambiar de ubicación, sin pedir permiso a Patrimonio, las letras de 'León' de la plaza de Regla que miraban de frente al templo para restaurarlas y colocárselas delante.
“Se ha creado un photocall natural gigante”, que prácticamente obliga a que “ningún leonés o turista se vaya sin hacerse una foto en él”. “Cuantas más fotos se hagan, más se verán, se volverán virales y más se harán”, explica a este medio Silvia Astorga, profesional de las Redes Sociales en la provincia. Algo beneficioso, según ella, para la imagen de marca de la ciudad y para el turismo.
Hoy, las instantáneas han sustituido al 'platito', el imán o la camiseta que ponía 'Alguien que te quiere mucho ha estado en León y se acordó de ti'. En ese sentido, cada turista enseñará a sus seguidores los lugares que visita y de manera mucho más rápida y cercana que cualquier oficina de turismo.
La primera vez que unas letras en tres dimensiones fueron tan famosas fueron las de I Amsterdam de la ciudad Holandesa a principios de los años 2000. Cerca de dos décadas después, el Ayuntamiento decidió retirarlas de la plaza de los museos para hacerlas itinerar por lugares menos conocidos de la ciudad y del país. En cambio, León ha decidido apuntarse a esta moda tarde, mal, y a la contra.
“En este caso, es un letrero que no aporta nada a la Catedral. No lo necesita. Es algo que define más a la sociedad en la que vivimos que al patrimonio. El individuo moderno quizá solo busca crear un catálogo fotográfico de su vida y, en cierto modo, los hábitos turísticos y la propia ciudad se adecúan a esta realidad”, explica a ILEÓN el profesor de Historia del Arte de la Universidad de León (ULE) Roberto Castrillo. Así, las ciudades como León se estarían convirtiendo en “escenografías teatrales, decorados”, para tratar de incrementar su atractivo aunque con ello se “banalicen”. Afortunadamente, es algo “reversible” y “mientras las operaciones no empeoren lo presente tienen más de propaganda política y turística que de otra cosa”.
Llama la atención que una modificación “decimonónica” desde el punto de vista de la Arquitectura la haya llevado a cabo un Gobierno progresista, del PSOE de José Antonio Diez. “Este tipo de organización tan estática es casi del franquismo. La tendencia ahora mismo es crear espacios más democráticos, dinámicos, para la gente... Se ha notado a raíz de la pandemia, incluso en las viviendas particulares. ¡Le han limpiado hasta los chicles! Eso era en cierta manera una parte de la vida de la ciudad, de la relación de la gente con el elemento”, argumenta la arquitecta leonesa Raquel Santamarta.
Para Santamarta, quizá sería más interesante seguir el modelo holandés hasta el final: aprovechar las letras como logo, “porque sin un logo no eres nadie”, y hacerlas girar por la ciudad, más allá del centro Ordoño-calle Ancha-Catedral del que están acostumbrados a tirar los regidores de León. Y es que, “la fotografía está bien, pero en el momento en el que todo el mundo hace la misma deja de ser interesante. Echo en falta un valor añadido más allá de una imagen”.
No solo 'León' tiene unas letras con su nombre
Esta moda, tendencia o “cierta obsesión por fijar y engrandecer nominalmente las cosas” no solo se da en León capital. Maraña ha enmarcado sus montañas con un letrero todavía más grande que el de la plaza de Regla de la Catedral y otras pequeñas localidades de la provincia como Fabero, Villaquilambre, San Román de Bembibre, Almanza, Molinaseca, Villadepalos o Penoselo tienen también sus propios letreros a la entrada de sus localidades, incluso sobre rotondas.
“Quizá es una manera de reivindicar la existencia de esos lugares, como para fijar sus nombres en la memoria, pero estas medidas deberían hacerse con moderación. No hay que monumentalizarlo todo porque podría darse la paradoja de que con la intención de dignificar algo acabemos haciendo algo estrambótico. Aunque es respetable si se hace con mesura y con cierto gusto”, manifiesta el profesor de Historia del Arte de la ULE Roberto Castrillo. En cierta manera, esta práctica se asemeja al arte pop de mediados del siglo XX, que convertía elementos culturales en imágenes.
Instagramear esos puntos ya es “más complicado”, porque “a la gente le gusta fotorgafiarse con las cosas, no solo fotografiar cosas, en este caso carteles de localidades”, argumenta la community Silvia Astorga. Aunque supone igualmente un “intento de posicionar esos lugares en las Redes Sociales para crear un logo o una marca”, concluye la arquitecta Raquel Santamarta.
En todo caso, León ciudad, y provincia, van tarde y a contracorriente en una tendencia que Europa hace años que ha cambiado. ¿Vale todo por la foto? Por ahora, parece que la respuesta es 'sí'. Por la foto, por el turismo y por el flujo económico que eso supone.